El almuerzo anual de Tomate 2000, en medio del parque del INTA La Consulta, transcurrió este fin de verano como en otras ocasiones, entre risas y camaradería. Es que se trata de la cita obligada de una comunidad productiva, la del tomate industria, que ha logrado algo impensable en esta Argentina: trabajar junta en función de lograr objetivos comunes. La organización Tomate 2000 abarca a todos los eslabones de la cadena desde 1997, pues hay productores, industriales, investigadores y proveedores de insumos y tecnologías. El objetivo, casi cumplido, fue utilizar los conocimientos disponibles para incrementar fuerte la productividad por hectárea, de modo de incrementar la cosecha y poder soñar el anhelado autoabastecimiento. Esto es, que la Argentina produzca la cantidad de tomate para lata, botella o tetrapack que consume.
En el tradicional Día del Tomate Industria celebrado en esa experimental del INTA del centro mendocino hay aplausos, medallas y sorteos. Este cronista de Bichos de Campo contempla entusiasta esta comunidad, pues ciertamente se trata de una postal inédita en una Argentina donde los diferentes eslabones suelen confrontar entre ellos por la escasa renta, en vez de trabajar juntos para “agrandar la torta”, como siempre se predica pero no se hace. Tomate 2000, en cambio, lo ha logrado. Solo tomando la última década, en 2016 se producían en el país 406 mil toneladas de esa variedad industrial de la hortaliza (que no se produce en invernadero ni en huertas sino a campo abierto), y en 2024 llegaron a las 630 mil toneladas. El consumo argentino llegó el año pasado a 650 mil toneladas. Así que estuvieron muy pero muy cerca de lograr el tan ansiado autoabastecimiento.
“Tomate 2000 nació en 1997, donde también por una crisis de Argentina por el tema de precios internacionales, en la que la verdad era más barato producir en el exterior que en la Argentina, nosotros decidimos conformar la asociación para aumentar los rendimientos por hectárea y aumentar la calidad. Era la forma de ser más competitivos en ese momento”, rememora Arturo Ovalles, que es el actual presidente de esa extraña ONG productiva sin fines de lucro. Él proviene de una de las tantas industrias que apuestan por este trabajo, la empresa Arcor. Pero reemplazó a un representante de los productores y será reemplazado por otro, porque van alternando en los cargos cada dos años.
En su discurso, como para enfriar tanta fraternidad en este almuerzo de campo, Ovalles cortó el aire con una preocupación: como en la década de los 90, cuando uno podía encontrar latas de tomate de cualquier origen en los supermercados, ahora todo este esfuerzo colectivo se ve jaqueado por una nueva y vigorosa corriente de importación de pasta de tomate, especialmente desde Chile y China. El atraso cambiario y la apertura comercial -dos rasgos visibles de la gestión económica de Javier Milei- promueven este comercio que podría echar por tierra con los planes de esta cadena productiva, provocando un gran retroceso en los planes -casi logrados- de que la Argentina produzca todo el tomate industria que consume.
La preocupación por el fuerte crecimiento de las importaciones de pasta de tomate fue expuesta también en una carta que la asociación presentó ante las autoridades de Mendoza, San Juan y La Rioja, las tres principales provincias productoras.
Allí se pide a los ministros provinciales que intercedan ante las autoridades del gobierno nacional para fijar un plan de trabajo de cinco años que permita que “todo el sector se vaya acomodando a las nuevas tendencias políticas y de competencia” establecidas por el gobierno de La Libertad Avanza, porque de lo contrario se podría reducir fuertemente la cantidad de hectáreas implantadas y se alejaría bruscamente la posibilidad de autoabastecimiento de tomate industria.
Según los cálculos expuestos por Tomate 2000 en esa nota, en el país se implantaron la última temporada (que se está terminando de cosechar) unas 7.327 hectáreas actuales, en un movimiento que implicó 419 mil jornales de trabajo y 26.250 fletes en la región cuyana. Pero si la importación sigue avanzando sin barreras sobre el negocio de los locales, si la salsa de tomate de origen chileno o chino sigue barnizando las pizzas en la Argentina, se podrían dejar de sembrar unas 4.700 hectáreas. Y así, “la cadena podría dejar de generar tomate por unos 45 millones de dólares” más otros 5,25 millones de fletes, se advirtió.
Ovalles, entrevistado por Bichos de Campo, remarcó que el modelo de organización permitió un salto enorme en la productividad de cada hectárea implantada con tomate, utilizando especialmente tecnologías y variedades validadas por los profesionales del INTA. A fines de los 90 “se producía con un rendimiento de 40.000 kilos por hectárea y hoy actualmente estamos en un promedio de la asociación de casi 110.000 kilos por hectárea”, subrayó. Es ese proceso virtuoso el que está en riesgo con las importaciones.
-¿Así que la idea inicial era incentivar al productor a producir más porque la Argentina no produce todo el tomate que consumía?- le preguntamos.
-Exacto, Argentina consume 650 millones de kilos aproximadamente y hemos producido el año pasado cerca de 630 millones, y este año pensamos que con menos hectáreas estamos alcanzando los mismos kilos. Estamos ahí, pero históricamente siempre hubo una corriente importadora.
-Escuché en su discurso de hoy decir que están preocupados por las importaciones porque vuelven a amenazar.
-Sí, correcto. En Argentina sabemos los vaivenes que tenemos, en algunos momentos hemos estado cerrados en lo que es importaciones, eso hizo que todo este núcleo productivo buscara el autoabastecimiento, porque había un lugar donde nosotros podíamos producir y vender en Argentina. Hoy día al abrirnos la verdad que la dificultad es que todavía no estamos preparados. Debemos prepararnos aún mejor para poder abrirnos al mundo. Estamos preparados a nivel de producir tantos kilos por hectárea y de calidad, eso sí. Pero tenemos que bajar costos, eso es lo que tenemos que trabajar.
-¿El famoso costo argentino?
-Sí, tenemos costos que hay que seguir bajando. ¿Qué costos serían? Presión impositiva, fletes, logística, energía… Hay ciertos costos hoy que son más altos que los de nuestros competidores en el mundo. Ellos pueden producir hoy una pasta más barata que la que podemos producir nosotros. Por eso expresamos la preocupación del sector para que nuestros políticos nos ayuden a ver cómo salimos de esto. O sea, la idea es no venir acá a cerrar a nadie ni pedir incrementos de dólar, sino ver en conjunto cómo podemos hacer para que nosotros seamos más eficientes.
Mirá la entrevista completa:
En la nota a los ministros provinciales, Tomate 2000 ensaya algún tipo de propuesta para poner un techo a las importaciones de pasta de tomate, que se han disparado aprovechando no solo el tipo de cambio actual sino además que se pagan bajos aranceles (Chile tributa 0% y China 12,6%). Se propone concretamente que se tome el promedio de importaciones del trienio 2021/23 (de unas 10 mil toneladas anuales), y cuando se supere ese techo aplicar un arancel adicional del 30% sobre la pasta extranjera, de modo de evitar que se cometa dumping en perjuicio de la industria local.
-¿Existe esa mesa de negociación con las autoridades?
-Existe, siempre hemos tenido ese lugar en la mesa, tanto en San Juan, en Mendoza, y en La Rioja también. Ya estamos hablando con ellos, están preocupados porque son economías regionales y son muchas hectáreas en las cuales están en juego muchos productores, muchas empresas. También tienen la misma preocupación y seguramente nos van a ayudar.
Un país de boludos: La Argentina no llega a cubrir su consumo de tomate para industria
-Y mientras tanto, ¿qué le dicen al consumidor argentino? ¿Puede reconocer de dónde viene el puré de tomate de su pizza? ¿Tiene alguna manera para defender a este sector que se puso las pilas, que triplicó la producción en 20 años, que está haciendo bien los deberes, pero que la macro no le ayuda?
-Es parte de lo que la Asociación viene haciendo, algo que el público no sabe. Nosotros tenemos un autocontrol y tenemos un equipo de ingenieros agrónomos que asesoran a los productores, le decimos cómo tienen que hacer el tomate y hacemos un muy buen trabajo en el uso y racional de los agroquímicos. Para cerrar este ciclo, hacemos muestreos de tomate, los hacemos analizar y ahí vamos autorizando las cosechas para verificar que no queden residuos de agroquímicos. Queremos llegar a una certificación y que todos los socios industriales puedan usar el logo de Tomate 2000 para hacernos diferentes y que el consumidor sepa que está consumiendo un producto totalmente seguro.
-Y si un consumidor compra el tomate de una industria asociada a Tomate 2000, ¿es seguro que no estará comprando tomate de origen extranjero?
-Estará comprando tomate argentino y con la trazabilidad del 100% de esos tomates, sí, totalmente.
Es una verguenza que el gobierno no haya bajado impuesto a todas las energias, incluidos combustibles.
Eso atenta contra toda produccion argentina y en cuanto a recaudacion se suple ampliamente por una mayor produccion.
Es inentedible la verdad.