El oficio de ser contratista llegó a la vida de Florencia Rosso Divito mucho antes de que ella tomara real conciencia de su existencia como tal. Prácticamente criada entre fierros, esta mujer de 34 años, oriunda de la localidad bonaerense de Balcarce, sabe lo que estar arriba de una máquina desde cuando sus pies aún no alcanzaban ni siquiera a rozar los pedales. Uno de sus primeros acercamientos a un vehículo en movimiento, según recuerda, fue al camión que manejaba su papá Rubén.
“Papá era chofer de un camión y mientras recorría el país, con mamá y mi hermano nos subíamos para acompañarlo. Era una forma de poder verlo porque había mucho trabajo y él viajaba mucho”, dijo a Bichos de Campo Rosso.
Pero eso no iba a poder sostenerse por mucho tiempo y Rubén comenzó a ahorrar para equiparse de herramientas, que con los años se multiplicaron. Cuando logró tener un stock suficiente, arrancó a ofrecer servicios como contratista rural.
“Arrancó con maquinas viejitas que nosotros decíamos que ‘estaban atadas con alambre’. No eran nada que ver a la tecnología de hoy en día. Costó muchísimo arrancar. Mi mamá lo ayudaba mucho, a tal punto que le preparaba la comida para que no perdiera tiempo cocinando en el campo, lo llevaba hasta el trabajo e incluso nosotras manejábamos un rato la máquina para que él pudiese descansar. Era trabajo en equipo”, relató la contratista.
Cuando Florencia y su hermano Mariano todavía eran chicos, la casa familiar estaba en un campo cerca de la ciudad de Balcarce al que apodaban como “La Quinta”. Allí estaban los galpones donde se guardaba la maquinaria. Si bien años después la familia se mudó a la ciudad, ambos hermanos continuaron ayudando en las tareas que había que hacer.
“Transitando la secundaria hacíamos mandados, buscábamos a mi papá, le llevábamos comida, etcétera. Luego cuando mi hermano decidió no seguir una carrera se puso a trabajar con él”, recordó Rosso.
Y agregó: “A mí me terminó pasando lo mismo. Iba a estudiar Agronomía en la facultad que funciona dentro del INTA Balcarce y cuando estaba preparando el ingreso me di cuenta que no quería seguir esa carrera. Así fue como me integré a la empresa familiar”.
A partir de entonces el trabajo fluyó. Gladys, la mamá de Florencia, tomó la posta en el área administrativa y se encargó de manejar a los clientes y proveedores. Por otro lado Rubén y sus hijos comenzaron a salir al campo, cada uno con una maquina a su cargo. Ya con toda la familia integrada, la empresa cobró el nombre de “Quinta Ilusión”.
“Ofrecemos servicios de siembra y cosecha, y también hacemos todas las labranzas: disco, rastra, rolo, rolo picador, fertilización al boleo. También tenemos camiones, uno para los cereales y otro para transportar semillas y fertilizantes que usamos para proveernos a nosotros durante la siembra. Por suerte tenemos trabajo todo el año”, se alegró la contratista.
-¿Cuál es el presente de la empresa?
-Tenemos mucha tecnología. Siempre estamos tratando de tener la última maquinaria para llegar al campo de nuestros clientes con lo mejor. Queremos que ellos puedan tener una agricultura de precisión, una siembra de corte surco por surco que ahorre en semilla, que tenga mayor productividad, mapeos, balanza en todo, etcétera. El cliente está muy conforme porque puede controlar y llevar de cerca todo lo que hace.
Quinta Ilusión hoy cuenta con diez empleados, que se distribuyen durante el año en las distintas tareas disponibles, y ofrece servicios a 12 empresas, a partir de las cuales alcanzan una superficie cosechada de 12.000 hectáreas anuales y de 13.000 entre siembra y labranza.
También en los últimos años ha comenzado a trabajar en paralelo con el marido de Florencia, Iván Acedo, quien también es contratista y mantiene una firma independiente que asiste a la empresa de los Rosso Divito.
-¿Cómo ves al sector de los contratistas en Argentina? ¿Hay trabajo? ¿Es fácil conseguir clientes?
-Hay trabajo. Tenemos clientes desde hace muchísimos años y siempre hay clientes nuevos que nos llaman, pero por ahí nos resulta difícil llegar a hacerles el trabajo porque ya estamos comprometidos con lo nuestro. Tenemos mucho trabajo, mucha tecnología. El dueño del campo nos recibe muy contento, es casi una amistad lo que nos une a él. Cuando al dueño del campo le va bien, a nosotros nos va bien; cuando a ellos les va mal, a nosotros nos va mal. Cuando hay un gobierno que apoya al campo nos vemos beneficiados porque hay líneas de crédito y nos resulta más fácil llegar a comprar maquinaria nueva. Todo va de la mano. Vamos compartiendo siempre con el productor. Pero nos vemos bien.
-¿Qué obstáculos o dificultades tenés ejerciendo esta labor?
-Cuesta mucho tener la maquinaria de punta porque necesitamos de créditos. Cuando la compramos de esa forma, aproximadamente en 4 o 5 años uno termina de pagar ese crédito y la maquina ya está nuevamente para ser cambiada. Cada 4 o 5 años nosotros volvemos a cambiar la cosechadora para tener otra que sea tan buena o mejor a lo que teníamos. Después hay cosas que surgen todos los días como maquinas que se rompen. Somos contratistas y los tiempos corren. No podemos tener una maquina parada. Más de una vez si se rompió el tractor en seguida nos han llamado del campo para usar alguno de repuesto. Nuestro lema es ese: que la maquina no pare de trabajar porque prestamos un servicio.
-¿Cómo ves el rol de la mujer en el ámbito contratista?
-Nuestros clientes nos conocen. Cuando vamos a un campo nuevo por ahí se sorprenden de que haya una mujer a cargo del equipo, pero no he tenido ningún problema. Siempre estando una firme, sabiendo lo que hace, con educación y respeto, me ido muy bien. No hay muchas mujeres contratistas por acá, pero sí muchas en los campos. El trabajo no tiene género y uno si sabe lo que le gusta hacer, y lo hace con dedicación, lo podrá hacer bien.
-¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
-Me gusta todo. Hago un poco de trabajo administrativo con mi madre porque tengo dos chicos chiquitos y no puedo estar 100% en el campo como antes. Me reparto entre el campo, los papeles, la casa y los animales porque también la familia tiene algo de agricultura y ganadería. Como contratista me encanta llegar al campo, preparar la tierra, saber que uno hizo una buena siembra, y ver cómo nace lo que uno sembró. Al momento de cosechar se cierra el ciclo y uno se enorgullece de todo el trabajo y esfuerzo que puso ahí. Ese es el broche de oro. Uno sabe que valió la pena haber corrido, haber renegado. No todos los días son lindos pero siempre lo podemos acomodar.
-Si pudieras cambiar algo de tu rutina diaria, ¿qué cambiarias?
-Yo creo que nada. Estoy muy conforme con mi rol, con mi puesto y con lo que hago. Andamos a veces muy a las corridas pero no nos tenemos que olvidar de disfrutar.
-¿A nivel país, hay algo que notas que se debe mejorar en torno a este sector?
-Estamos en una época complicada en general. Hace 15 días, por ejemplo, adquirimos un nuevo tractor para el cual teníamos un crédito aprobado desde hacía 4 meses, pero la unidad no aparecía. No llega maquinaria importada al país. Necesitábamos un tractor de mayor potencia y nos volcamos a uno de producción nacional pero costó que lo terminaran de ensamblar. No hay maquinaria suficiente para abastecer a todos los concesionarios, de hecho bajó mucho el patentamiento en los últimos meses porque no hay unidades disponibles. No es solo que falta la línea de créditos sino que la maquinaria no está.
-¿Un buen contratista se hace con trabajo y practica o también inciden cuestiones ligadas a la formación?
-Es dedicación, es estar. Nosotros queremos llegar al campo y estar en condiciones porque trabajamos a contra reloj y no podemos parar. Cuando las maquinas no están trabajando, por decirte algo, las desarmamos íntegras para acondicionarlas, revisarlas, cambiarles repuestos. No hay una formación específica pero hay cursos para saber manejar la tecnología y aplicarla. Eso creo que debería ser extensivo a todos los contratistas. Pero se aprende y con el uso diario uno le toma la mano.
-¿Qué futuro le vez a Quinta Ilusión? ¿Qué esperás para esta empresa familiar?
-Esta empresa ha pasado por muchos obstáculos. Arrancamos con nada y fuimos creciendo. Hoy tenemos maquinaria que está dentro de las de alta gama y esperamos que ingrese nueva maquinaria al país para seguir perfeccionándonos. Ahora como estamos cubrimos muy bien las necesidades de nuestros clientes, pero todavía espacio para seguir enfocándonos más en la agricultura y ganadería propia de la familia.