Cada 22 de abril se conmemora el Día Mundial de la Tierra, una fecha dispuesta por la ONU para repensar el vínculo que tenemos con el medioambiente y elk cuidado de los recursos naturales. El panorama local, en cifras, es claro: Casi la mitad de la población adulta argentina no tiene vínculo continuo con la naturaleza, de lo que se derivan también implicancias sobre la salud y, sobre todo, la capacidad de acción.
El dato surge de un estudio que llevó adelante la Worldwide Independent Network of MR (WIN), una red global abocada al estudio de la opinión pública, junto con la firma Voices! en Argentina. En este trabajo, se entrevistó a casi 35.000 personas de 39 países para conocer en detalle las desigualdades mundiales en el acceso a la Naturaleza y cómo impacta eso tanto a nivel individual como social.
En el caso de Argentina, podemos jactarnos de que estamos por encima de la media global: 56% de los adultos dicen tener contacto frecuente con la naturaleza. Pero el 44% restante se divide entre los que suelen hacerlo a veces (28%) y los que prácticamente no tienen contacto (16%).
El promedio mundial está en 47% de gente con contacto frecuente con la Naturaleza, en tanto que 27% la visita a veces y 25% lo hace muy rara vez.
El podio se queda en Latinoamérica, aunque estemos lejos de liderarlo. Quien el primer puesto es para el país vecino de Paraguay, en donde el 84% dice relacionarse con la naturaleza periódicamente. Esa cultura al aire libre tiene que ver con la alta cantidad de población rural. También se ve con claridad en India (70%), Eslovenia (67%) y Finlandia (65%), y contrasta con la mayoría de los países del sudeste asiático, que muestran los niveles más bajos de contacto con el entorno natural.
Si bien en nuestro país las diferencias etarias no son marcadas, el estudio sí revela que, a nivel global, “la educación es un factor clave”, porque “quienes tienen mayor nivel educativo interactúan más con la naturaleza”. De eso, además, se desprende una sutileza que puede ser interesante para pensar las acciones corporativas e iniciativas tanto privadas como públicas: Quienes más contacto tienen con el ambiente, más valoran y reconocen lo que se hace bien.
“El hallazgo revela una oportunidad estratégica para las empresas: quienes tienen mayor contacto con la naturaleza no solo valoran más los esfuerzos reales en sostenibilidad, sino que también los distinguen con mayor claridad del greenwashing”, afirmó Constanza Cilley, analista social y directora ejecutiva de Voices!.
Es un arma de doble filo, porque significa que están más informados y que tienen una visión más matizada sobre la sostenibilidad empresarial, por lo que sabrían reconocer iniciativas que son más lavado de cara que compromiso (lo que se denomina “greenwashing”). Por eso es que Cilley asegura que “para las marcas, esto implica que comunicar con transparencia, consistencia y propósito ya no es una opción”, sino que es necesario para construir confianza en esa ciudadanía más atenta y más crítica.
Pero más allá de lo vinculado al marketing, también es notable la correlación que hay entre relacionarse con el entorno y la autopercepción que se tiene de la propia salud y el bienestar. De acuerdo con el estudio, 8 de cada 10 personas que frecuentemente pasan tiempo con la naturaleza se consideran muy saludables, mientras que entre quienes lo hacen rara vez la cifra desciende al 67%.
Si lo vemos en términos de acción individual, un aspecto que a menudo es muy apuntado por las campañas de concientización, podríamos decir que en Argentina un importante grupo cree tener injerencia en el cambio ambiental. La idea de “aportar un grano de arena” cala mucho más profundo entre quienes más contacto tienen con el entorno, y si 56% de los adultos del país están en esa franja, no es un dato menor a explotar.