El tucumano Roberto Palomo es de esos productores que más escuchamos en Bichos de Campo. ¿Por qué? Porque es metedor, laburador, comprometido con sus pares y, sobre todo, franco a la hora de decir lo que piensa. Integrante de la conducción de Apronor, la asociación de productores que pisa fuerte en Tucumán y Santiago del Estero, Palomo expresó las dudas y temores de un productor de carne y hueso frente al debate de una nueva Ley de Semillas en el Congreso.
En este texto que nos acercó y ahora reproducimos, Palomo básicamente pone de manifiesto el riesgo que existe -si los legisladores no hacen las cosas a conciencia-, de que algunas compañías con el nuevo marco legal puedan imponerle al productor regalías demasiado onerosas o haya posiciones dominantes en base a tal o cual tecnología agrícola. Aquí el texto:
“Estaba por comenzar diciendo que la Ley de Semillas vigente es vieja, porque es de 1973. Pero reculé cuando me di cuenta que yo soy de 1972. Es verdad que la ley es obsoleta, porque entre otras cosas no abarca los eventos biotecnológicos. Y es por eso que tenemos el despelote que tenemos con Monsanto.
Ver Etchevehere pide que la nueva Ley de Semillas sea bautizada como “Ley INTA”
Los productores veníamos zafando con la soja y el trigo, que son autógamas, hasta que se inventó Bolsatech, que detecta la tecnología Intacta RR 2 Pro en los camiones que entran en las plantas de acopio. Curiosamente este test fue inventado por una empresa argentina llamada Bioceres.
Creo que hoy ya no se discute en nuestro sector que tenemos que tener una Ley de Semillas aggiornada a los tiempos que corren. Sin dudas algo saldrá del Congreso, más tarde o más temprano. Una ley donde se reconozca la inversión que se hace para mejorar genéticamente una semilla.
Esto sucederá a pesar de que vivimos en un país donde no se respeta la propiedad intelectual: fotocopiamos libros, vemos copias truchas de películas antes que se estrenen en el cine, se producen medicamentos con drogas que tienen exclusividad en otros países, por citar algunos ejemplos. Pero no importa, será el sector agropecuario el que comience por dar el ejemplo.
Lo que nos preocupa a los productores es el ‘Quantum’, porque este es un gobierno liberal, que ya dijo en varias oportunidades que no va a intervenir en cuestiones de privados.
Ver Juan Farinati: “El productor paga de manera anticipada de 60 a 70% de la tecnología Intacta”
Si vemos las pretensiones de Monsanto con el cobro compulsivo que viene tratando de hacer, el canon costaría 15 dólares por tonelada por el uso de tecnología Intacta, que hoy abarca el 82% de la superficie sembrada en el norte, según datos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres.
Es decir que con una soja que en la presente campaña promedió 2,4 Tn/ha, el productor estaría pagando 36 dólares por hectárea por una tecnología que es un ‘accesorio’ de algo principal que es la semilla, de la cual el productor hace uso propio (práctica que está generalizada en la Argentina y que pasaría a estar legislada por la nueva ley).
Esta semilla le cuesta al productor 12 dólares por bolsa de 50 kilos y, como en promedio se siembran 60 kg/ha, al productor le cuesta casi 15 dólares por hectárea la semilla de uso propio. En ese valor estarían incluidos: el costo de oportunidad de no venderla para consumo, el costo de zarandearla para sacar los granos partidos e impurezas, el costo de colocarla en una bolsa de 50 kilos, y el costo de estibar y almacenarla durante 6 meses hasta la fecha de siembra.
Yo digo: ¿puede salir más caro el collar que el perro? ¿Puede ser mas caro lo accesorio (que es una de las varias tecnologías que vienen en la semilla) que lo principal (que es la semilla que contiene esa tecnología?
¿Es un precio razonable para la tecnología Intacta 36 dólares por hectárea y para la semilla que contiene esa y otras tecnologías 15 dólares?
Ver Gustavo Idígoras: “El 94% de la cosecha de soja pasó por el Sistema BolsaTech”
La situación hoy es que abogados que dicen representar a Monsanto llaman telefónicamente a productores y los amenazan literalmente con embargos e inhibiciones sobre sus bienes.
La información de los productores es facilitada por plantas de acopio o exportadores que actúan como colaboradores de Monsanto a cambio de un porcentaje (no todos, hay honrosas excepciones ) de los montos que se reclaman.
Claro, se trata de un negocio millonario. Si Monsanto cobrara los 15 dólares que pretende sobre el 38% de superficie sembrada que adoptó la tecnología a nivel país (porcentaje revelado por la propia Monsanto), a un promedio de 2,4 toneladas de soja sobre un área de 20 millones de hectáreas, es decir sobre 18 millones de toneladas, nos da la friolera de 270 millones de dólares. Y esto es calculando sobre la presente campaña, donde el rendimiento cayó por la sequía.
Por eso creo que la ley debería fijar un precio de regalía para la semilla, de no más de 5 dólares por hectárea, que debería fijarse en un porcentaje del valor pizarra de cada cultivo por hectárea. Es mi humilde opinión, espero haber aportado algo al debate”.