La “Región Pergamino” (suma de los partidos de Pergamino, Salto y Rojas) tiene las mejores tierras agrícolas de la Argentina. Allí se cultivan más de medio millón de hectáreas de soja, maíz y trigo, y se obtienen cerca de 4 millones de toneladas de producción, el 10% de lo que produce toda la Provincia de Buenos Aires. Esa producción tiene un valor de 1.223 millones de dólares, lo que implica que se van de la región en concepto de retenciones unos 295 millones, que se suman a otros impuestos. En términos teóricos, los estados nacional, provincial y municipal absorben 437 millones de dólares de los productores de granos de esos distritos.
Un informe elaborado por FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) a pedido de la Fundación por Pergamino, se concentró en analizar qué cosas se podrían hacer en la región si los recursos que el fisco nacional le extrae por retenciones quedaran en el lugar. Para empezar, el trabajo documenta que esos casi 300 millones que se van de los tres partidos del norte bonaerense equivalen a 4 veces el presupuesto de la Municipalidad de Pergamino, a 4,4 veces el dinero público de Salto y en 4,8 veces el erario del partido de Rojas.
El objetivo del trabajo de FADA, una fundación financiada por productores cordobeses para mostrar la relevancia del sector agroindustrial, ha sido traducir para la gente común de esos distritos cuánto pierden todos, y no solo los productores, por el imperio de las retenciones o derechos a la exportación. Se trata de dinero que deja de ingresar al circuito económico local, pues se descuenta a los productores al momento en que deciden vender sus cosechas.
Así las cosas, el estudio compara: con un año de Impuesto a las Exportaciones en esa región se podrían financiar 10 hospitales, 100 escuelas y 7300 cuadras de pavimento. Eso imaginando que la plata -los mencionados 295 millones de dólares- quedaran en mano de la gestión local y no se fueran a las arcas nacionales para atender diversos gastos, como los salarios estatales o el pago de la deuda externa.
Otro ejemplo de lo que pierde la región por las retenciones es que se podría reconstruir y estabilizar 3.600 kilómetros de caminos rurales por año, en caso de que se decida que ese aporte regrese en beneficios concretos para el sector.
¿Y qué sucedería si ese dinero quedara en poder de los productores? En su afán de buscar comparaciones, FADA estimó que la plata alcanzaría para instalar una planta de bioetanol, 10 plantas eléctricas de biogás, un molino harinero, 10 granjas de cerdos, un frigorífico de cerdos y otro de bovinos.
“Estas inversiones que se ponen como ejemplo de lo que se podría hacer, tienen el potencial de crear empleo para 3.500 personas. Es decir que, generalizando este ejemplo, con un año de este Impuesto, perdemos la posibilidad de generar 3.500 empleos anuales en cada región productiva”, señaló David Miazzo, el economista jefe de FADA.
“Este trabajo llega en un momento donde las discusiones sobre la coparticipación de impuestos son un tema en la agenda nacional y los derechos de exportación son el componente principal de esta discusión. Los resultados dan cuenta del impacto regional que tienen este tipo de impuestos, muestra contundentemente la cantidad de recursos que parten de las regiones y no vuelven”, expresó César Belloso, productor agropecuario y miembro de la Fundación por Pergamino.
“Con las retenciones se pierden inversiones en salud, educación, seguridad como así también empleos. Todo esto tiene un impacto negativo para las posibilidades de desarrollo local integral”, afirma Belloso.
La presión tributaria promedio a nivel país es de casi el 30%. Sin embargo, por imperio de la vigencia de retenciones (son de 33% para la soja y de 12% para los cereales), la presión tributaria en la región analizada alcanza el 38% en el caso del maíz, el 41% en el trigo y el 53% en la soja.