En 2020, plena pandemia, un grupo de desarrolladores se propuso aprovechar la “fiebre de la adopción tecnológica”, acelerada notablemente por las medidas de aislamiento, para crear una nueva “app” destinada al agro. Lo difícil era descubrir a qué dedicarla para no ser una más entre las tantas que se crearon para el sector.
La respuesta llegó de forma natural, cuando, en diálogo con productores, descubrieron que la gestión de autorizaciones para la aplicación de insumos químicos, sobre todo en zonas del periurbano (el cinturón de campo alrededor de los pueblos), era un trámite de por sí engorroso, que se complicaba aún más por el desorden normativo que genera esa actividad, debido también a las constantes quejas de los vecinos.
“Nadie se quería meter con el periurbano y Agrohub lo hizo”, relata Marianela Bonini, actual CEO de la agtech, quien explicó a Bichos de Campo cómo lograron, en 5 años, sumar a más de 4000 usuarios y 300 asesores, y sellar acuerdos con más de 200 municipios del centro del país.

Sin una Ley de Fitosanitarios ni de Buenas Prácticas Agropecuarias que establezcan reglas claras para las aplicaciones a nivel nacional, lo cierto es que la actividad se ve condicionada por las muchas normativas provinciales y locales que suelen ser o demasiado restrictivas, o demasiado permisivas y, por qué no, contradictorias.
Cuando pensaban el propósito de Agrohub, sus desarrolladores descubrieron que, a los dolores de cabeza que de por sí significa aplicar agroquímicos -aún sean de banda verde o los menos tóxicos- en terrenos cercanos a las poblaciones, se sumaba la burocracia estatal. Por eso, decidieron que su aplicación debía ayudar a resolver ambos dilemas, y para eso necesitarían no sólo atraer productores sino, y sobre todo, trabar acuerdos con municipios.
Hace 5 años atrás, cuando aún no había un uso extendido de la receta fitosanitaria digital, Agrohub se lanzó con una propuesta tentadora: el productor o agrónomo podría solicitar permiso para aplicar al municipio a través de la app, recibiría la respuesta por ese mismo medio y, al hacerlo, su actividad quedaría registrada, incluso con información de las condiciones climáticas bajo las que lo hizo.
Y fue así como se instalaron, prosperaron, y convencieron tanto a usuarios como a funcionarios. Para unos, significa evitar los trámites presenciales y, para los otros, agilizar tareas. Para todos, el costo es cero, ya que la app brinda un servicio gratuito.
Desde ya que no resultó ser un proceso rápido y sencillo. “Fue y es un trabajo hormiga”, explicó Marianela, que junto a su equipo ya ha logrado que municipios de Córdoba -su provincia natal-, Santa Fe, Buenos Aires y, recientemente, Entre Ríos, aceptaran trabajar con Agrohub. Durante mucho tiempo, eso significó tocar puertas y explicar una y otra vez su rol. Hoy, el “efecto contagio” ha logrado que los teléfonos suenen solos.

El periurbano, que comprende el punto de contacto entre el sector agropecuario y la ciudad, es siempre una zona de conflicto para la aplicación de estos insumos. Eso hace que, a menudo, se pierdan muchas hectáreas productivas por el sólo hecho de no tener un registro del impacto ambiental de esas actividades ni un “trackeo” concreto de todo lo que se hizo.
Para solucionar eso, Agrohub emplea la tecnología “blockchain”, la misma que sustenta a las criptomonedas. “Ayuda a llevar la trazabilidad de los informes, porque no permite cambiarlos, editarlos, o borrarlos”, señaló la CEO de la firma, mientras que su gerente comercial, Candela Fraiz -que es agrónoma de carrera-, destacó lo importante que es eso como “respaldo” ante posibles reclamos o denuncias.
Ver esta publicación en Instagram
Hace ya un tiempo, cuando notaron que lo relativo al registro de aplicaciones funcionaba bien, decidieron extender aún más sus servicios e inauguraron una funcionalidad para cotizar los insumos que se utilizan.
Se llama “Direct” y está disponible dentro de la app únicamente para los asesores, porque la idea es que, antes que una plataforma para comprar agroquímicos como cualquier otra, sirva como una oficina de agronomía digital, en la que se arman las cotizaciones y son enviadas al productor. La venta, de la cual el agrónomo recibe una comisión, se cierra luego con la gerente comercial.
“Es un portfolio lleno de productos de las empresas con las que tenemos convenio”, explicó Fraiz. Por eso, esa vía es la que hoy sustenta económicamente al proyecto, ya que las empresas de insumos traban acuerdos para figurar en Direct”.
Aunque no escapan a las formulaciones tradicionales, la mayor parte de los insumos que ofrecen son biológicos, “por el mismo espíritu y la misión de la empresa, que es reducir el impacto de los fitosanitarios en el agro”, explicó Bonini.
Sin embargo, explicaron desde la agtech, su idea a futuro es que la app sirva también como fuente de datos para medir el impacto ambiental municipio por municipio y poder, finalmente, ayudar a distinguir dónde está el varadero problema de los periurbanos.
Aunque es un proyecto aún muy incipiente, que deben presentar a los funcionarios, les gustaría que Agrohub mostrara el Coeficiente de Impacto Ambiental EIQ, que fue elaborado por la Universidad de Cornell en 1992 y permite determinar con mayor precisión las zonas más comprometidas. A partir de ello, podrían recomendar acciones paliativas y planes de manejo para revertir la situación, alineados con un programa de incentivos para los municipios que más merito hagan.
“Creemos que así vamos a lograr que el periurbano deje de ser la zona más restrictiva y la que peor miran”, reafirmó la CEO de la agtech, que confía como el primer día que fue una buena elección haberse animado a trabajar con ese área tan particular.




