“Los contratistas somos una especie de nómade. Salimos a buscar el trabajo donde haya y pasamos mucho tiempo fuera de casa. Al principio cuando sos joven y querés progresar tenés mucho entusiasmo, pero con el paso del tiempo cuesta estar lejos de la familia”.
Turino hoy es el presidente de la Centro de Contratistas Maquinaria Agrícola de San Vicente, en el centro de Santa Fe. Años atrás hacía largo recorridos para cumplir con clientes que le pedían la trilla o aplicaciones, pero hoy tiene la actividad más concentrada en su región.
Mamó esta actividad de su padre y abuelo, que la llevaban adelante con gran sacrificio. “Mis abuelos y padres se dormían debajo de las cosechadoras. Luego vinieron las cosechadoras que tenían un techo y lonas alrededor que hacían las veces de carpa”.
El contratista contó que su “abuelo tenía una cosechadora con motor a vapor a la que había que arrimarle el cereal y desatorarla, por un lado se embolsaba el trigo y por el otro había que sacar los residuos que era la paja. La cosechadora se llevaba y se instalaba en el lote y había 14 a 20 operarios pendiente de ella”.
“Pero previo a eso era peor aún porque se juntaba el cereal con la hoz y se ponían esos ramilletes con piso firme en un corral, luego se hacía rodar la tropilla de caballos para que vaya desgranando y después se levantaba con palas el trigo y se venteaba. Así se empezó por 1900. El cambio tecnológico fue tremendo”, rememora.
Turno se enfrenta ahora a problemas completamente diferentes y cuenta con equipos muy distintos. La maquinaria con tecnología de punta hace que el trabajo en el campo sea mucho más confortable pero debe enfrentar el stress que provoca una economía destartalada y medidas de gobierno que afectan al rubro.
“Un gran problema es el abastecimiento de cubiertas. Las máquinas están calzadas con cubiertas de alta flotación que se compran a precio elevado porque son importadas, pero este dólar dibujado lleva al desabastecimiento de cubiertas y de correas que son los grandes insumos de las cosechadoras”, explicó.
Turino añadió que la suba de precios de las cubiertas en el último año fue de 30% en dólares, lo que significa que el aumento fuera mayor en pesos. Las cubiertas que el año pasado se pagaban entre 500 y 600 mil pesos en esta campaña valen cerca de 1 millón.
“El gobierno permite la importación de esas máquinas pero no prevé algunos repuestos especiales y en el tema neumáticos lo derivan a los fabricante o distribuidores. Calzar una máquina con 2 rodados grandes implica un gasto de 2 millones de pesos, que es el equivalente el 20% de las hectáreas que cosecha ese equipo en una campaña. Eso es inaceptable”, indicó el contratista.
Turino añadió que a los prestadores del servicio de cosecha como él le quedan entonces dos opciones: “O sale a trabajar más endeudado o sale como puede y a mitad de la campaña no podés terminar el servicio”.
Además, comentó que en esta escalada inflacionaria y al ser el último eslabón en la cadena terminan pagando los platos rotos: “El productor trata de sobrevivir y . Por eso nuestra tarifa quedó relegada respecto de la inflación”.