Como ocurrió con tantos otros trabajadores del rubro del entretenimiento y los eventos, el fotógrafo Alejandro De Tezanos Pinto vio totalmente paralizada la actividad en su productora audiovisual durante el inicio de la pandemia en 2020. Aunque eso significó un duro golpe económico y emocional, un proyecto que comenzó junto a sus hermanos en un campo familiar ubicado en Entre Ríos, meses antes de los primeros contagios, lo mantuvieron ocupado.
“Nosotros tenemos un campo familiar que originalmente era citrícola, y que después se fue haciendo ganadero. Con la muerte de mi padre hubo que empezar a trabajar en el campo, y buscándole la vuelta nos enganchamos con el Pastoreo Racional Voisin (PRV). Hicimos mucha investigación, capacitaciones, y antes de la pandemia empezamos a hacerlo”, contó a Bichos de Campo Alejandro.
Ubicado en la localidad de Puerto Yeruá, la Estancia San Carlos -de 360 hectáreas de superficie- se había transformado desde hacía tiempo en un reservorio de pastizales y arbustos naturales. Su suelo arcilloso, el espeso monte y los espinillos los hicieron optar por mantener esa biodiversidad, y no sumar ningún otro forraje más que alguna pastura perenne sembrada “al voleo” para no tocar el suelo.
El principal desafío era cambiar la disposición de los lotes, subdividirlos y hacer llegar agua a todas las parcelas. Para eso instalaron numerosos caños y bebederos.
“Nuestro campo siempre dejó pocos números, era más vacacional. Luego se volvió un campo de cría con vacas y terneros. Y a lo largo de la pandemia el proyecto fue creciendo. Si bien este tipo de manejo existe hace mucho tiempo, me llamaba la atención la poca repercusión del tema”, señaló el fotógrafo.
Y a continuación agregó: “Lo que tiene esto es que es un círculo virtuoso y acumulativo. El primer año el campo se recupera de forma impresionante, y a medida que pasa el tiempo se mejora mucho más. Empezamos a tener mucho pasto y apareció pasto en donde no había”. Actualmente realizan una rotación de los animales sobre ls lotes de esa pastura cada 24 a 72 horas como máximo.
Pero un efecto secundario a ese mejoramiento del suelo que los hermanos lograron, fue la creación de una comunidad alrededor de este sistema de pastoreo. Al ver a varios vecinos y conocidos curiosos, Alejandro decidió crear una cuenta en Instagram para publicar información y dar a conocer sus avances, que en poco tiempo superó los 20.000 seguidores.
“Lo interesante fue la magnitud que tomó la cuenta. Allí subimos contenido formativo para que los productores puedan estar mejor, invitamos a especialistas, hacemos charlas online, entre otras cosas. Me transformé en un comunicador y capacitador del PRV”, dijo alegre Alejandro.
Con la merma de la pandemia y el retorno de los eventos públicos, Alejandro recuperó su otra pasión y ahora visita el campo cada 15 o 20 días. Con la ayuda de sus hermanos y de un peón rural, él se asegura a la distancia de seguir profundizando este modelo, a la par que sigue ganando seguidores curiosos a diario.