Aunque dicen que los monstruos sólo existen en la ficción, los productores y empresas agropecuarias se enfrenten a uno que está presente en la vida real: la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip). Todos los años se deben rendir cuentas ante este organismo y cruzar los dedos para que los impuestos que fija no impidan la producción y les dejen al menos un a porción de la renta. Es ahí donde entran los contadores y asesores especializados, que pueden arrojar luz a muchas de las cuestiones que se han transformado en una verdadera pesadilla.
¿Y cuáles son los temas contables e impositivos más consultados por los productores? Bichos de Campo acudió a distintos especialistas para dar con las preocupaciones más frecuentes. Una ellas es el famoso Impuesto a las Ganancias.
“Es el principal costo de consulta porque la actividad agropecuaria te termina gravando realices o no ventas. A diferencia de cualquier otra actividad, si vos no vendes la producción la tenés que valuar como si la hubieras vendido a valor de mercado. Quedarte ahorrando en granos, lo que históricamente hicieron los productores, implica que vos pagues el Impuesto a las Ganancia cuando los tenés, y que después pagues cuando los vendas sobre la diferencia de precio que hubo entre el cierre de ganancias y el valor de venta”, explicó a este medio Mariano Echegaray, licenciado en Administración, contador y asesor de empresas agropecuarias.
Aunque quisiéramos exponer una razón más coherente para este inconveniente, lo cierto es que es así simplemente por el criterio de evaluaciones que se ha fijado, lo que convierte al sector en uno de los más discriminados a nivel impositivo.
“Hoy por hoy el Impuesto a las Ganancias no solamente tiene una incidencia en un resultado que ya pasó, sino que incide en la determinación de obligaciones impositivas a futuro como son los anticipos. Lo que tratan de hacer los productores es ir determinando, con una antelación suficiente, cual será el impacto de ese impuesto en función al resultado que van obteniendo”, señaló por su parte Bernardo Ciancaglini, contador especializado en temas agropecuarios, a Bichos de Campo.
¿Hay algo para hacer? La respuesta, aunque tenga gusto a poco, es planificar con anticipación, siempre de la mano de un profesional.
Otro de los temas por los que más se consulta es el de los saldos técnicos del IVA, que se generan por la diferencia entre el IVA que se paga por la compra de insumos, servicios o inversiones necesarias para la producción, y el que se recupera a la hora de la venta.
“El saldo técnico es un saldo inmovilizado, que se deteriora con la inflación, cuya única forma de recuperarse es incrementando el volumen de venta o disminuyendo el volumen de compra. Lamentablemente, el saldo técnico va a depender de la situación de cada productor y de la infraestructura con la que cuente. Su recupero no es una cuestión sencilla de analizar porque entra la complejidad de la actividad en la que se esté trabajando”, afirmó Echegaray.
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“El sistema es tan perverso que el único camino para que te puedas ahorrar algún impuesto es pensar en crecer. ¿Cuál es el problema que tenés para pensar en crecer? Que en la vereda de en frente está la política, que permanentemente está bombardeando al sector agro con malas noticia”, agregó el especialista.
Vale aclarar que existen otros saldos que sí cuentan con un mecanismo un tanto más aceitado para su devolución, como es el saldo de libre disponibilidad, al que se accede por el Sistema Simplificado Agrícola (SISA). El mismo genera una devolución del desfasaje generado por las retenciones aplicadas a la hora de exportar, y puede ser administrado por un profesional contable de forma más rápida.
“El IVA es un antes y un después en la vida del productor. Hoy la presión fiscal sobre la renta agrícola está en torno del 60%, siempre considerando todas las unidades del Estado, desde los municipios hasta los impuestos nacionales. Eso trae aparejado la búsqueda de un esquema alternativo en la comercialización que atenúe distintas situaciones”, indicó Ciancaglini a este medio.
Una herramienta alternativa para aplicar esos saldos técnicos que no se logran recuperar es la inversión en ganadería, que presenta más beneficios fiscales al quitar el pago anticipado de impuestos que sí tiene la agricultura. En la actividad pecuaria, los establecimientos de cría pueden ser valuados en su costo histórico por lo que no se debe pagar por la tenencia de la hacienda, algo que sí ocurre con la tenencia de granos que no se venden.
“En ganadería pagás cuando vendés. Si tenés la posibilidad de vender granos y comprar hacienda, dejás de tener un activo que te valúa en valor de mercado y te pasas a un activo que te valúa a costo histórico. Tenés entonces un beneficio y un incentivo fiscal para invertir en ganadería”, detalló Echegaray. Por desgracia, esta puede no ser la solución más atractiva teniendo en cuenta los vaivenes y las restricciones registradas durante este año.
Finalmente, otra de las consultas frecuentes es la orientación del financiamiento y de las inversiones para obtener beneficios fiscales. Aquí la decisión tiene que ser tomada en base al margen de negocio esperado y más conveniente. Una opción puede ser la compra anticipada de insumos agrícolas, para evitar su aumento, y otra puede ser la transformación de activos a dólares.
“Lo importante es que nosotros, en un contexto inflacionario, si nos quedamos en granos terminamos tributando más impuestos. La recomendación es buscar el negocio y cambiar el paradigma en los productores. El productor agropecuario siempre decide una venta en función de lo que es el precio. Tenemos que dejar de pensar como productores y empezar a pensar como empresarios”, sostuvo Echegaray.
Ahora bien, ¿qué pueden esperar los productores para el año 2022?
“Está clarísimo que el año que viene vamos a tener más impuestos. Se acaba de firmar un pacto fiscal donde se autoriza a las provincias a subir los cuatro impuestos provinciales básicos: sellos, ingresos brutos, inmobiliario y patente. Además se los incentivó a implementar el impuesto a la riqueza, para el cual ya tienen facultad. Ahora hay que ver que decide cada Congreso provincial y hasta donde suben las alícuotas”, determinó Héctor Tristán, contador público y tributarista especializado en cuestiones agropecuarias, en conversación con Bichos de Campo.
El otro inconveniente está en la diferencia del tipo de cambio, que afectó de forma más que notoria al precio de los insumos, registrándose en muchos casos aumentos del 100%. Esto genera imprevisibilidad e inseguridad jurídica a los efectos de poder encarar un nuevo proyecto productivo.
“Antes el productor solo tenía que ser eficiente para producir, hoy tiene que ser eficiente para producir, comercializar, administrar el pago de los impuestos, entre otras cuestiones”, reconoció Echegaray.
Pero a no desesperar. Todos los especialistas acordaron en que la mejor estrategia es consultar y planificar con anticipación las actividades a encarar.
“La consulta tiene que ser permanente. Hay que ir tratando de ver diferentes situaciones que permitan al productor agropecuario estar preparado para atender, de la mejor manera posible, las contingencias que se puedan llegar a generar. Los derechos de exportación, las restricciones cambiarias, la imposibilidad en la comercialización, son todas aristas el productor tiene que tener en cuenta en su análisis”, puntualizó Ciancaglini.
“El concejo que más he dado es la planificación, que va desde cómo se instrumenta un contrato, hasta como se instala una operación, el tipo de sociedad, etc. Hay una cantidad de alternativas que permiten optimizar fuertemente el negocio de punta a punta”, concluyó Tristán.