Los dirigentes rurales se fueron con sensaciones encontradas de la reunión con Alberto Fernández y sus ministros de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; y Luis Basterra, de Agricultura. Es que a pesar de que el gobierno confirmó que las exportaciones de carne seguirán con restricciones por lo menos hasta el 31 de diciembre, también se les prometió que en el próximo mes se escribirá un nuevo proyecto del demorado Plan Ganadero. “Nos juntamos en quince días”, prometió el Presidente.
El ministro Kulfas, que llevó la voz cantante en la reunión y con claridad es el nuevo caballero andante de la política ganadera (aunque ese rol debiera tenerlo Basterra, que se ha convertido solamente en su fiel escudero), anunció que el Gobierno avanzará en los próximos 30 días con el desarrollo de un Plan Ganadero en “consenso” con el Consejo Agroindustrial Argentino, la Mesa de Carnes y los sectores de la producción y el trabajo, y los gobernadores de las provincias productoras. A los dirigentes de la Mesa de Enlace ni los mencionó, pero ellos también se sintieron invitados. Y emocionados por el gesto.
¿Cómo no emocionarse ante la posibilidad de que el gobierno analice políticas de fomento a la producción de carne vacuna? Desde hace añares que estas tierras yermas las entidades rurales vienen pidiéndolas, a ese tipo de políticas, porque es una verdad inocultable que la Argentina podría producir mucho más carne con un poco de esfuerzo y coherencia en sus políticas ganaderas. Y si produce más carne, pues entonces no habría tensiones entre el mercado interno y la exportación, como sucede a cada rato. No deberíamos pelearnos contra molinos de viento.
Tanto se ha reclamado el plan ganadero que ahora anunció Kulfas que ya sabemos de memoria todo lo que habría que hacer. Por caso, levantar el índice de preñez porque no puede ser que casi 40 de cada 100 vacas no queden preñadas todos los años, y entonces así haya muchos menos terneros de los posibles y necesarios. Para esto, se sabe además, es necesario mejorar la alimentación de las vacas, pero también la sanidad. De memoria te lo digo: también hay que revisar las enfermedades venéreas de los toros.
Que habría que levantar el peso promedio de faena no es una novedad tampoco, pues es muy pero muy bajo en comparación con el de otros países ganaderos. Se podría así producir mayor cantidad de carne con la misma cantidad de animales. Recórcholis. Santo remedio y santa inquisición.
Pero también la memoria nos sirve para recordar que cada vez que las entidades rurales planteaban la necesidad de contar con un Plan Ganadero como el que ahora nos proponen nuestros errantes caballeros, las autoridades de turno siempre respondían que era imposible, por la escasez de fondos públicos para llevar la aventura a cabo. Y claro Sancho: para poder producir más carne, al principio unos doblones vas a tener que invertir.
Hasta el gobierno de Mauricio Macri, que se supone era más amigable con los productores, siempre se negó a poner un mango para este tipo de políticas de estímulo.
Pero bueno, y aunque los kilajes de ambos parezcan invertidos, aquí viene cabalgando Kulfas cual Quijote valeroso, a prometernos que ahora sí habrá un plan ganadero, y que saldrá en tiempo exprés de 30 días. Nadie parece desconfiar de que aparezca el dinero ahora. Eso sí, como si fuera un Sancho Panza al que nadie le llevaba el apunte, Basterra debería por lo menos advertir que su gestión comenzó en diciembre de 2019 prometiendo un plan ganadero, que nunca se concretó… por falta de recursos. Esta nota, por ejemplo, es de julio de 2020:
Lo interesante de todo esto es que Don Quijote, nuestro barbado Kulfas, está aprendiendo finalmente la lección, y bienvenido sea que haya incorporado estos conocimientos, para salir de su ensoñación y acaso evitar llevarse un flor de golpe en su embestida con los molinos de viento (los temibles precios de la carne): hay que producir más. Nuestro caballero plantea que es posible crecer de 3 millones de toneladas actuales a unas 5 millones, y vaya que lo es. Allá vamos mi brioso Rocinante.
Pero antes de emprender esta batalla, quizás le convenga a Kulfas revisar el archivo de la historia reciente, pues se daría cuenta rápidamente que quienes han abortado los sucesivos proyectos de plan ganadero son los líderes del movimiento político que a él le toca defender. Los enemigos, mi señor, están dentro de su propio reino.
Néstor Kirchner asumió a principios del milenio y su gobierno decidió cajonear la propuesta de un Plan Ganadero elaborado por el INTA. Luego vino la debacle del cierre de las exportaciones de carne de 2006 y la masacre provocada en el stock bovino por Guillermo Moreno. Años después, Cristina Kirchner planteó un Plan Estratégico Agropecuario (PEA) cuya redacción costó una millonada de dinero, pero que nunca comenzó a aplicarse con seriedad. Los vasallos agradecidos por la buena paga.
Si le sirve al Quijote, aquí una charla que muestra qué sucedió con ese bendito plan, aunque nos cambiemos de novela y hablemos de los tres mosqueteros:
¿Y qué aprendió Sancho Panza? Pues el humilde Basterra, en la conferencia de prensa donde apenas pudo meter bocado, mostró que había incorporado una lección importante. Dícese que aunque la carne vacuna esté cara y el consumo interno haya caído a cifras históricamente bajas de menos de 50 kilos anuales por habitante, no habría que hacerse tanto drama y mucho menos interrumpir los flujos del propio mercado. Pachorro, el valiente escudero explicó que el consumidor local sigue teniendo uno de las ingestas de carnes más elevadas del planeta (106 kilos per cápita) debido a la sustitución de los tradicionales bifes y el asado por mayores dosis de carne de pollo y de cerdo.
Bien ministro, pues es lo mismo que dicen todos los analistas ganaderos que recomiendan no entrometerse con los molinos de viento cerrando las exportaciones. Lastima grande que su Quijote no haya querido escucharlo.