“Esto es la crónica de una muerte anunciada. Es lamentable como con políticas inadecuadas destruyeron año a año nuestra zona. Vengo de una familia de fruticultores y tristeza es lo único que queda”. La frase la dijo una persona vinculada al negocio frutícola al enterarse este miércoles por la mañana que Brasil finalmente suspendió el ingreso de todas las peras y manzanas producidas en la Argentina, dando un golpe casi mortal a los productores del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, principal zona productora de esas frutas.
Ninguna frase hubiera sido más apropiada para arrancar esta “crónica de una muerte anunciada”. El 12 de febrero, en la frontera entre Argentina y Brasil, fue noticia el rechazo de siete camiones cargados de frutas que habían salido de la Patagonia norte rumbo al vecino país. ¿El motivo? La fruta iba infestada con Carpocapsa, una plaga temible, el famoso gusanito de la manzana.
Pasaron más de diez días de ese episodio, que el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) trató de minimizar, como queriendo mostrar que no pasaba nada grave. Pero pasaba. Y volvieron a repetirse los rechazos. Hasta que finalmente el ministerio brasileño de Agricultura (MAPA) emitió una resolución suspendiendo ese comercio que es vital para esa economías regional. En el Senasa confirmaron a Bichos de Campo esa información: es oficial el cierre.
Brasil es el destino de cerca del 25% de la cosecha de peras y manzanas del Alto Valle. Las compra por unos 150 millones de dólares anuales. La región está en plena cosecha y arrastra una larga crisis de competitividad (básicamente los costos son más altos que los ingresos) desde hace muchísimos años. Pero siempre hubo parches, tanto en el gobierno krichnerista como en la gestión de Cambiemos. La política desatendió la situación de los productores del mayor valle bajo riego que tiene la Argentina, con 45 mil hectáreas productivas, muchas de las cuales etsán hoy abandonadas.
Ese abandono, el de la política pública y el de los productores que no pudieron mantenerse al frente de sus chacras, fue la mayor causa del avance de la Carpocapsa. La plaga se hizo fuerte en los montes frutales abandonados y creció todavía más en 2018, porque una temporada más los productores más chicos no tuvieron el dinero necesario para aplicar agroquímicos o realizar las tareas culturales adecuadas. La Carpocapsa avanzaba y todos lo sabían. La Federación de Productores de Río Negro y Neuquén avisó a tiempo de lo que sucedía. Pero como siempre no fue escuchada.
Diez días pasaron desde el primer alerta que llegó de Brasil. En ese momento, el gobierno argentino debería haber puesto a toda su diplomacia y sus equipos técnicos a trabajar intensamente para evitar el cierre del mercado brasileño que se concretó ahora. Deberían haberse arrodillado frente a Bolsonaro de ser necesario para evitar este desenlace que significa grandes nubarrones sobre la economía del Alto Valle. Peor el gobierno prefirió priorizar otras cosas y sus principales funcionarios partieron en caravana rumbo a India y Vietnam a vender otras cosas.
El 21 de febrero, a mitad de esta crónica de una muerte anunciada, el Senasa solo comunicó que había mantenido una reunión con representantes de la cadena frutícola del Alto Valle destinada a “fortalecer las acciones técnicas del plan de trabajo para la exportación de frutas frescas hacia Brasil”. Ese plan de trabajo se estableció en 2015 y se diseñó con Brasil luego de que ese país suspendiera sus importaciones de manzanas como sucede ahora, también ante el hallazgo de Carpocapsa.
Es decir, es un plan relativamente nuevo y muy importante, que no podía fallar. Pero falló.
“Durante el encuentro se brindó información sobre los resultados de la implementación del Sistema de Mitigación de Riesgo (SMR), poniendo el énfasis en los datos que surgen de la presente temporada. los presentes coincidieron en evaluar como altamente positivo el funcionamiento del sistema para otorgar seguridad sanitaria a la producción que se destina al vecino país, sosteniendo comercialmente uno de los principales mercados de la fruticultura regional”, decía el comunicado del Senasa. parece joda a la luz de los resultados.
El Senasa tiene responsabilidad directa sobre la situación, pues son sus técnicos los que inspeccionan y toman muestras de toda la fruta acondicionada en los empaques para ser exportada a Brasil. Sus inspectores aleatoriamente deben tomar un poco de fruta y la cortan a la mitad, para verificar que no albergue al temible gusanito.
La Carpocapsa (Cydia pomonella), también conocida con el nombre de gusano o polilla de la pera y la manzana, es la principal plaga del manzano, peral, nogal y membrillero. El insecto, pertenece al grupo de polillas y produce daños irreversibles sobre la fruta debido a que las larvas (estado juvenil del insecto) se alimentan en el interior de la misma alcanzando las semillas.