Para subir las retenciones a los derivados de la soja, en medio de una guerra contra la inflación y otros anuncios menores del presidente Alberto Fernández, el gobierno se tomó más de una semana: cerró el registro de Declaración Jurada de Ventas al Exterior (DJVE) para la harina y el aceite de soja el 13 de marzo y volvió a reabrir la oportunidad de declarar nuevas ventas recién el 21 de marzo, cuando ya había retocado las alícuotas que le permitirán recaudar unos 420 millones de dólares adicionales de los 9.000 millones que ya recauda del sector agrícola.
La medida estaba decidida claramente desde el primer momento: el registro de DJVE es cerrado por el Ministerio de Agricultura justamente antes de una suba de retenciones, para evitar que los operadores congelen negocios con el tributo más bajo. Pero inexplicablemente toda la semana se mantuvo el suspenso (y el registro cerrado) hasta que Alberto finalmente confirmó el zarpazo. Ahora CRA calculó que el daño de semejante improvisación fue tan elevado como el presupuesto que destinaron los clubes de fútbol más populares del país, River y Boca, para reforzar sus planteles en 2021. Cada uno puso 10 palos por separado.
¿Por qué se produjo semejante pérdida? Informó Confederaciones Rurales en un comunicado que se calculó esa “un costo de oportunidad en por lo menos 10,4 millones de dólares, si se considera que los precios FOB de la harina y el aceite de soja cayeron entre el momento en el que el gobierno determinó ese cierre de DJVE y el momento en el que se habilitó nuevamente el registro de exportaciones”.
Un golazo en contra.
“La estimación considera, para el aceite de soja, que durante marzo usualmente se registran DJVE por el 4,3% del volumen que se exportará en la campaña. No obstante, al momento del cierre del registro de exportaciones sólo se habían declarado 125.000 toneladas, lo que equivale al 2,3% del volumen proyectado a exportar en la campaña. Por lo tanto, tomando como referencia esta media histórica, 102.318 toneladas habrían sido declaradas de no haber existido la restricción”, explicó CRA.
Luego continuó: “Como entre el 14 y el 21 de marzo, fecha en la que se reabre el registro de exportaciones, los precios del aceite de soja cayeron de 1.760 dólares por tonelada a 1.675 dólares, el costo de oportunidad por tener cerrado el registro de exportaciones de aceite ascendería a 8,7 millones de dólares”. El puntilloso análisis fue realizado por Ernesto O’Connor, el flamante responsable del Departamento Económico de la entidad, que reemplazo a Matías Lestani, quien migró en enero a la función pública.
El mismo ejercicio con la harina de soja, a la sazón el rpincipal producto de exportación de la Argentina. En marzo se registran en promedio DJVE por 4,26% del volumen total a exportar, pero al momento del cierre sólo se llevaba declarado 3,9% del volumen proyectado a exportar en el ciclo. Esto quiere decir que, en base a los datos históricos, alrededor de 87.800 toneladas se hubiesen declarado de no haber habido limitaciones a las exportaciones.
Como durante los días que estuvo cerrado el registro de exportaciones, los precios FOB de la harina de soja cayeron de 567 a 547 dólares por tonelada, el costo por no haber podido realizar ventas externas de harina ascendería a 1,75 millones de dólares.
La conclusión de los ruralistas es que “el impacto no es menor en una economía con alta inflación y escasez de divisas. Una pérdida de 10,4 millones de dólares es relevante, dado que, por ejemplo, las reservas del BCRA entre el 2 de marzo y el 23 de marzo pasaron de 37.045 millones a apenas 37.075 millones, con un incremento de 30 millones en 21 días”.
Pero la comparación más efectiva es otra: ¿Cuántos jugadores de fútbol de primera categoría podrían haberse comprado con ese dinero?