El precio del aceite de girasol ajustó bastante por debajo de la inflación general de alimentos en lo que va del presente año sin necesidad de ninguna intervención del gobierno nacional.
La inflación de la botella de 1,50 litros de aceite de girasol, medida por el Indec en la ciudad de Buenos Aires (GBA_CABA), fue en los primeros cinco meses de 2024 del 48,9% al pasar de 1993,7 a 2928,6 pesos.
La cuestión es que en ese mismo período los alimentos y bebidas no alcohólicas registraron en el GBA-CABA una inflación del 68,6%, lo que implica que el precio del aceite de girasol estuvo casi veinte puntos por debajo del promedio general de la canasta básica de alimentos.
Un año atrás el ajuste del precio –también medido por el Indec– del aceite de girasol en GBA-CABA fue del 19,5%, mientras que la inflación del promedio de alimentos se ubicó en 50,1%. Es decir: la brecha fue del orden de treinta puntos.
La diferencia entre una y otra situación es que en el primer tramo de 2023 estaba vigente el denominado “fideicomiso aceitero” instrumentado por el gobierno kirchnerista, el cual fue desactivado a fines del año pasado por la gestión de Javier Milei (aunque en los hechos había dejado de operar meses antes por falta de fondos).
El fideicomiso aceitero creado por el gobierno de Alberto Fernández se gestión con el propósito de subsidiar el precio mayorista de los aceites refinados de soja, girasol y sus mezclas en envases de hasta tres litros comercializados en el mercado interno.
Los fondos para nutrir al fideicomiso se originaban cada vez que un exportador realiza Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) de soja, girasol y de harina y pellets de soja y girasol (no se consideraban a los productos elaborados con granos importados).
Con los recursos obtenidos, las empresas aceiteras que comercializan aceite de girasol en el mercado argentino recibían compensaciones a cambio de vender el producto con un precio mayorista determinado por la Secretaría de Comercio Interior, el cual no siempre cubría los costos de producción.
Si bien los recursos que alimentaban al fideicomiso eran aportados de manera directa por las empresas exportadoras, luego se descontaban –cuando las condiciones comerciales lo permitían– de los precios de los granos, lo que implicaba que el fideicomiso, en los hechos, operaba como una “retención encubierta” para los productores.
Entre las razones que explican el menor ajuste relativo del precio del aceite de girasol se incluye la caída del precio internacional del producto provocada por la aceleración de embarques de origen ucraniano a precios “de remate”, fenómeno ocasionado por las dificultades logísticas experimentadas en ese país en el marco de la guerra con Rusia.
También intervinieron factores internos, como la competencia entre empresas para mantener a aumentar cuotas de mercado y la imposibilidad de aplicar ajustes excesivos en función de la caída del poder adquisitivo de la población argentina.
Decir “bajaron los precios sólos, sin estado”, no es una crítica al estado: el estado está tranquilo, él quiere controlar precios altos nomás