- Conservar los bosques y otros ecosistemas terrestres y acelerar su restauración.
- Facilitar políticas de comercio y desarrollo, a nivel internacional y nacional, que promuevan el desarrollo sostenible y la producción y el consumo sostenibles de productos básicos, que redunden en beneficio mutuo de los países y que no impulsen la deforestación y la degradación de la tierra.
- Reducir la vulnerabilidad, generar resiliencia y mejorar los medios de vida rurales, incluso mediante el empoderamiento de las comunidades, el desarrollo de una agricultura rentable y sostenible y el reconocimiento de los múltiples valores de los bosques, al tiempo que se reconocen los derechos de los pueblos indígenas, así como de las comunidades locales, de conformidad con las normas pertinentes. legislación nacional e instrumentos internacionales, según corresponda.
- Implementar y, si es necesario, rediseñar políticas y programas agrícolas para incentivar la agricultura sostenible, promover la seguridad alimentaria y beneficiar al medio ambiente.
- Reafirmar los compromisos financieros internacionales y aumentar significativamente la financiación y la inversión de una amplia variedad de fuentes públicas y privadas, mejorando al mismo tiempo su eficacia y accesibilidad, para permitir la agricultura sostenible, la ordenación forestal sostenible, la conservación y restauración de bosques y el apoyo a los pueblos indígenas y las comunidades locales.
- Facilitar la alineación de los flujos financieros con los objetivos internacionales para revertir la pérdida y degradación de los bosques, al tiempo que se garantiza la implementación de políticas y sistemas sólidos para acelerar la transición hacia una economía que sea resiliente y promueva los bosques, el uso sostenible de la tierra, la biodiversidad y los objetivos climáticos.
En definitiva: una “estantería” de generalidades completamente inofensivas expuestas en un documento declarativo que no implica asumir compromiso real alguno.
“Instamos a todos los líderes a unir fuerzas en una transición de uso de la tierra sostenible. Esto es esencial para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, incluida la reducción de la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático y mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2°C y continuar los esfuerzos para limitarlo a 1,5°C, señalando que la ciencia muestra se necesita una mayor aceleración de los esfuerzos si queremos mantener colectivamente la meta de 1,5°C “, sostuvieron los 105 países firmantes en esa proclama.
Y apuntaron además que “nos comprometemos a trabajar colectivamente para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030, al mismo tiempo que se ofrece un desarrollo sostenible y se promueve una transformación rural inclusiva”.
Al final del documento aparecían todos los países firmantes del mismo y llamó la atención la ausencia de Argentina (Paraguay no lo firmó), pero posteriormente la vocera presidencial, Gabriela Cerrutti, dijo, a través de redes sociales, que en realidad Argentina firmó la declaración en cuestión, aunque en el documento oficial de la COP26 seguía sin aparecer. Hasta que finalmente se actualizó el documento en cuestión y el nombre del país fue incluido en la lista.
https://twitter.com/gabicerru/status/1455604758379651076