Vengo a confesar algo, señor juez. Como parte del staff periodístico de Bichos de Campo, yo Matías he sido parte de una conspiración mediática para proporcionar un “blindaje mediático” a la aceitera Vicentin, de modo de evitar que esta compañía haya podido ser expropiada y pase a manos del Estado Nacional, que como todos sabemos es un ámbito que alberga a hombres y mujeres muy honestos y sumamente capacitados para conducir a la Patria hacia el destino de grandeza y felicidad que merece su pueblo. También he colaborado para que los directivos de esa compañía gocen de notable impunidad.
Para esto era que se necesitaba Vicentin en manos estatales. Para dar felicidad al pueblo. Y yo, pueril periodista que cotiza su pluma al mejor postor, lo he arruinado todo, pues me he enrolado al servicio de los intereses más oscuros del agronegocio, al igual que muchos de mis colegas especializados en información agropecuaria, e incluso en el mismo nivel que los principales periodistas y diarios leídos por los argentinos. Yo confieso, señor juez, ser una porquería.
Por suerte quedan bastiones de periodismo puro, sano y desinteresado que lograron revelar a los ojos del gran público mi execrable actitud y la de mis pares. En su edición de este lunes, el diario digital El Destape, del maestro de periodistas Roberto Navarro, publicó una nota “exclusiva” que revela “cómo se armó el operativo blindaje de Vicentin con medios y periodistas afines”. Yo, señor juez, supongo que vendría a ser parte del segundo grupo citado, el de los afines. Lo confieso. De tan afín que he sido merecería el destierro de este noble oficio al cual he manchado sin disimulo.
Comienza esta reveladora crónica: “Todavía resuena el ‘Todos Somos Vicentin’, pese a que la evidencia recabada por la Justicia hasta el momento en la causa por evasión y lavado es cada vez más contundente y suma actores perjudicados que litigan contra el pulpo agroexportador en concurso de acreedores. Este apoyo popular a una empresa investigada por desfalco se explica a partir de una maquinaria mediática que se puso a trabajar desde el día cero de la intervención para evitar las consecuencias económicas y legales de su accionar hasta el 2019”.
La culpa, una vez más, ha sido de los medios. Y sí, señor juez: Yo he sido parte de esa maquinaria mediática ahora denunciada.
El Destape, que por suerte está a las antípodas de mi pobre actuación profesional, cita como fuente de su exclusiva un documento “hallado en uno de los teléfonos celulares allanados en la empresa y que fue presentado como prueba la audiencia del 26 de octubre de la causa penal abierta en Rosario” por estafas contra los directivos de la aceitera en default. Al parecer, ese documento revelador de nuestros pecados mediáticos había sido divulgado por el fiscal criminal de instrucción Miguel Moreno, que impulsa esas actuaciones.
En el documento de marras, que llegó a manos de la justicia y que ahora servirá para que se castiguen nuestros pecados, se cita a varios diarios como Clarín, La Nación e Infobae y a periodistas de renombre que “influyen en la opinión pública”, como Willy Kohan, Guillermo Laborda, Marcelo Bonelli, Nicolás Wiñazky, Antonio Laje y Eduardo Feinman. Pero también aparecemos mencionados muchos otros periodistas especializados en agro, bastante más desconocidos que aquellos, como Alejandro Canepa, Fernando Bertello, Juan Martin Melo, Cristian Mira, Mauricio Bártoli, Héctor Huergo, Matías Longoni y Darío Guardado.
Confieso, señor juez, que no sé si ellos han formado parte de este complot mediático. Por lo menos que quede claro que yo sí lo he sido.
Casi sin dudar supongo que la “exclusiva” de El Destape, su señoría, surgió cuando el avezado abogado Gustavo Feldman, compartió en sus redes sociales el mismo documento que ahora cita el medio. Feldman, que únicamente actúa en busca de justicia, representa a alguno de los damnificados por la gigantesca deuda que dejó Vicentin, y que nosotros nos hemos ocupado de ocultar. Tanta es la enjundia que le pone a su trabajo este profesional del derecho que incluso publicó un revelador libro llamado “Nunca Fuimos Vicentin” cuyo prologo está escrito nada más y nada menos que por el ilustre Aníbal Fernández, actual ministro de seguridad de este gobierno.
Fue el 31 de octubre que Feldman publicó sobre este tema en la red social Twitter, es decir unos ocho días antes de esta publicación reveladora de El Destape. Afirmaba el leguleyo al copiar el documento que esa era “la prueba para lograr la impunidad del desfalco”.
Como se ve en esta saga, señor juez, el abogado Feldman compartió un documento que parece ser el borrador de una estrategia de prensa de la compañía Vicentin, y en el cual aparecen los nombres de varios periodistas agropecuarios. No duda el valiente abogado rosarino en publicar ese escrito donde aparece, entre otros referentes del periodismo rural, mi propio nombre. No le importó manchar ni mi prestigio ni el de mis pares porque, está claro, hemos sido parte del “plan para lograr la impunidad” en el caso Vicentin. El mismo Feldman así lo ha escrito. Y bien que lo ha hecho, porque yo aceptó mi parte de la culpa.
Arrésteme Sargento, y póngame cadenas, si soy un delincuente que me perdone Dios.
Señor juez: Queda claro entonces que Feldman, cual valiente Quijote contra molinos de viento, fue el primero en exponer esta conspiración planetaria para evitar que la verdad se imponga en el caso Vicentin. También ha quedado patente de dónde tomó El Destape esa misma información para construir una gran exclusiva, una muestra cabal del periodismo bien ejercido. Para el resto, para todos los mencionados en esa minuta obtenida de un allanamiento, solo debería quedar el destierro por lo que hicimos.
Si usted, señor juez, decidiera convocarme a declarar en esta causa, no tenga duda que me declararé “culpable” de inmediato, pues he formado parte de un complot mediático para brindar cobertura al grupo Vicentin.
Y si acaso usted, su señoría, no me creyera y me pidiera pruebas, le mostraré con facilidad que como periodista y como medio especializado en agro, desde Bichos de Campo no hemos sido ecuánimes en el tratamiento de la información sobre este resonado caso periodístico y sobre las denuncias por estafa que ha hecho el prestigioso abogado Feldman.
Para confirmarlo le sugiero ingresar al buscador de la página Bichos de Campo, en la cual trabajamos varios periodistas, y colocar allí donde figura una lupita la palabra “Vicentin”. Obtendrá 26 paginas de resultados con notas de todo tipo y color. También allí hallará el material de la más baja calaña, como corresponde al acto delictual que aquí nos ocupa.
Pero detengámonos solamente en tres de esas notas, que tienen al abogado Feldman como protagonista:
Declaro:
- Nosotros no publicamos el 19 de mayo pasado una nota donde el propio Feldamn proponía “tipificar e incorporar al Código Penal la ‘estafa granaria’, que tendría una pena de entre 2 y 7 años de prisión”
- Tampoco edité yo personalmente un artículo, el 10 de agosto de 2020, donde el prestigioso abogado presentaba su libro y donde argumentaba que “acá hubo un desfalco programado, diseñado y ejecutado”.
- Y finalmente tampoco fui yo, ofensa viva al periodismo, crápula rampante en operaciones varias, quien el 18 de septiembre pasado publicara una nota titulada: “Después de escribir un libro sobre la ‘estafa’ cometida por Vicentin, el abogado Gustavo Feldman concluyó que deben revisarse los usos y costumbres del mercado de granos”.
Incluso le juro su señoría que quien aparece en esta nota de video entrevistando a Feldman no soy yo. No sé quien será, pero supongo ha de ser un doble muy parecido a mi, que seguro trabaja para El Destape o algún otro medio probo, que no participa de operaciones de prensa ni brinda blindaje mediático a nadie.
Lo dicho, su señoría, me entrego. Y supongo que todos los colegas mencionados en el artículo citado al principio de esta confesión, en la “exclusiva”, harán otro tanto. Usted, gracias al aporte del valeroso Feldman, habrá así podido detener a una peligrosa banda.
Le hablo con honestidad, señor juez, me arrepiento de lo que he hecho. Y si acepto pasar al bando de los arrepentidos es porque creo que debemos de una vez por todas depurar el oficio periodístico de sucios operadores mediáticos como quien escribe.
Algún día deberíamos volver a sentir orgullosos de nuestros periodistas. Deberíamos sentir tanto orgullo como el que seguro sienten los abogados por Feldman y otros profesionales de su talle.