Este año fue todo un desafío para el sector de la maquinaria agrícola argentina porque tuvo que encarar dos frentes en simultáneo. Por un lado, una demanda golpeada por una sequía histórica que, además, está sufriendo enormes distorsiones de mercado promovidas por el gobierno nacional. Y, por otra parte, gigantescas dificultades para hacerse de las divisas necesarias para importar piezas y repuestos.
Ese combo fatal, como era de esperarse, provocó una caída de las ventas de maquinaria agrícola autopropulsada que, en los primeros ocho meses del año, fue del 7,1% en el caso de los tractores, del 22,8% en pulverizadoras y del 30,6% en cosechadoras.
Sin embargo, la filial argentina de la estadounidense John Deere logró mantener casi el 40% de la participación de mercado en la Argentina, mientras que en segundo lugar –más lejos– por el grupo CNH (Case IH y New Holland) con el 28,0%.
En el caso de las cosechadoras, según cifras difundidas por los concesionarios (Acara), John Deere fue la empresa que logró registrar la menor pérdida relativa de ventas en lo que va del presente año.
En lo que respecta a los tractores, la compañía estadounidense con el característico color verde fue la única de las grandes que pudo incrementar las ventas en un año tan difícil como el actual.
En cuanto a las pulverizadoras, si bien John Deere a través de su controlada PLA logró mantener el liderazgo del segmento, perdió participación de mercado debido a una competencia muy agresiva de CNH, Caimán, Metalfor, Jacto y Stara.
Las razones detrás del fenómeno John Deere son múltiples y dependen de factores tan variados como preferencias personales de los compradores, disponibilidad de variedad de equipos, adecuadas condiciones de acceso a los mismos, buen servicio post venta y un largo etcétera.
Este año durante Expoagro y Agroactiva se presentaron –por montos y tiempos limitados– créditos con tasas de interés accesibles que contribuyeron a sostener el nivel de ventas, pero, una vez finalizados tales eventos, la oferta de financiamiento a largo plazo resultó muy escasa.
Adicionalmente, vale recordar que aquellos empresarios agrícolas que no hayan vendido más del 95% de su última cosecha de soja deben hacer frente a tasas de interés superiores en función de una normativa discriminatoria implementada por el Banco Central (BCRA).
A pesar de todo, los integrantes de la filial local de John Deere se las rebuscaron para intentar que la crisis se note lo menos posible. Al menos para ellos.