La oficina de Iván Engels es una por demás particular. Su escritorio es el tablero del auto que maneja, su silla la butaca del conductor, y su rutina la menos rutinaria de todas. Por suerte aunque también por elección, este hombre de 44 años, oriundo de Quilmes, ha conseguido lo que muchos anhelan: viajar como trabajo fijo.
Aunque podría decirse que esta historia inició en el año 2010, cuando Engels recibió una oferta laboral de parte de una reconocida empresa para realizar la instalación y el mantenimiento de la telefonía fija en áreas rurales de la provincia de Buenos Aires, la génesis de este relato hay que buscarla en la niñez del quilmeño.
“Cuando era chico y salíamos con mi papá y mi mamá, por ejemplo a la costa, disfrutaba más del viaje que de las vacaciones. Ver el campo, ver los caminos que se perdían en el horizonte y pensar en las casitas que se perdían allá a lo lejos. ¿Qué habría en ellas? Cuando compré mi primer auto, en el año 2000, fue que empecé a hacer viajes cortos”, contó Engels a Bichos de Campo.
“Antes del 2010, por ahí viajaba y disfrutaba solo. La cosa era buscar fotos o salir con mis amigos para pescar y disfrutar del campo. Cuando empecé a viajar por trabajo, comencé a recorrer pueblos perdidos y me creció mucho más la pasión que tenía de chico”, afirmó.
En cada charla que mantiene, Engels siente la necesidad de explicar cómo es que logra vivir de algo que para muchos ya quedó obsoleto.
“Aunque te parezca mentira, en los pueblitos todavía hay teléfonos públicos. Se usan mucho porque por ahí no hay señal, no hay internet, así que es un medio de comunicación muy importante que tienen ellos”, señaló.
Eso lo llevó a especializarse en la reparación e instalación de teléfonos públicos en pueblos que no superaban los 500 habitantes, o en otros cuya población con suerte era mayor a una docena.
“Mi trabajo me llevó incluso a un pueblo donde hoy vive una sola persona. Así es que comencé mi recorrido con pasión, porque es lo que me gusta a mí”, remarcó.
La curiosidad despertada en Engels con cada nuevo destino lo motivó a documentar sus hallazgos -y a las personas vinculadas a ellos-, y a volcar sus fotos y videos en las redes sociales. Gracias al boca en boca, la página que creó en Facebook llamada “Viajando por los pueblos de Buenos Aires” alcanzó los casi 180.000 seguidores.
De las 1200 ciudades, pueblos y parajes que se estima que tiene Buenos Aires, Engels ya lleva recorridas casi 1.000 de esas locaciones, número que llega a los 1.400 si se considera a aquellas en otras provincias.
“Hace tres años me ofrecieron desde el trabajo ir hacia otras parte del país, por lo que además de Buenos Aires ya visité La Pampa, San Juan, San Luis, Mendoza, Córdoba y Santa Cruz. Ya pasé el millón de kilómetros desde que manejo”, detalló.
-¿Con qué realidad te encontrás cuando vas a estos pueblos?- le preguntamos.
-Una frase que me dicen en muchos pueblos es que allí solo quedan los viejos. La gente joven se va porque solo tienen primaria, no secundaria. Los hijos y nietos se van a estudiar a otras ciudades y se quedan a vivir ahí, donde se ponen en pareja. Y no regresan más.
-¿Qué buscás lograr frente a eso? ¿Visibilizarlo?
-Mi idea es que la gente conozca estos lugares tan lindos que tenemos en la provincia de Buenos Aires, pueblos que yo llamo “perdidos” pero que son muy turísticos. Quiero que la gente recorra lo lindo de la provincia antes de salir hacia otro país. También quiero darle la oportunidad a la gente que no puede viajar, que conozca a través de una foto y un relato ese lugar.
-¿Te gustaría poder seguir manteniendo esto en el tiempo?
-Sí, obvio. Yo siempre dije que el día de mañana cuando se corte el tema del trabajo, quiero tratar de hacerlo por mi cuenta y seguir recorriendo. Me faltan muy pocos puntos de la provincia por conocer.