El engorde a corral sigue en crisis. Según el último informe de la Cámara Argentina del Feedlot (CAF), el encierre aumentó sólo 0,5% respecto de diciembre y llegó a apenas a 56,5% de la capacidad total instalada en el sector. Esto sucede a pesar de que la seca, que debería haber ayudado a tener una ocupación mayor. El asunto es clave, pues una mayor cantidad de animales reduce los costos fijos en este tipo de establecimientos ganaderos.
Lo que sucede es que las cuentas siguen dando mal. Este informe indica que la pérdida en la producción de un animal liviano llega a 3.000 pesos por cabeza, sin contar el costo financiero de la inmovilización del capital. En la comparación contra, por caso, un plazo fijo que da 3% mensual y teniendo en cuenta que a los 3 meses de engorde hay sumar varios más de recría, la pérdida de producir carne en corrales es mucho mayor.
Los números dan en rojo por varios motivos. Por un lado, porque aumentan los costos de estructura y los gastos operativos. Entre ellos se destaca el valor de los granos, que seca mediante está impulsando los precios también a nivel interno. Con un valor de la tonelada de maíz en 25.000 pesos, el costo de producción en un feedlot se acerca mucho al valor de venta. La relación termina siendo de 9/10 a 1.
Pero además hay que tener en cuenta el desfasaje que hay entre la hacienda de invernada y el gordo, el animal terminado. La relación es de 1,25 a 1, cuando para que el número deje algún margen la diferencia debería ser de 1,15 a 1. Por terneros de invernada se pagan entre 300 y 330 pesos el kilo vivo, cuando la hacienda liviana con destino a la faena se negocia en el mejor de los casos entre 240 y 250 pesos.
Es probable que con la llegada de la zafra de terneros, que se va a manifestar con más fuerza en las próximas semanas, aparezcan mejores oportunidades de compra para los feedlots. Pero hay que tener en cuenta que en los últimos dos años los valores del ternero de cría se mantuvieron firmes durante todo el año y además que la caída en la producción de granos reduciría el poder de compra de los productores mixtos, aunque se vería compensada en algo por la mejora en los valores.
Los feedlots que sobreviven en este contexto son los que tienen alguna integración con otro eslabón productivos o comercial. Ya sea los que fabrican su alimento, los que están integrados a la cría o al comercio de hacienda. Pero en el resto de los casos se profundiza la descapitalización. En efecto, según el informe de la Cámara de Feedlot, el 60% de la hacienda está en los engordes de mayor tamaño, los de más de 10.000 cabezas que son también los de mayor espalda financiera, que pertenecen a frigoríficos o producen sus terneros y alimento.
Lo que le queda esperar a los feedloteros es una corrección importante del precio del gordo, que compense las pérdidas. Pero en ese caso es probable que ése ingreso se traduzca en mayor demanda de terneros y así se seguirá corriendo una inalcanzable zanahoria donde los números continuarán en rojo.
Foto de protada: Diario La Nación.