A pocas horas de oficializarse el mega decreto desregulador de Federico Sturzenegger, quien finalmente obtuvo el aval del presidente Javier Milei para intervenir en las funciones de varios organismos agropecuarios, los trabajadores del INTA ya se declararon en estado de alerta y movilización.
La primera cita tras haber entrado en vigencia la Resolución fue en el barrio de San Telmo, más precisamente en la sede administrativa ubicada en Chile 460. Fue una asamblea con amplia participación del personal, que tuvo el apoyo de la Asociación del Personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Apinta) y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Reuniones semejantes se repetían en varias experimentales del INTA en el interior del país.
El mensaje de la reunión fue claro y unívoco: Ahora empieza el momento más álgido de la lucha y los trabajadores deben estar más unidos que nunca. Con lágrimas en los ojos, y muchos aplausos, representantes de diversas áreas hablaron frente a los trabajadores. Hubo una mezcla de caras largas y cabezas gachas, que se levantaron para entonar cánticos y salir a la calle a demostrar que el desarme del organismo no será silencioso ni pacífico.
Lo cierto es que, a pesar de que lo esperaban hace varias semanas, el famoso decreto desregulación, publicado este martes en el Boletín Oficial, no deja de tomar a los trabajadores por sorpresa. “Creíamos que no nos iba a tocar, pero nos tocó”, fue el contundente mensaje que dio Héctor Ferrario, miembro del área de articulación institucional de la Dirección Nacional Asistente de Extensión Rural y Transferencia Tecnológica del INTA.
Eso también explica por qué en la asamblea de este martes, más que líneas concretas de acción, primó un sentimiento de camaradería y la propuesta de mantenerse unidos. En diálogo con Bichos de Campo, algunos referentes confirmaron que el próximo paso será iniciar acciones judiciales contra la medida de Sturzenegger, de las que aún están trabajando en sus detalles.
También cuentan con otra vía, que es la del Congreso. Como todo decreto, si esta medida es rechazada por diputados y senadores, pierde vigencia. En ese sentido, Silvia Ceva, delegada de ATE en INTA, pidió a los trabajadores salir a hablar con los legisladores e insistir sobre esa consigna.
“Nos parece un poco lejano, pero podemos marcar presencia, visibilizar lo que pasa y hablar como orgullosos estatales”, señaló.
A punto de cumplir 70 años, el organismo se enfrenta a un proceso de cambio que, al menos hasta que se judicialice -tal como se espera- la norma impulsada por Sturzenegger, ya se puso en marcha. En realidad, ya fue iniciado algunos meses atrás, cuando se intervino la Dirección Nacional formada por empleados de carrera elegidos por concurso, y se dispuso la creación de una gran secretaría administrativa, que absorbió 7 de las 10 direcciones nacionales, y se comenzó a paralizar proyectos, desfinanciar investigaciones y a forzar la salida de varios trabajadores.
“Nos tenemos que defender, basta de agachar la cabeza”, expresó Ceva, en línea con el pedido de unidad que también repitió Ferrario, en defensa de los 1500 trabajadores que podrían ser desplazados próximamente.
En la asamblea, tomó la palabra también otra trabajadora: “¿Dónde va a ir nuestro trabajo? ¿Cuál va a ser nuestro laburo? Esto no va a existir. No es solo nuestro puesto de trabajo, sino que todo lo que hicimos hasta ahora muere”, dijo, visiblemente emocionada.
Además, también se insistió sobre la pérdida de autarquía política y económica que afrontará el organismo de investigación y desarrollo tecnológico. Y es que, de ahora en más, el INTA será un organismo desconcentrado a cargo de un sólo funcionario con rango de secretario de estado, que responderá directamente a Sergio Iraeta -y hacia arriba, a toda la pirámide de poder-.
De golpe y plumazo se borra al Consejo Directivo, que estaba integrado por el sector público y privado, y se lo reduce a Consejo Técnico. Ahí es donde perderán sus dos bancas las universidades y los productores pasarán a tener cuatro en vez de cinco. En algún sentido, los privados van a “ver pasar la pelota”, porque ya no tendrán poder de veto ni de gestión, ni mayoría en comparación con los miembros gubernamentales.
Sobre eso se expresó Daniel Romero, secretario general de APINTA, que recordó que hace meses el Consejo Directivo vota en línea con lo propuesto por el Gobierno Nacional, con la única oposición de la Facultad de Veterinaria y la Federación Agraria.
Asimismo, aseguró que, por su apoyo al desarme del INTA, los dirigentes rurales hoy atraviesan una “crisis de representatividad”, y son apuntados por los organismos del interior. “El silencio de las asociaciones del campo es sorprendente. Los 4 tipos de la Mesa de Enlace que están sentados en el Consejo Directivo hoy no pueden levantar la mano ahí sin dar explicaciones a sus bases”, expresó Romero.
En esa línea, también apuntó a los demás representantes que han guardado silencio ante el plan de ajuste. “¿Qué pasa con algunos directores regionales que están mudos? No les comieron la lengua ellos ratones, están especulando y son unos miserables”, lanzó el dirigente.
Esa pérdida de autarquía política se suma a la que ya se le quitaba de facto, que era la económica. Hasta el momento, el organismo siempre dependió de las erogaciones presupuestarias que bajaban desde el Palacio de Hacienda, que quitaba los fondos al INTA y se los administraba a su parecer.
Ante la mirada atenta, y un tanto preocupada, de los trabajadores congregados en el edificio de San Telmo, los referentes enfatizaron en que hay que hacer frente a los planes del Gobierno. “Se puede ganar. Hay que prepararse porque ellos son jodidos”, afirmó Flavio Vergara, uno de los trabajadores del organismo.
En la previa del 9 de julio, también se deslizaron consignas patrias: “Estos tipos son la dependencia, y por eso golpean el almanaque. Vienen a cambiar la lógica del país, pero nosotros vamos a defender la independencia”, agregó Vergara, que lamenta lo profundo que ha calado el discurso de la motosierra y los “ñoquis”, que agita el Gobierno desde hace meses, tanto dentro como fuera del organismo.
“Minaron la conciencia de clase de nuestros compañeros trabajadores. Hay que estar convencidos de que servimos a la comunidad y que lo que hace el INTA es esencial”, destacó, sobre el cierre de la asamblea.
Lo curioso es que ese plan de ajuste fue pergeñado a pocas cuadras de allí, donde el único contacto con la naturaleza lo aporta la Reserva Ecológica de Puerto Madero y hay una visible desconexión con la realidad del interior productivo. Es ahí, en las economías regionales y en los pueblos alejados de Capital Federal, donde por décadas se investigó, construyó conocimiento y se forjó arraigo, con los trabajadores del INTA como protagonistas.
Vayan a trabajar, parasitos !!!, con estos berrinches lo unico que demuestran es que son unos inutiles.
Si los productores agropecuarios no los están acompañando, entonces hay que sospechar que, realmente, el gobierno tiene razón.