Cuando terminó de estudiar en Buenos Aires, Sebastián De Paula decidió que quería hacer valer su título de licenciado en genética en su tierra natal. Hace ya 12 años que tomó esa decisión, todavía sigue instalado en la capital pampeana y su presente profesional lo encuentra abocado al mejoramiento de razas bovinas.
El encuentro que tuvo Bichos de Campo con De Paula fue fortuito. El profesional escuchaba atento el panorama que trazaba el especialista Diego Ponti durante el encuentro organizado por la Asociación Argentina de Angus en La Pampa. Un comentario a la pasada delató su profesión, y un breve intercambio de palabras dio cuenta de lo mucho que le apasiona la genética animal.
Es joven, acumula bastante trayectoria y, sobre todo, es expeditivo. A tal punto que, además de los rodeos de la región, hoy trabaja también con productores chilenos y se ha abocado a una raza francesa poco común en el país, la Charolais. Su servicio, como suelen hacer los genetistas, es el de asesorar a los cabañeros y elaborar planes para invertir en genética, como modo de sumar valor a largo plazo.
“Las formas de crecer son pocas”, asegura Sebastián. Si no es de forma horizontal, es decir, incorporando más tierras para sumar cabezas, se puede emplear el método vertical, que es la inversión en genética. Ese último servicio ha avanzado mucho en el sector por la inserción que tienen luego los animales en el mercado.
“Nos enfocamos en lograr mayor producción de kilos y en trabajar con selecciones específicas para elevar la calidad del rodeo”, explicó en este sentido.
Así fue como lo convocaron desde Cabaña Don Roberto, ubicada ahí mismo en Santa Rosa. El establecimiento, en el que Sebastián está encargado del área genética, se jacta de ser uno de los precursores de la raza francesa Charolais en Argentina, y el primero en hacerlo en La Pampa. Actualmente, trabajan también con Angus y se enfocan sobre todo en la venta tanto de reproductores como de semen y embriones.
“Con el cambio generacional cada vez más productores se prenden con la genética”, aseguró el especialista, que justamente recibió la propuesta de trabajo por parte del nieto del fundador de la cabaña. El establecimiento, de unas 10.000 cabezas de ganado, necesitaba impulsar la mejora del rodeo y explotar la raza nativa de la región de Charolles, que se caracteriza por su buena carne y el pelaje albino de los animales.
En paralelo, se lo puede ver a Sebastián cruzar la Cordillera, porque entre su clientela chilena se destaca Cabaña La Esperanza, un plantel de genética Angus, y Jimmy Peede, el presidente de la asociación de esa raza en el país vecino.
Ver esta publicación en Instagram
La “veta” laboral que decidió explotar desde un principio el genetista fue la del sector privado, en donde, afirma, está cómodo y tiene espacio para crecer. Además del asesoramiento a cabañeros, trabajó en empresas como Centralab y Agrocor, y fue parte del instituto de genética “Ewald Favret” del INTA Castelar. Generalmente, como suelen hacer muchos otros profesionales, elige trabajar solo y, a lo sumo, suma colaboradores para las exposiciones.
Su programa genético ideal es mixto: Selecciona madres de primera para toros de buena genética y, en paralelo, hace cruzamientos con el resto del rodeo. Eso implica que no tengan que deshacerse de cabezas y que además puedan aprovecharse las demás hembras para sumar kilos.
“La clave está en medir el progreso genético generacional”, explicó De Paula. Personalmente, ha preferido no incursionar aún en las últimas tendencias en el sector, sino más bien brindar soluciones más llanas a los productores. Uno de los ejemplos es el de la eficiencia de conversión (o índice RF1), muy extendida en los toros Angus, destinada a elegir los animales que aseguren la mayor suma de kilos con la menor cantidad de alimento consumido. Es una forma de aumentar la eficiencia y reducir costos.
“Eso lo hacemos casi inconscientemente”, señaló el especialista, que considera que “cuando se hace una presión de selección en los rodeos, la búsqueda es preñar las vacas con balance energético positivo”, con buena respuesta al tratamiento hormonal y adaptación a la zona. Lo que aplaude es que haya mayor incursión sobre el tema en el sector, y que se haya instalado la preocupación por la genética.