Por Matías Longoni.-
Se largó la campaña 2017/18, la segunda con las reglas de juego fijadas por el gobierno de Cambiemos para el negocio agrícola. En la Bolsa de Cereales de Buenos Aires había lleno total del recinto de operaciones para escuchar los pronósticos de los expertos. Lo que escucharon fue más o menos lo que sigue: se viene una normalización del clima, pero esto no impactará necesariamente en una mayor producción. Por el contrario, ya se descarta un nuevo récord de cosecha.
Eduardo Sierra, climatólogo oficial de la Bolsa, revisó los pronósticos globales luego de un “súper Niño” que afectó el clima desde diciembre de 2015 y es el responsable de las intensas lluvias que inundaron la región de la Cuenca del Salado. Según el experto, “lo que viene quiere ser una Niña, aunque no sabemos todavía si lo va a conseguir”. Es decir, menos lluvias y temperaturas algo más frías.
De todos modos, Sierra advirtió que hay que atravesar todavía una primavera bastante lluviosa y que recién en el verano comenzarán a normalizarse los valores. Esta normalización no implica que la producción será mayor sino todo lo contrario. “Las cosechas grandes son las que se dan en años donde se inunda la Cuenca del Salado”, lanzó el especialista. En consecuencia, si comienzan a retroceder las aguas a partir del verano, los indicadores productivos serían más moderados en otras regiones.
Por el lado de los números, Agustín Tejeda, economista de la Bolsa, presentó los márgenes esperados. El trigo se muestra estable para el año que viene, mientras que el maíz y el girasol ganarían algunos puntos de rentabilidad. La que pierde en estos análisis será la soja, cuyos márgenes brutos se reducirían de entre 7 y 10% respecto de la campaña 2016/17. La baja de lso precios es la gran explicación.
Analizados el clima y los márgenes, llegó el turno de las estimaciones, que estuvieron a cargo de Esteban Copatti. Nada se salió de sintonía: se espera una retracción de la cosecha especialmente porque se perderá por lo menos 1 millón de hectáreas agrícolas en las zonas afectadas por las inundaciones. En total, la Bolsa prevé una superficie implantada de solo 32,8 millones de hectáreas.
Vamos pro cultivo. En el caso del trigo, la cosecha por ahora se perfila mejor, pues creció la superficie sembrada. Pero ya se perdieron unas cuantas hectáreas por la inundación y entonces la Bolsa se vio obligada a corregir a la baja sus cálculos de abril pasado: de 17,5 millones de toneladas bajó a 17 millones. Con el aporte de la cebada, que sigue retrociendo en superficie y producción, los cereales de invierno volverían a aportar 20 millones de toneladas al volumen final de la cosecha 2017/18.
Copatti habló luego del cultivo que aporta el mayor volumen de la producción: la soja. “Atravesamos un clima de extrema incertidumbre porque gran parte de las provincias productoras entran en la ventana de siembra en pleno contexto de inundación”, avisó.
Pero había que jugarse, y la Bolsa Calcula que el país producirá solo 54 millones de toneladas de soja, desde las más de 57 millones de toneladas del periodo anterior. La merma será del 6%.
Las razones de la caída: expansión de otros cultivos, en especial maíz y girasol, y pérdidas en las zonas anegadas. En dos años, la superficie sojera se retrajo cerca del 10%. De todos modos, la cosecha se mantiene en torno al promedio de las últimas cinco campañas.
El maíz compensaría apenas un poco de la merma en soja. El área de seimbra esperada por la Bolsa crecería de 5,1 a 5,4 millones de hectáreas, mientras que el volumen previsto de cosecha sería de 41 millones de toneladas, con una suba de 2 millones respecto de la campaña 2016/17. Los rendimientos, según esta especulación, serán algo más chicos debido a que esta campaña se abusará de las variedades de maíces tardíos.
Para el girasol, la Bolsa de Cereales prevé una expansión del área sembrada, sobre todo en el norte del país. y un crecimiento de la producción de 3,3 a 3,6 millones de toneladas.
El sorgo registrará un leve incremento (de 30 mil hectáreas) en la siembra, pero la producción caería de 3,2 a 3,1 millones de toneladas porque el cultivo ocupará ambientes de mala aptitud agrícola.
En definitiva, la próxima cosecha se ubicaría en torno a las 120 millones de toneladas, algo por debajo del récord productivo del ciclo que acaba de concluir. Ni tan grave, ni tan bueno.