En los últimos días estuvo circulando un meme muy ingenioso en redes sociales en el cual se muestra el “Muro de Berlín” de la soja, dado que en Uruguay, donde rige el libre comercio y el estado de derecho, el valor de la oleaginosa que reciben los productores es sustancialmente mayor que el presente del lado argentino.
Los datos contenidos en el meme no son correctos, pero conceptualmente cumple de manera adecuada su función al mostrar cómo, con apenas unos kilómetros de distancia, puede cambiar tanto la situación en una nación donde rige la libertad respecto de otra donde prevalece la intervención desmedida del Estado.
El valor actual de la soja puesta en el puerto uruguayo de Nueva Palmira se encuentra en torno a 495 u$s/tonelada, mientras que en la Argentina el valor promedio de la soja entregada en el sector norte de la zona de Rosario terminó este jueves en 109.800 $/tonelada, una valor que, considerando la cotización del dólar MEP, representa 252 u$s/tonelada, es decir, casi la mitad de la que cobran los orientales.
En Uruguay, vale aclarar, los costos de producción son bastante más onerosos que los presentes en la Argentina y no sólo por una cuestión de escala, sino especialmente porque el valor de los bienes y servicios siempre termina ajustando en función de la capacidad de pago de las empresas agropecuarias.
Este jueves la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indicó, en su informe semanal de evolución de cultivos, que en el centro-este de Entre Ríos se recolectó poco más de un tercio del área de soja para generar un rendimiento promedio de apenas 8,4 qq/ha.
Con ese rinde, considerando un valor de arrendamiento o costo de oportunidad de la tierra de 295 u$s/tonelada y un precio de la soja disponible Rosario actual de 367 u$s/tonelada, un planteo convencional en la zona estaría perdiendo 540 u$s/ha según cálculos realizados por la plataforma AgBI.
¿Qué sucedería si, mágicamente, ese mismo campo pudiese volar hasta el lado uruguayo para cobrar 495 u$s/tonelada? En tal situación, la pérdida estimada sería de 445 u$s/ha, es decir, 94 u$s/ha menos que del lado argentino.
Puede no parece mucho, pero es una enormidad, porque se trata de 94 u$s/ha menos que el empresario en cuestión debería sacar de su bolsillo –si tiene capital– o pedir prestado para poder encarar las siembras de la campaña 2023/24.
Esa brecha puede representar la diferencia entre realizar un diseño agronómico de “batalla” u otro que contenga un componente tecnológico más sofisticado y orientado a maximizar los rindes potenciales de cada ambiente.
Excelente informe, deberán ampliar los conceptos