El presidente Alberto Fernández volvió a hacerle más caso al ala dura de su gobierno, agrupada en el Instituto Patria, y desechó la negociación que Matías Kulfas y Paula Español llevaban adelante con la industria frigorífica, para contra con un mayor volumen de cortes baratos en el mercado doméstico. La consecuencia directa de esta decisión fue que por ahora se mantiene el cierre de las exportaciones de carne. Y que, en consecuencia, la Mesa de Enlace estiró su paro ganadero hasta el próximo miércoles.
¿Cómo se sale de esta encrucijada? Como ninguno de los dos sectores en pugna puede seguir tironeando infinitamente, según algunas fuentes lo que tiene ahora bajo análisis el gobierno es una fuerte suba de 5 o 6 puntos porcentuales de las retenciones a los cortes vacunos, para llevarlos del actual 9% a 14 o 15%, el máximo tope autorizado por el Congreso. Y a la par, se analiza en el entorno directo del Presidente la posibilidad de prohibir directamente la exportación de una serie de cortes que usualmente quedan en el país: el asado, el vacío y el matambre.
Todavía hay algunos días para que se conozca este desenlace, pues sería muy extraño que la Casa Rosada tome una decisión de esa envergadura mientras las cuatro entidades agropecuarias mantienen el cese de comercialización de hacienda, que se extenderá hasta la medianoche del 2 de junio y que amenaza con generar problemas de abastecimiento de carne los primeros días de la semana entrante.
La Mesa de Enlace, en el comunicado donde anunció que extendería la protesta, dejó ver que hará una pausa y permitirá la comercialización de bovinos -tanto de cría como para la faena- a partir del jueves y por unos días antes de decidir la continuidad de sus acciones gremiales. La idea es permitir a los productores, que han adherido de buena manera hasta acá, poder oxigenar un pocos sus finanzas y hacer lugar en sus campos, pues ha llegado el frío y la oferta de forrajes es cada vez más escasa. Es necesario sacar hacienda.
Esa es una de las razones por las cuales se tema un aluvión de ventas, en especial de la vaca vieja que solía tener como destino la exportación, a partir del jueves. En el programa Sector Agropecuario, conducido por Quique Oss, el experto en este tipo de negocios, Mauricio Bicondoa, avisó que después del paro, del 3 al 12 de junio, hay programados 84 remates ganaderos que concentrarían un total de 120 mil cabezas. Por eso se teme un posible efecto “Puerta 12”, que podría debilitar los precios de la hacienda.
La versión de que el gobierno movería fichas elevando las retenciones a la exportación de carnes (hoy son del 9% y le dejan en las arcas fiscales unos 230 millones de dólares anuales) y prohibiendo que se vendan al extranjero ciertos cortes del “parrillero”, corrió intensamente entre los actores de la industria frigorífica en las últimas horas. Cobra sentido en tanto para el gobierno es grande el costo de mantener las exportaciones totalmente bloqueadas.
Quizás los funcionarios no lamenten tanto el daño que esa decisión está provocando en el entramado productivo, cosa que en rigor nunca les ha preocupado demasiado. Lo que les preocupa son los conflictos diplomáticos que podrían comenzar a aparecer en el horizonte inmediato por el cierre del suministro de carne vacuna a tres clientes clave: China, Israel y Chile. El flanco de Europa y Estados Unidos no aparece dañado, pues esos negocios se suelen manejar con cupos de exportación, que quedaron a salvo del cierre.
Prohibir directamente las exportaciones de mayor interés para atender el consumo doméstico (podría sumarse a la lista algún corte específico para milanesas), permitiría reanudar básicamente la exportación de carne a China, que usualmente se compone de cortes que aquí no se consumen tanto, y de categorías ganaderas despreciadas por los consumidores locales. A la cabeza figuran el garrón y el brazuelo, los productos más demandados por aquel país, que no son otra cosa que el osobuco.
Cero en historia: Los frigoríficos exportadores no aprendieron la lección y se cortaron solos
La palabra final sobre esta decisión ya la tiene Alberto y su círculo más íntimo, donde es evidente la influencia de Máximo y Cristina Kirchner. El jueves, el propio Presidente volvió a desautorizar al ala más conciliadora de su Gabinete, encarnada por Kulfas y la propia Español, quienes habían estado buscando alternativas para poder desactivar la veda de exportaciones.
No se puede decir que hayan logrado poco esos funcionarios: la última oferta que hicieron los frigoríficos para destrabar el conflicto había sido colocar 12 mil toneladas de los cortes a precios populares, con aportes no solo de los socios del Consorcio ABC sino también de los de otras cámaras. Ese volumen era el doble de las 6.000 toneladas que entregaron entre enero y marzo de este año, o un 50% más del volumen que habían prometido vender más barato por el resto del año, unas 8.000 toneladas mensuales, pocos días antes del cierre de las exportaciones.
En plata, colocar esos 11 o 12 cortes que figuran bajo el programa de precios cuidados a los valores que la carne tenía en diciembre pasado implica un subsidio de no menos de 100 pesos por kilo de carne. En esas 12 mil toneladas, y a dólar oficial, sería un aporte cercano a 12 millones de dólares por mes, solo para evitar que el gobierno mantenga cerradas las exportaciones.
Parecía una oferta muy generosa, pero no alcanzó para desactivar los ánimos belicosos con el sector agropecuario que se conservan intactos en algunos actores de la coalición de gobierno. Otros, los que prometían paz y amor como Sergio Massa, ahora callan vergonzosamente.