Es imperdonable. En Bichos de Campo hemos hecho estos últimos meses una gran cantidad de entrevistas a gran cantidad de singulares personajes de la agricultura local y quizás ésta sea una de las más importantes, por la calidad humana y profesional de la persona involucrada. Pero con el correr de las semanas y la gran cantidad de trabajo pendiente, esta entrevista se nos había quedado traspapelada, casi en el olvido. Hasta ahora.
Diría el currículum de este entrevistado que Fernando Andrade es un investigador en Ecofisiología de Cultivos del INTA, con años de trabajo desde la experimental de Balcarce, que es autor de varios libros imprescindibles, que recientemente se ha jubilado pero sigue muy activo, que en 2020 llegó a ser reconocido por decreto presidencial como “Investigador de la Nación Argentina”. Pero realmente es algo más que todo eso, pues sin duda Andrade es dueño de una nobleza que, mezclada con grandes dosis de esfuerzo y estudio, lo convirtieron en la semblanza acabada de lo que debería ser un buen agrónomo: un profesional consciente de que su tarea de producir alimentos debe ser más que cuidadosa con la Naturaleza con la que se involucra.
En la presentación de aquel reportaje que olvidamos lo presentamos como un “concientizador de la agricultura que debería hacerse”, un título que no existe pero inventamos.
-¿Te cabe esa definición?
-Sí, seguro. Siempre. O sea, primero hay que reconocer lo maravillosa que fue la agricultura en la humanidad, pues ha mantenido la oferta de alimentos para una población que ha crecido enormemente, sobre todo después de los descubrimientos de Pasteur. Cuando cae la mortalidad infantil, la tasa de crecimiento poblacional creció enormemente. Eso llevó a que la necesidad de alimentar muchas más personas, la tasa de crecimiento era altísima. Y eso preocupó a mucha gente. Pero, de alguna manera, después vino la Revolución Verde, con sus beneficios y sus problemas.
-¿Y ahora?
-Ahora tenemos el gran desafío de seguir satisfaciendo esas demandas creciente, pues la población sigue creciendo y la calidad de la dieta mejora, sobre todo en Asia. Esto significa más demanda de alimentos. Eso para nosotros es una gran oportunidad. Tenemos que hacerlo también con la responsabilidad que implica satisfacer esas demandas, aprovechar esa oportunidad, generar divisas, generar trabajo. Pero también reducir el impacto ambiental. Y eso requiere de mucho, mucho conocimiento, mucho saber.
-¿Qué necesitamos saber?
-Tecnologías de procesos basadas en conocimiento, tecnología de procesos que interaccionan con las notables tecnologías duras que florecen. Yo siempre insisto en la importancia de tener presente las tecnologías de conocimientos en las cuales se basan los procesos como manejo del suelo, manejo de los cultivos, manejo integrado de plagas, etcétera.
Mirá la entrevista demorada con Fernando Andrade:
-¿Será posible hacer ambas cosas? Hay como una gran dicotomía. Mucha gente se planta diciendo que no es posible, pues la agricultura se ha convertido en una gran corporación que siempre te quiere vender el último insumo…
-Por supuesto que puede haber algo de eso, pero mi visión es que es posible. Hay que tener objetivos claros de satisfacer futuras demandas y paralelamente desacoplarlo del impacto ambiental. Ahora, eso es todo un desafío y requiere de toda nuestra capacidad de innovación. Como seres humanos tenemos una capacidad de innovación notable, asombrosa, y hay pruebas de eso. Lo que pasa es que tenemos que tener claro cuáles son los objetivos, ponernos de acuerdo en eso y avanzar si estamos convencidos que se puede.
-¿O sea que la primera tarea es ponernos de acuerdo?
-Todos tenemos nuestros sesgos, pero es fundamental que estemos de acuerdo en estos objetivos comunes y nobles: avanzar y avanzar como bloque en eso. Si nos ponemos de acuerdo, somos innovadores y yo tengo muchos ejemplos de cómo podemos, con tecnología de proceso apoyada en tecnologías duras, que podemos aumentar la producción y paralelamente empezar a reducir el impacto ambiental.
-Dame un ejemplo así la gente entiende.
-Tuve la suerte de estar en un proyecto de agricultura por ambientes en un establecimiento de la zona de Tandil. Pablo Calviño es un asesor de productores de la zona y en este caso el establecimiento de José Zubiaurre, en donde con conocimiento del ambiente, del funcionamiento de los cultivos, se diseñan los potreros de manera distinta. En vez de los cuadrados o rectángulos que siempre conocemos, allí se hacen potreros que siguen curvas de nivel. Entonces se diseña una rotación para la loma, otra para la media loma y otra para el bajo. Se manejan los cultivos con mucho conocimiento de su funcionamiento. Y eso significa un 20% de aumento de productividad sin pasar por el uso de más insumos.
-¿Y sin degradar el ambiente?
-Cuidando el ambiente. Exactamente. O sea, es más difícil si pensamos solamente en tecnologías de insumos como forma de cerrar brechas. Ahí vamos a estar en problemas, porque tenemos que -además de pensaren insumos-, pensar cómo hacer un uso mucho más eficiente de esos insumos. Es un desafío mayor, pero en esa línea se va avanzando. Otro ejemplo claro es el tema de las aplicaciones dirigidas al blanco.
-¿La innovación entonces aparece cuando estamos convencidos de que es bueno lo que estamos haciendo?
-Yo creo que hay que tener objetivos claros y ponernos de acuerdo y discutir. Ahora, no discutir para ganarle al otro, discutir tratando de entender al otro, y para que el otro lo entienda a uno. Y de esa discusión que salga lo mejor. Porque muchas veces la discusión acá estamos en una grieta.
-Eso implicar también romper el prejuicio respecto del otro. Dejar de pensar que “el productor es un asesino”.
-El productor es una maravilla. En mi opinión, el productor argentino es una maravilla. Lo que sí tiene tiene es una enorme responsabilidad. Tampoco podemos caerle solo al productor como el responsable de los cambios que vienen. Yo creo que tiene que ser toda la sociedad en su conjunto. Y ahí va el tema de los incentivos. Como mi amigo Juan Cruz en Córdoba implementó tiempo atrás, o como se implementan en Uruguay. O sea, mejoras para hacer una rotación, etcétera.
-¿Vos decís que el productor sí se adapta a las nuevas exigencias?
-Yo creo que tiene que adaptarse. A mí me gustaría que más. Los países que nos compran en Europa nos van a empezar a exigir determinadas cosas. Sería bueno que, con todo este diálogo, haya cada vez un mayor compromiso y que sea amplio. Exijamos eso. Después vendrá la innovación. Somos súper innovadores. Y la otra cosa que es interesante es que la misma innovación retroalimenta positivamente nuestra innovación. Todo eso se energiza y aparecen cosas nuevas que potencian nuestra capacidad innovadora. El problema es que tenemos que estar todos de acuerdo.
-Pero debería ser estimulante. Esto debería convocar a un acuerdo.
-Yo soy un entusiasta, a mí todas estas cosas me maravillan y me entusiasman. Pero bueno, es una tarea difícil.
En el medio de esta entrevista, Fernando Andrade nos comparte consejos sobre varios libros, inclusive alguno que él mismo colaboró a escribir, para entender los dilemas productivos y ambientales que enfrenta la Humanidad y también la Argentina. Sugerimos a los interesados mirar la entrevista completa.
De paso comprenderán, por los tonos que utiliza este investigador, entender por qué para nosotros era imperdonable haber olvidado en un cajón este breve encuentro con Fernando Andrade.
Mejorar lo conocido para no cambiar nada. “Mí amor, no me dejes! Te voy a pegar un poco menos y te llevaré a cenar una vez por mes!”
Que feo que se piense que la responsabilidad, acusadora, sea de los productores. Y, ¿los profesionales de instituciones públicas que capacitan y exigen, digo, recomiendan ciertas prácticas, cobrando un sueldo público, no sé hacen ni un poco responsables? Pilato y su sanidad.