Jesús “Banjo” Evangelisto Cruz muestra orgullo porque su esposa, Gladys Ramos, es reconocida en Tafí del Valle por los quesos artesanales que elabora en su casa, con mucho amor y dedicación. Aunque sus principales ingresos provienen de la construcción, Banjo se ocupa cotidianamente de cuidar las 8 vacas Holando que tienen en ordeñe y que pasten sobre los cerros, más arriba que las nubes..
Él es nacido en el extenso valle tucumano, ubicado a 2000 metros de altitud, que tiene un lago artificial que le otorga mayor belleza de la que posee naturalmente. Al estar a la altura de las nubes, es todo un espectáculo de ensueño asistir cuando ellas ingresan lentamente al valle, y se van desplazando entre los cerros hasta recostarse en él.
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Banjo y Gladys se “amañaron” (unieron) hace 30 años. A su casa se llega por la ruta 307 que va hacia La Ovejería. Al llegar al monumento al Cóndor, a 4 kilómetros del centro de la villa veraniega tucumana, se ingresa al barrio Las Cruces. Viven a solo un kilómetro y medio de la ruta. Pero no es tarea nada fácil llegar a su casa. Muchas veces Banjo debe esperar a las visitas en “El Cóndor” para guiarlas.
Quien llega hasta su hogar, no sólo queda extasiado por el majestuoso paisaje que se puede ver desde allí arriba, sino que lo agasajan con todo lo que tienen. Desde queso con arrope o dulce de cayote -porque en Tafí del Valle se cultiva el cayote-, o unas típicas empanadas con carne cortada a cuchillo y masa casera, o un delicioso locro hecho por Gladys o un buen asado, de manos de Jesús. Se nota a la legua que son muy buenos anfitriones, porque son gente muy noble. Cálidos y simpáticos, además de muy trabajadores. Banjo sobresale por su capacidad para hablar de cualquier tema y torna muy interesante cualquier conversación. Es que es un hombre con mentalidad de emprendedor y que no se calla las injusticias.
Reciben visitas todo el año, sobre todo, los fines de semana. Muchos van a pasar el día pero además pueden albergar hasta 12 personas que se pueden quedar varios días. Porque Jesús construyó 4 dormitorios con una cama de 2 plazas y una de 1 plaza, cada uno. Al final de su visita o estadía le dirán que “dejen lo que les parezca, de dinero, a voluntad”. Dicen que siempre han hecho así y no quieren perder esa costumbre de que cada uno colabore con lo que pueda. Y aclaran que la gente es generosa y que muchas veces deja más de lo que ellos esperan.
Los quesos de Gladys se consiguen en el centro comercial de Tafí. Al supermercado, por ejemplo, le dejan para que lo revenda. Elaboran de medio kilo y de un kilo con la marca “El Puesto”, y también hacen los tradicionales quesillos, con la técnica de amasado, como se hace la mozzarella. Sólo hacen saborizados por encargo, con orégano, ají o pimienta.
Hacen el ordeñe a máquina, y el queso todo a mano. “Hay que ir a trabajar al tambo todos los días a eso de las 6:30 –cuenta Banjo-. Hacemos 10 quesos por día, y en verano, unos 15 a 17”, explica el tafinisto.
Cuentan que en Tafí antes el clima era más seco y se hacía más charqui, por ejemplo. Y que la vaca criolla se banca el frío, pero la Holando, no tanto, porque es una vaca de la llanura, menos salvaje o rústica que la criolla, y más mimosa, más delicada.
“En nuestra pequeña chacra sembramos alfalfa, pero no nos alcanza para el invierno. Este año estamos complicados con el precio del forraje, porque tenemos que comprar ‘alfa’, maíz, avena, pero están cada vez más caros. Y si subimos el precio de los quesos, nos bajan las ventas, como este último verano, que a pesar de haber más casas, nos bajaron las ventas. Los turistas consumen cada vez menos. Menos mal que yo trabajo bien en la construcción. Pero si esto no mejora, me parece que vamos a tener que ‘colgar los guantes’ del tambo y los quesos”, confiesa Banjo, con tristeza y angustia.