En febrero se morigeró la suba del precio de la carne vacuna (el alimento preferido de los argentinos). Se trata de una buena noticia (para los consumidores) en una economía en la que todo aumenta a un ritmo muy acelerado.
El incremento en ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense, según la medición realizada por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), fue en febrero pasado de sólo 1,1% respecto del mes de enero de este año. El freno en la escalada de precios estaría motivado por la caída en el poder adquisitivo de la población.
De todas maneras, cabe señalar que, a pesar de todas las dificultades económicas, en los últimos doce meses el precio promedio de la carne vacuna registró un aumento interanual del 73,1%, una cifra muy superior a la inflación oficial del 38,5%.
De todas maneras, el ajuste del valor promedio de los cortes de carne vacuna, si bien puede parecer elevado, no logró compensar la suba del precio de la hacienda, lo que implica que la cadena comercial perdió rentabilidad en el último año.
Los valores de la hacienda liviana, que se destina para abastecer el consumo interno, experimentaron un alza del orden del 80% en el último año. Esa brecha de siete puntos porcentuales da cuenta de las dificultades de la demanda por trasladar a la góndola mayores incrementos.
A pesar de las dificultades, los valores del ganado liviano son buenos en términos reales. El kilo ronda los 180/190 pesos por kilo vivo, lo que equivale a 1,25 dólar medido con el “dólar MEP”. Sin embargo, no alcanzan para cubrir los costos del engorde debido a que el maíz disponible aumentó 100% en el último año, mientras que el ternero se incrementó en un 120% a causa del interés de ganaderos y agricultores por hacerse de hacienda y evitar la tenencia de pesos.
La “fábrica ganadera” argentina comenzó a quedarse sin nafta en un escenario de demanda firme