Por medio de una carta dirigida a la Secretaría de Calidad en Salud del Ministerio de Salud de la Nación, distintas organizaciones de la sociedad civil le solicitaron a la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) que apruebe una modificación al Código Alimentario Argentino (CAA) para reducir el contenido de grasas trans en alimentos, a raíz del efecto nocivo que tiene en la salud. La propuesta ya había sido enviada en septiembre del año pasado pero la misma no fue discutida.
“La CONAL está conformada básicamente por la industria de alimentos y obviamente en la industria hay reticencias a avanzar con cierta regulación porque las grasas trans le son muy convenientes a ellos. Por un lado por su funcionalidad en el alimento, ya que le permite tener una mejor textura y solidez, y por otro lado porque es muy barato usarlas”, dijo a Bichos de Campo Victoria Tiscornia, nutricionista e investigadora de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) en Argentina.
La iniciativa -que fue acompañada también por la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (FUNDEPS), la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN), Consumidores Argentinos (CA) y la Sociedad Argentina de Nutrición en Alimentos Reales (SANAR)- propone una modificación del artículo 155 tris del CAA.
Actualmente, ese articulado indica que “el contenido de ácidos grasos trans de producción industrial en los alimentos no debe ser mayor al 2% del total de grasas en aceites vegetales y margarinas, destinadas al consumo directo, y al 5% del total de grasas en el resto de los alimentos, incluidos aquellos que son utilizados como ingredientes y materias primas”.
“Ese artículo ya se modificó varias veces en vías de mejorarlo, y esta es una mejora más porque los estándares de salud pública fueron cambiando para mejor, hacia regulaciones cada vez más restrictivas. Tanto la OMS como la OPS plantean que el mejor estándar es un 2% para todos los alimentos y la prohibición del aceite parcialmente hidrogenado”, indicó Tiscornia.
La propuesta presentada busca entonces bajar todos los estándares al 2% y agregar la eliminación del aceite parcialmente hidrogenado, presente principalmente en productos como la margarina, galletitas, snacks, baños de repostería, productos de panadería, entre otros. Si bien las grasas trans pueden ser tanto de origen animal como vegetal, en Argentina las más aplicadas son las provenientes del aceite de soja parcialmente hidrogenado.
“La evidencia marca que no existe un umbral de ingesta segura grasas trans, por eso hay que suprimirlas de la dieta. Se ha demostrado que cualquier consumo de grasas trans aumenta el riesgo de tener algún tipo de evento cardiovascular. Es importante recalcar que no son esenciales, que no se requieren para ninguna función biológica y que no tienen ningún beneficio para la salud”, sostuvo la nutricionista.
Según datos aportados por FIC, en Argentina se estima que la eliminación de las grasas trans de origen industrial evitaría 1.517 muertes por eventos cardiovasculares, 5.373 casos graves de cardiopatías coronarias y el gasto de hasta 87 millones de dólares por año en atención sanitaria.
-¿Qué consideran que hace falta para que esta iniciativa avance?- le preguntamos a Tiscornia.
-Voluntad política, que el Estado garantice el derecho a la salud y lo priorice por sobre otros intereses como los de índole comercial o económico, que son los intereses que priman en la industria alimenticia. Hoy lo que es necesario es eliminar las grasas trans para proteger el derecho a la salud.