Indonesia aplicó una política de biocombustibles por demás exitosa que benefició al sector agroindustrial y promovió la autosuficiencia energética.
Este año el gobierno de Indonesia incrementará el corte obligatorio de biodiésel con gasoil del actual 35% al 40% (B40). En esa nación asiática el biocombustible se elabora en base a aceite de palma, que es uno de los principales productos de exportación.
“La medida tiene un período de implementación hasta el 28 de febrero, que le dará tiempo a la industria para adaptarse al mayor requisito de inclusión”, señala un informe del USDA.
“Se espera que este cambio de política aumente el consumo industrial de aceite de palma de Indonesia en aproximadamente un millón de toneladas con respecto al año anterior para alcanzar un récord de 14,5 millones de toneladas en 2024/25”, añade.
Se espera que 2024/25 sea un año récord para la producción de aceite de palma de Indonesia. Sin embargo, gracias al aumento del consumo interno, la oferta exportable caería de manera sustancial.
“El aumento anticipado en el consumo interno a partir de la adopción del B40 hará que el porcentaje de producción de aceite de palma exportado caiga al 52%, el segundo nivel más bajo en 25 años”, explica el informe.
“La menor disponibilidad de suministros para la exportación ha promovido subas en los valores del aceite de palma, lo que ha ayudado a impulsar al producto como el aceite vegetal de mayor precio en los últimos meses.
El B40 se emplea mayormente para abastecer las flotas de vehículos públicos, con el transporte a la cabeza, mientras que otra porción se comercializa en el mercado interno a precios de mercado.
“El biodiésel asignado a los vehículos del servicio público es subsidiado por los fondos recaudados por el impuesto a la exportación de aceite de palma”, señala el informe del USDA. Sin embargo, esa carga tributaria es más que compensada con la suba del precio FOB del aceite de palma.
La situación es inédita porque el aceite de palma, que tiene una calidad inferior al de soja y girasol, tiene un precio FOB que supera y mucho al de sus competidores.
Si bien las naciones asiáticas buscan aumentar las importaciones de aceite de soja para escapar del carísimo aceite de palma, en la actual coyuntura eso no resulta tan sencillo por complicaciones logísticas causadas por conflictos geopolíticos.
Los embarques comerciales que atraviesan el Canal de Suez deben transitar la “zona caliente” atacada por las organizaciones hutíes, lo que hizo que los fletes por esa región se tornaran muy onerosos por el aumento del valor de los seguros.
Por ese motivo, la cantidad de fletes destinados a esa región del mundo se derrumbó en lo que va del presente año y, como contrapartida, aumentaron los tránsitos por el Cabo de Buena Esperanza.
En ese marco, las exportaciones sudamericanas pasaron a tener una ventaja competitiva enorme porque no deben atravesar el Canal de Suez para llegar a destinos asiáticos, lo que sí deben hacer los embarques originados en el Golfo de México, que es el principal complejo agroexportador de EE.UU.
Sin embargo, la capacidad exportadora sudamericana de aceite de soja se encuentra limitada porque tanto Brasil como la Argentina no cuentan con un volumen exportable importante –que recién estará disponible en el segundo trimestre del año– y además están privilegiando los embarques del maíz en desmedro de otros productos.