Carolina Estelrrich nos manda las fotos de ella y sus colegas trabajando sobre los ensayos que son el motivo central de esta nota. Elegimos para encabezar una que envió en tono jocoso. Aparece allí coronada de vicia, como si fuera una corona triunfal de laurel de las que utilizaban los césares en la Antigua Roma. “Se me ‘envicio’ la cabeza”, bromea.
No es tan broma. Durante tres campañas consecutivas, en la Chacra Experimental Bellocq del Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense, Carolina y el agronómo del INTA Gonzalo Pérez compararon los resultados (económicos, productivos y ambientales) de los tres planteos entre los cuales se debate actualmente la agricultura argentina: uno convencional con agroquímicos, otro que intenta reemplazar ese insumo por cultivos de cobertura y el tercero que prescinde totalmente de ellos, uno de los mandamientos de la “agroecología”.
Carolina sabe que su tarea es importante, se la nota orgullosa de lo que hace y desde dónde lo hace, una experimental del Estado. Recibida de ingeniera agrónoma en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) hace apenas seis años, decidió irse a vivir y trabajar en esa chacra del gobierno bonaerense, de unas 470 hectáreas, equidistante entre Carlos Casares, Pehuajó, Henderson y Bolívar, en el centro-oeste de la provincia. Esa era en algún momento una zona de campos mixtos, donde había mucha ganadería que alternaba con la agricultura. Pero como la tierra es muy fértil, la penetración de la soja fue potente y las vacas quedaron relegadas a las zonas marginales. La agricultura convencional domina ahora casi todo el escenario.
Nacida en Bolívar, cerca de allí, y con solo 27 años a cuestas (ahora tiene 30), Carolina encaró una investigación de la cual hace poco se presentaron los primeros resultados. Fue necesario esperar tres campañas para sacar las primeras conclusiones, porque lo que se comparó fueron tres esquemas de rotación tradicionales en la zona, que duran ese tiempo.
- Rotación con barbechos químicos (RBQ): maíz, soja, trigo/soja 2°
- Rotación con cultivos de cobertura (RCC): vicia/maíz, centeno/soja, trigo/soja 2°
- Rotación con cultivos de cobertura sin agroquímicos ni fertilizantes inorgánicos (RCCSA): vicia/maíz, centeno/soja, trigo.
Sobre parcelas de 10 por 30 metros, nos cuenta la agrónoma, “planificamos una rotación tradicional, otra a la que le sumamos cultivos de cobertura, y otra que es igual a segunda pero que a la que desde el vamos no le pusimos insecticidas, ni fertilizantes”.
Carolina tiene la cabeza “enviciada”. Pero se cuida mucho de llamar a este tercer modelo como “agroecológico”. Tiene sus razones. A la luz de los resultados teme que su informe sea utilizado como un arma en una batalla que ella no quiere pelear: la que enfrenta a los que defienden los insumos químicos y a los que los deploran.
Sucede que lo que está mostrando este ensayo por primera vez son los márgenes que se pueden obtener prescindiendo de agroquímicos y fertilizantes en un planteo agrícola que incluye la soja y el maíz, los dos principales cultivos de la Argentina. Hasta ahora, los promotores de la agroecología basan sus números más favorables sobre todo en la experiencia de varios campos más ganaderos que agrícolas. Y las únicas cifras “oficiales” surgen de la Chacra Barrow, ubicada en Tres Arroyos. Allí, la gente del INTA también hizo comparaciones, pero rotando el trigo tradicional de la zona con ganadería bovina, que devuelve nutrientes.
En Casares la cosa es totalmente diferente. “Acá no podíamos decirla a los productores que se pusiesen a repetir ese esquema en suelos con un potencial impresionante”, explicó Carolina.
Luego de ocho años de ensayos, el INTA mostró los resultados económicos de la agroecología
-¿Y por qué te resistís a decir que el planteo sin agroquímicos ni fertilizantes es agroecológico?
-En su momento nos parecía que el desafío era ver cómo desarrollar una agricultura continua con un menor uso de insumos. Nosotros lo planteamos así y entonces arrancamos con una visión equivocada de la agroecología. Una conclusión importante es que si querés producir de manera agroecológica no tiene que ser con este planteo- nos respondió la joven investigadora, que se muestra muy consciente de que los resultados de sus ensayos podrían ser utilizados por quienes desacreditan ese movimiento con el argumento de que, sin insumos químicos, se reducen sensiblemente la productividad por hectárea y, en consecuencia, los márgenes brutos de las empresas agrícolas.
“Se ha tornado todo en un River-Boca. Eso nos limita a poder avanzar y de manera más seria”, dice Carolina, que no quiere formar parte de ese debate, pero tampoco esconde los resultados. Entre las tres parcelas comparativas “la que más ruido hace es la que no tiene insumos, que es insostenible. La presión de malezas es tal que no la podés controlar”, asume. En cambio, se mostró bastante más satisfecha con el segundo de los planteos, el que incluyó cultivos de cobertura. Este es el resumen de los rendimientos obtenidos.
“En la primera campaña no hubo demasiada diferencia de rendimientos, pero el lote venía limpio, con malezas controladas con herbicidas”, relata la técnica. La brecha de rendimientos luego se fue ampliando a favor del planteo convencional con agroquímicos. El planteo intermedio -cultivos de servicio con aplicaciones puntuales- hizo un papel más que decoroso, aunque algún resultado pudo haber caído porque esos cultivos utilizados (vicia y centeno) consumen algo de agua.
Los detalles técnicos y números precisos sobre los rendimientos pueden encontrarse en este informe completo publicado por el Ministerio de Desarrollo Agrario y el INTA, a partir de la página 109. Pero desde ya hablamos de niveles de rendimientos iniciales elevados, frecuentes en la región, de más de 6.000 kilos para el trigo, unos 3.500 para la soja y cerca de 10.000 para el maíz.
Un argumento frecuente de la “agroecología” para defenderse de la acusación de ser menos productiva que la agricultura convencional, como este ensayo confirma, es que lo que se deben mirar son los costos y márgenes. En el caso de esta investigación, las cuentas finales para los diferentes cultivos en el final de la rotación (la campaña 2019/20), muestran que prescindir de los agroquímicos y fertilizantes no siempre significa reducir el nivel de costos. Y por tanto no mejorar los números finales.
“En el tratamiento sin químicos cambia la estructura de costos: por ejemplo crecen las labores en trigo, o con la semilla de la vicia y además hay un costo más en la siembra de cultivos de cobertura. Pero a la vez disminuye la compra de herbicidas en planteos de cobertura. Es decir, en estos esquemas si bien bajo el uso de insumos, tengo que controlar malezas con pasada de disco y los valores se incrementan mucho”, nos explica Carolina.
La joven agrónoma tiene la cabeza “enviciada”. Le surgen nuevos modos de pensar que quizás incomoden a muchos.
“Debatimos mucho entre colegas sobre esto. ¿Por qué el productor tiene que asumir tanto el cuidado de la Naturaleza? En ese sentido creo que nos falta evolucionar un poco. ¿Por qué tenemos solo ese razonamiento de maximizar ingresos por unidad de superficie? En ese maximizar pasan en el camino un montón de cosas…”
Un capítulo de este ensayo se dedicó justamente a buscar los costos ocultos que no forman parte del resultado económico. Hicieron un balance parcial de nitrógeno y de fosforo para cada rotación y el duro descubrimiento es que dicho balance fue casi siempre negativo. “En el tratamiento con cultivos de coberturas contemplamos el aporte de nitrógeno de la vicia y la historia es distinta porque puedo ir disminuyendo los kilos de urea”, aclara Carolina. Los cultivos de servicio también juegan un rol importante en los planteos sin químicos añadidos. En el caso del fósforo solo hubo saldos favorables en el caso del trigo.
“El desafío es encontrar fuentes orgánicas de fácil acceso en la zona y factible distribución en el lote, que agreguen nutrientes a este tratamiento, a los fines de mantener la premisa de no uso de insumos de origen inorgánico”, definirá luego el informe técnico, mostrando una de las grandes debilidades de los planteos agroecológicos en la agricultura continua, sin ganadería.
Una vez mas el enfoque de los cultivos de cobertura combinado con insumos externos cuando se precisen es el que se acerca un poquito más a la situación ideal.
En este punto, otro flanco interesante del ensayo fue una medición de la biomasa, o la cantidad de materia seca de cada hectárea en cada tramo de la rotación. Carolina dice que esto importa por la generación de Carbono, que a corto o largo plazo terminará impactando en el contenido de materia orgánica de los suelo. Ganan aquí por lejos los dos planteos que utilizan cultivos de cobertura.
Por lógica, donde los dos sistemas alternativos a la agricultura convencional sacan mayor ventaja es en la cantidad de aplicaciones realizadas, que se eliminan por completo en el planteo sin agroquímicos y se van reduciendo sustancialmente en el esquema de cultivos de cobertura. El gráfico que nos muestra Carolina es que en este planteo la cosa recién comienza, pues las aplicaciones se van reduciendo paulatinamente hasta desaparecer en la tercera campaña de la rotación.
Carolina es una ingeniera agrónoma con la cabeza definitivamente “enviciada”. Enfatiza que todo debe ser encarado como un proceso en el que sirven muy poco los mandamientos preestablecidos. En el caso del planteo pseudo-agroecológico no llegaron ni siquiera a poder plantar la soja de segunda por la competencia feroz de las malezas incontrolables.
“Iniciamos con una visón errada del que piensa que lo agroecológico es no usar ningún insumo desde el vamos. En realidad es una transición, que requiere de mucha rotación”, explica. “Es un camino que hay que recorrer. No se puede hacer nada de la noche a la mañana”, abunda.
Sus primeras conclusiones, luego de tres años de mediciones, son que para mantener el suelo hay que diversificar especies y para eso es bueno utilizar cultivos de cobertura. Eso ayuda a generar carbono y competir con las malezas. Además los herbicidas residuales empiezan a disminuir desde un primer momento. “Con el paso de las campañas vemos que se puede reducir el uso de glifosato”, exclama la agrónoma. El glifo ha sido el hueso más duro de roer hasta aquí en este camino.
Por otro lado, si en la rotación se incorporan leguminosas, esto permite equilibrar un poco más el balance de nutrientes. De todos modos, hay que pensar en otras opciones, pues sumar cultivos de cobertura no siempre alcanza, para erradicar por completo la fertilización química. Carolina dice que habría que pensar en insumos orgánicos que puedan compensar la extracción de nutrientes que hacen los granos.
Carolina, que tiene la cabeza “enviciada” del todo, está contenta porque para la nueva campaña (la primera de un nuevo periodo de rotación) están incorporando al equipo a un becario que comenzará a evaluar los parámetros físicos del suelo, También van a analizar la biología del suelo. Son las patas que le faltan a estos ensayos, además de tiempo, para comenzar a arrojar conclusiones más rigurosas.
“Con este trabajo intentamos ver algunos parámetros productivos, económicos y ambientales, pero no hay que olvidarse de la pata social. No puede ser que no pensemos en nosotros mismos. Al productor yo le digo: ¿vos te subirías todo el día a manejar una pulverizadora? Yo no lo haría ni quisiera que lo hagan mi papá o mi hermano”, define la joven. Y eso da pie a otros pensamientos.
Carolina detesta los dogmatismos. Pero define que “lo que está más claro es que siempre hay que tener presente el cuidado del suelo. A partir de ahí es como si nos cuidáramos todos los seres vivos. Cada productor tendrá luego posibilidades distintas de encarar su tránsito. Pero hay que tener claro que es un camino y que hay que transitar un proceso de conversión”.
-¿Y vos fuiste modificando tus posturas sobre la agroecología a medida que hacían este ensayo?
-En Bolívar hay bastante movida agroecológica, bastantes productores. Cuando me recibí me invitaron a una reunión y pensé ‘estos tipos están locos, resulta imposible producir sin insumos químicos’. Me di cuenta de que estaba equivocada. Pero creo que mi mente me da la posibilidad de decir me equivoqué e ir aprendiendo. Eso nos hace falta a los argentinos en un montón de temas. También tengo claro que este no es mi propio campo.
-¿Y qué harías si este, en vez de un lugar experimental, fuera tu propio campo?
-Si tuviese un campo trataría de tener todo el año el suelo cubierto. En el fondo la solución al antiguo problema del suelo es volver al esquema de rotaciones entre la agricultura y la ganadería, con cuatro o cinco de pasturas. En realidad es un poco eso más, que pensar en erradicar la soja.
Carolina tiene la cabeza “enviciada”. Su vicio es sentir, pensar y tratar de hacer las cosas de modo diferente a como muchos las vienen haciendo, aunque tampoco le gusta que la encasillen como agroecologista. Ella es una orgullosa ingeniera agrónoma. Ha empezado a disfrutar ser eso.
“Es para hablar tres días seguidos y capaz no vamos a llegar a ninguna conclusión. Pero es divertido. A mi de alguna manera esta experiencia me renovó las ganas de ser ingeniera agrónoma. Me parecía un poco aburrido. Y más acá, en este zona, donde tenés tres o cuatro cultivos todos los años: maíz, soja, girasol, trigo y siempre hechos de la misma manera… Esto de caminar hacia la agroecología le puso un poco de sentido a mi profesión”.
es diferente el enfoque que le da un tecnico en una experimental al que le da el productor que depende de los resultados. esta muy bien que esta gente experimente y obtenga resultados validos. no esta bien que quieran imponerlo. soy pruductor e ingeniero agronomo
Me gusto la nota. La ingeniería agronómica se trata justamente de eso, usar el ingenio para la producción agropecuaria. Soy de E. Ríos, y me siento identificado con algunos conceptos emitidos por Carolina. Entre Ríos tiene un tipo de suelo muy particular que se degrada muy rápido si no se lo maneja adecuadamente (especialmente por la erosión hídrica), y eso paso lamentablemente cuando ocurrió el boom agrícola en la década 00-10, importando un modelo de producción con tecnología de insumos y sin usar tecnología de procesos; yo siempre digo…”hacer mierda un campo en pergamino te lleva 70 años, acá (por Entre Ríos) te lleva 10 años”…
Por suerte, muchos productores genuinos de nuestra zona no se subieron a la “ola”, y hoy pueden contar con campos que siguen siendo productivos he incluso van mejorando su desempeño gracias a la combinación de tecnologías de procesos, entre ellos los cultivos de cobertura como la vicia nos está aportando grandes satisfacciones.
Felicito a todos los “inquietos” de la ciencia agronómica…a seguir investigando…