La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) emitió un comunicado de prensa en el que reclamó eliminar a la brevedad el peso mínimo de faena de los bovinos, una medida vigente desde 2007. Se trata de un debate que cada tanto se renueva en el país y que divide aguas. En los últimos meses volvió a agitarse y ahora es una entidad de fuste entre los ganaderos la que lo coloca sobre la mesa.
“La historia de la aplicación de un Peso Mínimo de Faena solo habla de las fracasadas imposiciones aplicadas por distintos gobiernos con un fin entendible – aumentar el peso de faena del ganado y de esa manera aumentar la producción de carne-. Desde Carbap siempre nos hemos opuesto a este tipo de intervenciones y regulaciones del Estado”, argumentaron los dirigentes rurales bonaerenses y pampeanos.
Desde 2007, con algunas variaciones temporales, rige una norma que prohíbe que los productores envíen al matadero animales que tengan menos de 300 kilogramos de pesos. Esto se hace para evitar que lleguen a los frigoríficos animales extremadamente jóvenes y livianos, que luego tienen muy poco rendimiento industrial. La medida, como bien reconoce Carbap, intenta propiciar una mayor producción de carne por cabeza faenada.
Aunque el último año subió, el peso promedio de faena es extremadamente bajo en la Argentina en comparación con otros países ganaderos. En 2018 se ubicó en 227,91 kilos al gancho (con un rendimiento a faena en torno al 54% respecto del peso en kilos vivos). Es el más alto desde que hay datos estadísticos, desde 1958. Pero es muy pequeño comparado con los pesos alcanzados en Estados Unidos, Australia y hasta Uruguay, cruzando el charco.
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Por más que el objetivo de propiciar un aumento en el peso de faena sea compartido, los dirigentes rurales siempre han expresado sus recelos ideológicos contra este tipo de intervenciones. Ahora suman críticas operativas. Carbap, por caso, cuestionó que medidas como estas “no solo complican la operatoria de la cadena comercial sino que también limitan el poder de decisión que tienen los productores para adaptarse a producir ante la variabilidad de escenarios climáticos a los que deben enfrentarse”.
La referencia apunta a las últimas inundaciones en las provincias del norte, que obligaron a los ganaderos afectados a desprenderse de muchos animales livianos ante la imposibilidad de mantenerlos en los campos cubiertos de agua. La vigencia de un peso mínimo de faena impedía en muchos casos que lo hicieran. Los terneros no llegaban a los 300 kilos, y por lo tanto no podían ser cargados rumbo a un frigorífico. Hay penalidades importantes si ese límite se quiebra.
Debido a esa situación, el ex Ministerio de Agroindustria, a través de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario, flexibilizó en los últimos días la normativa vigente: se decidió no penalizar a aquellos ganaderos que pudieran exhibir el certificado correspondiente de la Emergencia Agropecuaria. Pero para los ruralistas, eso no parece suficiente.
“Creemos que el Estado, si quiere aumentar la productividad, debe propiciar medidas que no solo la beneficien sino que también la hagan posible, ya que producir mas kilos de carne por cabeza requiere mejor alimentación y más tiempo de engorde”, indicó Carbap en su comunicado.
La propuesta de incentivar un mayor peso de los bovinos más que prohibir faenarlos antes de determinado peso es la que ha venido llevando el titular de CRA, Dardo Chiesa, a la Mesa de Ganados y Carnes. Sin demasiado éxito, por cierto, ya que siempre tropieza con las necesidades de caja de un Estado que no quiere resignar ningún tipo de ingreso, y mucho menos en planes de desarrollo productivo.
Carbap, que forma parte de CRA, insistió de todos modos en que para elevar el peso promedio de faena es necesario “premiar” a los ganaderos. “Una medida que sin duda incentivaría la mayor producción de carne implica un beneficio impositivo sobre los kilos producidos por sobre determinado peso, que podría ser 450 kilos por cabeza”, explicitó. Y añadió que “una medida de este tipo no tendría costo fiscal dado que aplica sobre kilos que hoy no se producen”.
Nadie se opone en la cadena a este tipo de medidas de fomento, salvo los funcionarios que custodian las cuentas públicas. Pero eliminar el peso mínimo de faena es una propuesta resistida sí por funcionarios, técnicos y sobre todo por la industria frigorífica. Es que los costos operativos son los mismos cuando se faena un bovino de 300 o de 500 kilos. Pero el resultado económico cambia muchísimo. Se obtiene mucha más carne.
Este es uno de los debates pendientes en el marco de la Mesa de las Carnes, que ya ha contado en ocho ocasiones con la presencia del presidente Mauricio Macri. Otro punto de conflicto entre ganaderos y frigoríficos que todavía no estalló es la posibilidad de que el gobierno habilite las exportaciones de hacienda en pie hacia los países árabes, comenzando por Turquía.
Carbap considera, es evidente, que ha llegado el momento de dar esos debates. “El Estado debe leer entre líneas, ya que los sectores que propician el mantenimiento de esta regulación solo están defendiendo el interés de su posición en la cadena transfiriéndole a los eslabones más débiles de la misma parte de sus costos y/o eliminando competencia en el proceso de producción de carne”, apuntó en el comunicado.