Hubo un tiempo en que el trigo que se cultivaba en San Juan, provincia más conocida por el desarrollo de su actividad vitivinícola, era considerado uno de los mejores del mundo por tener una alta calidad tanto molinera como panadera. En la provincia quedan las ruinas de varios molinos harineros que se ocupaban de moler ese cereal.
De entre las variedades de trigo más milenarias que se usaban hay una que está intentando rescatar la Estación Experimental San Juan del INTA, debido a su resistencia a sequía, plagas y enfermedades. Se trata del trigo espelta (Triticum spelta), considerado como el origen de todas las variedades de trigo actuales. Es un grano menos conocido y mucho más antiguo que el tradicional trigo (Triticum aestivum) y es objeto de estudio en el INTA por su adaptación a climas duros, húmedos y fríos.
“La variedad espelta estaba desaparecida porque es muy antigua y nos parece interesante rescatarla en este acervo genético, porque tiene una resistencia a la sequía y también tiene bajo contenido de gluten en el grano, que es algo que se está buscando en las nuevas variedades debido a los efectos adversos y de alergia que a veces producen en la dieta humana”, dijo a Bichos de Campo Mónica Ruiz, licenciada en biología y quien hace poco se convirtió en la nueva directora de esa sede del INTA.
Mirá la entrevista completa a Mónica Ruiz:
El estudio de la variedad de trigo espelta está enmarcado, según Ruiz, dentro de los proyectos del INTA pero también en otros financiados por la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y la secretaría de Ciencia y Técnica, con el objetivo de rescatar la poca cantidad de semillas que les aporten los productores, multiplicarlas y sembrar la superficie que se pueda para obtener más granos.
Durante los ensayos que hicieron a campo en la temporada de 2020 desde la Experimental sanjuanina también se plantearon cuál sería el mejor diseño para hacer este cultivo en la provincia. “En la Pampa Húmeda hay un mejor diseño y densidad de siembra pero acá tenemos que tener en cuenta que todo se hace bajo riego”, explicó la técnica del INTA.
Este trabajo para rescatar trigos viejos se suma a la tarea prioritaria de Mónica en la experimental, que gira en torno a estudiar y testear variedades de cultivos que sean cada vez más resistentes al estrés hídrico. En toda la región cuyana hay una crisis hídrica que suma escasez al promedio de precipitación anual, que no supera los 100 milímetros.
Aparte de la espelta, en la Experimental hacen ensayos donde evalúan otros distintos genotipos de trigo a los cuales les aplican tratamientos de restricción hídrica, es decir les hacen faltar el agua en determinado ciclo del cultivo para comprobar cuáles son los que más rinden en esas condiciones. De ahí hacen luego la selección de variedades mejor adaptadas a un escenario de sequía.
Todos esos ensayos están conducidos bajo sistema de riego presurizado de modo tal de controlar la cantidad de agua a aplicar. “Acá hacemos una restricción muy severa, es decir le dejamos el 25% de lo que necesita de agua y ahí vemos cuáles son los que rinden mejor en esas condiciones”, comentó Ruiz.
Con los resultados obtenidos podrán luego hacer recomendaciones a los productores de semillas de trigo y seguir configurando su programa de mejoramiento de trigo.
Jáchal es un departamento ubicado en los valles cordilleranos de San Juan que guarda toda una historia de producción de trigo. “Los productores conservaron germoplasmas que pasaron por ellos de generación en generación. Hay variedades que no pudimos identificar y otras que estamos intentando rescatar porque es muy probable que tengan gen de resistencia al estrés que es lo que nos interesa”, aseguró Ruiz.
Se cree que la espelta, que a mediados de la década de 1980 fue redescubierta en Europa, no ha sufrido tantas modificaciones genéticas como el trigo que fue manipulado para satisfacer las necesidades de fabricación. Por el contrario, la espelta mantiene muchas de sus características originales y un gran perfil nutricional además de una fácil digestión que le otorga cualidades anti-inflamatorias.
Otra característica de la espelta es ser más resistente a plagas y enfermedades porque el grano está envuelto por un salvado muy difícil de descascarillar, por ende requiere menor gasto en insumos. No obstante en el siglo XIX la espelta perdió interés y dejó de cultivarse básicamente porque las cosechadoras trillaban al trigo común en un único proceso, mientras que con la espelta necesitaban procedimientos adicionales para poder extraer la cáscara exterior dura.
“Acá en San Juan hay dos molinos que producen harina. Entonces la idea es cosechar esta variedad de trigo y mandarla allí. Incluso ahora se está ampliando la superficie de productores que lo están haciendo en esta provincia, así que lo interesante es que ya tienen un destino comercial seguro”, remarcó Ruiz, quien en el área de Fisiología Vegetal del INTA estudia el efecto de diferentes tipos de estrés abiótico tales como sequía, salinidad y frío.
El Ministerio de Agricultura incorporó al Trigo Espelta en el Código Alimentario Argentino en 2017 y lo define como “semilla sana, limpia, y bien conservada de distintas variedades de Triticum spelta L.”