El gobierno de India redujo a partir de mañana jueves los aranceles de importación de aceites vegetales con el propósito de contener las presiones inflacionarias promovidas por la suba de ese insumo agroindustrial.
Los principales beneficiarios de la medida son los aceites crudos de soja y girasol, que son precisamente aquellos que la Argentina exporta a India, lo que representa una noticia favorable para la industria aceitera de la nación sudamericana.
Si bien India establece históricamente aranceles elevados para proteger a su industria aceitera, en los últimos tiempos la capacidad de producción interna no alcanza a satisfacer la demanda.
En septiembre pasado, según datos informados por la entidad que agrupa a la industria aceitera (The Solvent Extractors Association of India), la importación de aceites vegetales alcanzó un récord histórico absoluto de 1,698 millones de toneladas, una cifra 66% superior a la registrada en el mismo mes de 2020.
El principal proveedor de aceite de soja de India es por lejos la Argentina, mientras que en el caso del girasol llevan la delantera Ucrania y Rusia. La mayor parte del recursos comprado por India corresponde a aceite de palma proveniente de Indonesia y Malasia.
En la India, donde no está habilitada la soja modificada genéticamente, los “premios” ofrecidos por la harina de soja sin transgénicos hicieron irresistible la exportación de ese producto hacia Europa y EE.UU.
Pero lo que fue una “fiesta” para las empresas exportadores, terminó siendo un dolor de cabeza mayúsculo para las industrias usuarias de harina de soja, porque se acabaron las existencias internas de producto y los precios escalaron hacia la estratósfera.
Como los exportadores de harina de soja –fundamentalmente Argentina, Brasil y EE.UU.– sólo elaboran el producto en base a granos modificados genéticamente, entonces India, que no habilitó la producción ni la importación de soja transgénica, estaba realmente en problemas. Lo que sucedió es que los productores avícolas, lecheros y acuícolas indios fueron a golpear las puertas de los despachos oficiales del gobierno nacional para que autorice el ingreso de harina de soja elaborada con granos modificados.
Así es como el 24 de agosto pasado el gobierno indio relajó su política de importación de manera temporaria, hasta el 31 de octubre de 2021, para permitir el ingreso de hasta 1,2 millones de toneladas de harina de soja a través del puerto de Nhava Sheva y el cruce fronterizo de Petrapole en la frontera con Bangladesh.
Idígoras: “Cada indio que mejora su calidad de vida, compra aceite de girasol”