El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) publicó un informe en el cual muestra que en 2023 las exportaciones agroindustriales estadounidenses destinadas a China alcanzaron la cifra de 29.076 millones de dólares.
Si bien se trata de una cifra bastante inferior al récord histórico de 38.114 millones de dólares logrado en 2022, lo cierto es que el documento evidencia el enorme nivel de dependencia de China que tiene el agro de EE.UU., algo que, en la actual coyuntura geopolítica, puede representar un factor de riesgo mayúsculo para los “farmers”.
De hecho, el año pasado China fue el mayor destino de las exportaciones agroindustriales de EE.UU. con envíos que representaron el 16,6% del total de 174.872 millones de dólares. Por detrás se ubicaron México (28.640 millones), Canadá (28.169 millones), la Unión Europea (12.765 millones) y Japón (11.910 millones).
La soja es, por el volumen de negocios, la cuestión más crítica, ya que más de la mitad del poroto se envía a China y no existe ningún otro mercado que pueda reemplazar a la nación asiática.
Si las tensiones existentes entre EE.UU. y China relativas a Taiwán –un territorio que el gobierno de Xi Jinping considera propio, pero que es apoyado por EE.UU.– estallan en algún momento, el primer objetivo chino con EE.UU., a modo de represalia, será seguramente la soja.
Y eso no es una hipótesis descabellada, porque ya sucedió en el pasado reciente. A comienzos de julio de 2018 –recordemos– China comenzó a aplicar un arancel adicional del 25% al poroto de soja estadounidense (entre otros muchos productos) como represalia por la imposición de aranceles equivalentes por parte de EE.UU. a un conjunto de productos industriales chinos. Debido a las características del mercado global de soja, eso implicó una suerte de “retención” o descuento del valor FOB de la soja estadounidense (Golfo de México), que llegó a registrar un récord histórico de 90 u$s/tonelada en septiembre de ese año respecto de la soja brasileña (Paranaguá).
El año pasado las exportaciones de maíz de EE.UU. a China fueron de 1655 millones de dólares. En este caso, la nación asiática representó el 12,5% del negocio global, un cliente importante, pero no crítico, dado que la mayor parte del cereal se destina a México (cliente casi cautivo) y Japón.
No es el caso del algodón, donde China representó el 26,0% de las ventas totales estadounidenses realizadas el año pasado con 1552 millones de dólares sobre un total de 5976 millones. El segundo cliente, Pakistán, representó el 13,5%, es decir, casia la mitad de lo que se llevó China.
El año pasado además China fue el segundo cliente de EE.UU. en frutos secos con importaciones por 1186 millones de dólares sobre un total de 8822 millones, lo que representa un 23,4% del total.
En cuanto a las ventas externas de carne bovina, el año pasado los embarques destinados a China sumaron 1606 millones de dólares, una cifra equivalente al 16,1% del total. Se trata del tercer cliente de EE.UU. por detrás de Corea y Japón.
Una relación similar existe en el caso de las ventas de carne porcina, donde China en 2023 importó el producto de EE.UU. por 1241 millones de dólares, una cifra equivalente al 15,2% del total del período. En cuanto a los productos aviares, la proporción fue del 13,4% con compras chinas por 736 millones de dólares el año pasado.
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