La joven enóloga Rocío Núñez ha tenido el privilegio de nacer al sur de la prestigiosa y bella región vitivinícola del valle de Uco, en la ciudad de San Carlos, ubicada al suroeste de la provincia de Mendoza.
Hoy trabaja en la bodega Don Manuel Villafañe, ubicada en Maipú, más al norte, sobre la Ruta 60. Ella se recibió en 2014 y al año siguiente se enteró de que esta importante bodega buscaba a una operaria en la sección de etiquetado de las botellas. Rocío no dudó en ingresar y “pagar el derecho de piso” arrancando desde abajo, porque quería empezar a trabajar de lo que estudió y que hasta hoy es su pasión.
Luego pasó a ocuparse del remontaje, que consiste en extraer el líquido de los tanques, por la cañería inferior, para reintroducirlo por la parte superior. Es un proceso de homogeneización del mosto a fin de extraer al máximo los taninos, de las semillas; y el color de la piel, del grano de la uva.
Recuerda de esa época que “por mi inexperiencia, en mis comienzos en la bodega, estaba frente a un tanque y desconocía que le quedaba orujo. Lo abrí y me empapé de mosto. Quedé toda pegoteada y me tuve que ir a bañar”. Cuando ella comenzó, el laboratorio de la bodega estaba cerrado, pero con el tiempo se reactivó y hoy está a cargo del mismo, donde hace los análisis básicos.
Rocío lleva casi ocho años trabajando en la misma bodega, donde ha pasado por casi todos sus estamentos. Hace cuatro años pasó a integrar el grupo enológico de la misma, que lidera el enólogo Juan Pablo Vivo, participando ya de las degustaciones y la toma decisiones acerca del corte de los vinos. Hoy es la encargada de la bodega y se desempeña además como segunda enóloga.
La antigua historia de la bodega comienza a partir del arribo a la región, del soldado Villafañe en 1611 para luchar contra los piratas ingleses que atacaron a los barcos españoles. Éste se afincó en nuestro país como agricultor y se convirtió en pionero de la viticultura nacional, por ser una de las primeras personas en plantar vides en esta tierra. El objetivo en ese momento era proporcionar vino para los sacerdotes de las iglesias, y mucho más tarde, para los colonos que llegaron al “Nuevo Mundo”.
La finca donde se ubica la bodega comprende 170 hectáreas, de las cuales, 80 están implantadas con cepas de chardonnay, malbec, cabernet franc, cabernet sauvignon, petit verdot y merlot. Todo lo que elaboran es de su propia producción, sale de esos viñedos, lo que les da la ventaja de poder hacer un seguimiento completo del crecimiento de las uvas. Comenzaron exportando a Estados Unidos e Inglaterra, luego a China y hoy dedican el 40% de su producción al mercado nacional.
La bodega tiene una capacidad aproximada de estacionar 650.000 litros, incluyendo las barricas. Actualmente elabora unos 450.000 litros de vino, envasa unas 350.000 botellas al año y el resto se guarda. “Todos los años tratamos de mejorar nuestros vinos de alta gama. La fermentación de la uva siempre es la misma, pero cambia la mano de los enólogos”, aclara Rocío.
Ella explica que elaboran tres líneas de vinos.
- La línea “Estate”, de vinos jóvenes, frescos, frutados, livianos, suaves de tomar. Son de consumo y de salida rápida. Se consideran jóvenes porque tienen un año o hasta dos en botella. De este modo, la cepa se muestra tal como es. El malbec, por ejemplo, se destaca por sus frutos rojos y aroma a ciruela.
- La línea “Reserva”, con 12 meses en barricas de roble americano. La porosidad de éste es mayor que la del roble francés, de modo que necesita menos tiempo de guarda. El intercambio de aromas se realiza en menos tiempo, más rápido.
- La línea de “Alta Gama”, con 18 meses de estacionamiento en barricas de roble francés. Luego, éstos son estibados en botella durante 6 meses.
Rocío cuenta que en la línea Estate les había quedado un tanque “mermo”, es decir, sin lograr llenarlo con cabernet franc. Decidieron completarlo con un poco de la cepa petit verdot, para que ambas no se perdieran y además pensando que al cabernet no le cambiaría el sabor y el aroma. Pero para su sorpresa, lo mejoró. Sin querer, dieron nacimiento a un “blend” de ambas cepas que resultó impactante. Lo lanzaron al mercado y hoy es de los más vendidos de la línea Estate, junto al malbec.
“Es un vino cofermentado, con cuerpo, y una astringencia agradable que le aporta el petit verdot –describe Rocío y continúa-. La fórmula final consta de 80% de cabernet franc y 20% de petit verdot. Primero pensamos en lanzarlo como un producto nuevo, de edición limitada, a partir de lotes chicos de ambas cepas. Pero ahora producimos más de 50.000 litros”, señala la joven enóloga.
Este año han lanzado su propio espumante, el cual resultó un éxito en ventas. La enóloga lo describe: “Es un Rosé Extra Brut a partir de un blend con 60% de uva chardonnay y 40% de uva pinot noir. Tiene 8 gramos de azúcar y 12 grados de alcohol. Es de color rosa pálido con tonos como a salmón. Fresco y equilibrado, se destaca por sus intensos aromas. Lo realizamos con el método ‘charmat’, que consiste en realizar una segunda fermentación en tanque y luego se fracciona. En cambio, el método tradicional se realiza en botella”, detalla.
Rocío celebra que en 2022 se ha producido una alianza estratégica entre la bodega Villafañe y la bodega riojana La Puerta, ubicada en el valle de Famatina, a partir de la cual ambas están proyectando elaborar una línea de vinos combinando cepas riojanas con mendocinas, de sendas bodegas.
Respecto de los hábitos de consumo, señala Rocío que “antes, no tomar malbec era como estar fuera de moda. En segundo lugar, se tomaba el cabernet sauvignon. Hoy el mercado ofrece un montón de variedades con sabores y aromas diferentes, como el caso de los blends, que pueden incluir hasta 3 y 4 cepas”.
A ella le gusta beber el nuevo blend de su bodega, y también los vinos Reserva, el cabernet franc y el cabernet sauvignon, porque tienen buen cuerpo y son “picantes”, dice, usando un término bien regional.
Culmina Rocío: “En la bodega somos 12 personas que trabajamos de modo fijo, soy la única mujer en la planta, y los varones me tienen un gran respeto. En cuanto al ritmo de trabajo, en tiempos de cosecha, de febrero a marzo, se trabaja más horas de lo normal. Hoy vivo a dos kilómetros de la bodega Villafañe, donde he aprendido y crecido mucho, y es mi segunda casa. Acá puedo seguir creciendo, porque en realidad consiste en acompañar el crecimiento de la empresa, con mis humildes aportes.”
Rocío y sus compañeros eligieron dedicarnos la risueña cueca cuyana, “Catador enólogo”, en letra de Jorge Rey y música de Pilín Massei, por el grupo Algarroba.com: