Argentina, en términos promedio a nivel nacional, estaría logrando producir apenas un 63% del rendimiento potencial alcanzable de soja de primera, mientras que en el cultivo de segunda esa proporción sería del 58%.
Así lo indicó Juan Pablo Monzón, investigador del CONICET y de University of Nebraska-Lincoln (EE.UU.), en un artículo publicado por Contenidos CREA.
El trabajo en curso, liderado por José Andrade y con la colaboración del equipo técnico del Relevamiento de Tecnología Aplicada Agrícola (ReTAA) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, mostró que las brechas de rendimientos se amplifican en campañas sin restricciones hídricas, mientras que lo contrario ocurre en aquellos ciclos con déficits de humedad. El trabajo forma parte del Proyecto Global de Brechas de Rendimiento (GYGA por sus siglas en inglés) conducido por University of Nebraska-Lincoln y Wageningen University & Research.
“La evidencia muestra que para poder cerrar las brechas de rendimientos sin comprometer la calidad del suelos se requerirá una aumento sustancial de la oferta de nutrientes”, señaló Monzón, quien además es empresario agropecuario e integra el CREA Pehuajó-Carlos Casares.
Al respecto Monzón, junto al investigador Patricio Grassini, están realizando un estudio para estimar regionalmente las dosis adicionales de nutrientes que sería necesario incorporar para poder acercar los rendimientos actuales con los potenciales.
“Todos los cultivos en la Argentina tienen balances de nutrientes negativos, lo que implica que el minado de tales recursos del suelo está subsidiando al negocio agrícola”, remarcó.
Relevamientos realizados por Monzón en la zona pampeana argentina –que coinciden con otros estudios realizados con registros provenientes de DAT CREA– muestran que el mayor minado de nutrientes suele realizarse en los ambientes de mayor potencial, lo que puede llegar a representar, en el mediano plazo, un obstáculo importante para poder cerrar las brechas de rendimientos agrícolas en zonas clave del país.
“Cuantificar las brechas de rendimiento e identificar sus causas es un paso esencial para guiar programas de investigación en la materia y políticas de gobierno”, apuntó.
“Muchas de las cuestiones relativas al cierre de las brechas en lo que respecta a fertilización son plenamente conocidas; el gran desafío es cómo logramos comunicar de manera efectiva al empresario agrícola la oportunidad de mejora por lograr con un adecuado balance de nutrientes”, resumió Monzón.