“Hay que volver a las bases”. Esa escueta definición fue la empleada por Guillermo Bernaudo, ex jefe de Gabinete del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y actual asesor agropecuario de la candidata a presidente Patricia Bullrich, al referirse a la política necesaria para promover el desarrollo del potencial presente en el campo argentino.
“En mi opinión, muy personal, la crisis argentina, entra en un tobogán acelerado de caída a partir de la crisis del 2001, donde se sale de la crisis con una cierta dosis de morfina, a través de un mecanismo que fue capaz de violar todos los contratos y eso se hizo un vicio en la Argentina”, comentó en un artículo publicado por Contenidos CREA.
El técnico agropecuario mencionó que la antítesis de la Argentina es su vecino Uruguay, país que hizo frente a la crisis de 2021/22 respetando el orden institucional, lo que le hizo ganar confianza para recibir importantes inversiones en las últimas dos décadas. De hecho, en actualidad la economía oriental padece un problema de apreciación del peso uruguayo por una sobreoferta de divisas presente en el mercado cambiario.
“Lo que sucedió en Uruguay no fue milagro, sino que se generó a partir de una cultura institucional, política y económica, que se fundamentó en el respeto de los contratos. En la Argentina, en cambio, no tenemos una percepción cabal del nivel de violación de contratos que sucedieron desde 2002 hasta la actualidad”,
Bernaudo dijo que el primer paso para recuperar la confianza consiste en establecer sistemas equivalentes a los existentes en países vecinos como Uruguay, Brasil o Paraguay, donde existe un único tipo de cambio y libertad para disponer del capital propio.
“El primer aspecto por implementar el 11 de diciembre próximo (un día después de que asuma el nuevo gobierno) es eliminar toda forma de restricción a las exportaciones y todos los mecanismos de interferencia cuantitativa de las exportaciones”,
También consideró esencial eliminar los fideicomisos agropecuarios implementados por el gobierno actual, además de los mecanismos más inadvertidos que permiten alterar las reglas de juego del comercio exterior.
“Las modificaciones de los precios FOB oficiales (por parte de la Secretaría de Agricultura) son una forma de ir abriendo y cerrando exportaciones, decidiendo quién juega o no en el mercado; esto a veces se percibe poco, pero se trata de un mecanismo de regulación del mercado absolutamente ilegal”,
El referente agropecuario de Patricia Bullrich dijo además que es indispensable crear un esquema normativo que impida establecer regulaciones e impuestos al comercio exterior desde el Poder Ejecutivo, de manera tal que esa atribución se circunscriba al Poder Legislativo.
“En todos los países existe la posibilidad de restringir las exportaciones de alimentos, pero eso está pensado en función de una situación extraordinaria, como una guerra, mientras que acá están manejadas para definir planes políticos; entonces hay que reafirmar esa institucionalidad con una ley que prohíba prohibir o intervenir en cualquier forma las exportaciones, potestad que quedaría sólo en manos del Congreso”, apuntó.
El experto señaló que la restricción de divisas presente en la Argentina no es producto de un problema comercial, pues el potencial exportador está intacto, sino que es el resultado de múltiples intervenciones estatales que terminan ahogando o ahuyentando al sector privado.
“Se habla mucho de abrir mercados internacionales, es una frase simpática, pero hay que ver qué significa e implica abrir un mercado internacional”, afirmó.
En ese sentido, explicó que un primer paso es la habilitación fitosanitaria o sanitaria por parte del país importador. “La Argentina tiene 531 mercados abiertos para productos agroalimentarios. De esos 531 mercados, 235 se abrieron entre 2016 y 2019; por entonces hubo una política muy agresiva al respecto, con el Senasa como jugador principal, para habilitar sanitariamente y fitosanitariamente los mercados mundiales”, recordó.
El ex funcionario citó el ejemplo más conocido al respecto: el protocolo que permitió exportar a China carne bovina enfriada con y sin hueso y congelada con hueso, que impulsó de manera notable los envíos hacia esa nación que hoy representa casi el 80% del volumen de productos cárnicos vacunos exportados por la Argentina.
Pero también dijo que existen muchos otros ejemplos, igual de importantes pero no tan conocidos, como el caso de la habilitación de de la carne vacuna patagónica con destino a Japón, uno de los mercados con mayor poder adquisitivo del mundo.
“Generalmente, cuando un país habilita la exportación de un producto alimenticio, también participa su organismo sanitario o delega en el organismo sanitario local las habilitaciones de plantas elaboradoras del producto en cuestión”, expresó.
“Todo eso se hace desde los Estados, la vinculación es de Estado a Estado. Cuando uno rompe vínculos con un país o altera la relación de tales vínculos, esos mercados desaparecen porque se caen las habilitaciones”, agregó.
Al respecto, Bernaudo recalcó que las relaciones diplomáticas no pueden depender de una cuestión ideológica, sino fáctica, dado que las mismas son indispensables para poder comerciar.
“Para conseguir que una comitiva de técnicos del organismo equivalente al Senasa chino venga a la Argentina para habilitar, por ejemplo, fincas productoras de una determinada fruta y revisar los protocolos, probablemente ofrezcan un plazo a 6 u 8 meses; si existe una buena relación con ese país, puede ser que el plazo se reduzca a 4 meses, pero si la relación es mala el mismo puede transformarse en 24, 36 ó 48 meses”, advirtió.
Esos controles, que en algunas circunstancias se emplean como barreras comerciales, son en realidad la primera instancia de las negociaciones, dado que la segunda –crucial– es la cuestión arancelaria.
“Ese es un aspecto en el cual la Argentina tiene que hacer un cambio drástico, porque llevamos aproximadamente 15 años de atraso con respecto a nuestros competidores; cuando nosotros en 2008 estábamos en las rutas (por el conflicto agropecuario), en Chile estaban negociado Tratados de Libre Comercio (TLC) con naciones clave”, recordó.
Chile tiene 19 TLC en vigencia, entre los cuales se destacan los firmados con EE.UU., China, Canadá, México, Corea del Sur, EFTA (bloque integrado por Noruega, Islandia, Liechtenstein y Suiza), Turquía, Tailandia, Malasia y Vietnam, entre otros.
“La habilitación del carne vacuna patagónica con destino a Japón fue un logro importante, pero no generó ningún resultado porque el país asiático aplica un arancel del 40% al producto argentino, mientras que los australianos, en el marco de un acuerdo comercial, tienen arancel cero para ingresar a Japón. Se requiere una negociación comercial para poder lograr un mejor inserción comercial”, expuso.
Bernaudo sostuvo que las negociaciones comerciales con naciones clave debería ser una cuestión central para el próximo gobierno, algo que no sólo representa una desafío en términos diplomáticos, sino comunicacionales, dado que la contrapartida de una mejor inserción externa es una mayor apertura comercial interna.
“Cada uno de nosotros debe defender esa posición dentro de la discusión social, porque el Mercosur en general y la Argentina en particular son proteccionistas”, resaltó.