Está todo bien, todo muy lindo. La respuesta del sector agropecuario a la ofensiva campaña de los artistas ha sido contundente: Desde el palo productivo casi todos han cerrado filas frente a una ofensiva acusación motorizada por actores, cantantes y tristemente también por algún periodista.
Estuvo buena la reacción tratando de explicar a la sociedad que no es cierto que los productores agropecuarios sean todos asesinos, que no es real tampoco que haya un descontrol total en materia de uso de agroquímicos. Estuvo bien contarle al resto de los argentinos que se está en búsqueda de alternativas más sustentables, pero que no es tan sencillo como parece eso de mudar de un día para el otro todos los sistemas productivos hacia la llamada “agroecología”.
Pero esta reacción orgullosa del “agro que intenta hacer bien las cosas” no resuelve muchas situaciones que dan pie para que la población en general dude y se pregunte si realmente se hacen tan bien las cosas como se afirma. El temor existe y frente a eso el mejor remedio nunca es el rechazo. Mejor un abrazo.
Vale preguntarse ahora, tras haber defendido la honra del sector productivo de las acusaciones tóxicas del poderoso movimiento palermitano, si esta reacción corporativa no sirve acaso también para esconder todo lo que el sector hace mal. El corporativismo es un mal consejero, pues borra los matices y confunde a todos en un mismo todo aunque haya distintos.
Ha sido loable el esfuerzo del sector por mostrar que hay mucha gente aquí que se preocupa y que hace bien las cosas. ¿Pero se hace el mismo esfuerzo en denunciar los casos de mala praxis? ¿Se emiten comunicados de apoyo cada vez que -por ejemplo- el gobierno de Córdoba clausura una máquina pulverizadora que no tenía habilitación? ¿Se lleva un registro de denuncias bien fundamentadas para que sea el mismo sector el que aísle a los responsables (por ejemplo, no vendiéndole más agroquímicos)? ¿Se apoyan los reclamos de la FEARCA para que el estado controle la inmensa cantidad de aviones de la flota agrícola “clandestina”? ¿Se denuncian los casos de fábricas truchas de agroquímicos?
Los dirigentes rurales… ¿reclaman la sanción de una nueva ley nacional sobre aplicaciones de agroquímicos con la vehemencia con la que, por ejemplo, se pide una rebaja de las retenciones?
En este derrotero, este clímax en la discusión sobre venenos y envenenadores (que pueden usar químicos pero también la mentira) quizás permita recordar que hace más de tres años, en octubre de 2018, un centenar de periodistas especializados en agro reclamamos la construcción de un sistema de estadística desde el sector público que nos permitiera saber con certeza cuál es el consumo real de agroquímicos en la Argentina. Porque sí, porque no lo sabemos.
Hicimos esa presentación porque, créase o no, el Ministerio de Agricultura no dispone de esta estadística que a nosotros, como comunicadores, nos resulta necesaria para construir crónicas equilibradas sobre este controversial asunto de las aplicaciones. En ese momento, las autoridades a cargo del organismo -que eran macristas y parte del sector- nos pidieron paciencia, porque había que comenzar a aplicar el sistema de trazabilidad de los bidones plásticos y eso iba a permitir contar con los datos que pedíamos.
Un centenar de periodistas del agro piden al Estado que informe sobre agroquímicos
¿Cuántos litros se utilizan? ¿Sobre cuántas hectáreas? ¿Qué tipo de productos? ¿Cuántas máquinas aplicadoras existen en el país? ¿Y cuántos aviones? Lo único que se conoce al respecto son aproximaciones no oficiales generadas por una consultora privada en base a datos aportados por la propia industria, y que además se ponen a la venta.
Decíamos los periodistas agropecuarios en nuestra presentación de 2018, de la que ninguna autoridad -ni en el gobierno de Cambiemos ni en el gobierno del Frente de Todos- se hizo eco: “Cada vez que queremos realizar un informe sobre este tema tropezamos con la misma piedra: o bien no existen datos objetivos sobre la utilización de productos fitosanitarios en la Argentina o bien no se divulgan como corresponde”.
También escribimos: “Somos periodistas especializados en el sector agroalimentario argentino y sabemos que existe desde hace un tiempo un intenso debate social, no siempre bien intencionado, sobre el uso de productos fitosanitarios (los químicos son solo una parte de ese grupo de insumos agrícolas, que pueden tener también un origen biológico) y sus posibles implicancias para el medio ambiente y la salud de las personas. Creemos que ese debate, a pesar de su virulencia, es positivo y se comenzará a zanjar recién cuando la sociedad cuente con información objetiva y clara sobre la utilización de ese tipo de productos en la agricultura local”.
La actual campaña #Bastade Venenos y el contraataque de la corporación agropecuaria con su hastag #BastadeMiedos muestran que teníamos razón, que la polémica sigue y está lejos de poder ser zanjada en términos racionales que nos tranquilicen a todos.
Y en eso, la increíble falta de datos oficiales sobre el uso de agroquímicos tiene mucho que ver. Podríamos empezar por ponernos de acuerdo y resolver este vacío.
No es un movimiento palermitano. También estamos las gentes de los territorios fumigados que hace mas de una década venimos peleando para defender en principio nuestra salud , pero también a medida que fuimos adquiriendo conocimientos, (científicos , porque hay mucha bibliografía al respecto) nos dimos cuenta que iba mas allá de eso
Estamos agotadxs de tanto ninguneo e indiferencia por eso estamos agradecidxs a que este grupo de compañerxs se haya comprometido en visibilizar esta problemática. Somos conscientes que tienen mucho mas por perder que ganar, ya que han sido virulentamente denostadxs.
La nota aunque no la quieras presentar asi, aclara más de lo que intentas. Si alguien tiene una maquina aplicadora sin registrar o hace mal las cosas se le secuestra. Es potestad del estado y las entidades esta bien que no intervengan o salgan a anunciar que se cumplió la normativa.
En Argentina hay más restricciones que nuestros vecinos respecto la producción responsable, desde la Ley de Bosques, hasta las distancias seguras para aplicar productos.
Hay que seguir mejorando pero se hace mucho y eso hay que valorarlo.