El año de los contratistas rurales no comenzó de la mejor manera. A la incertidumbre sobre el rumbo que tendría Argentina luego del cambio de gobierno, se sumó la inflación, la desaparición de créditos, y falta de certezas sobre la cosecha gruesa de marzo/abril.
Todos estos elementos, sumados a que el 2023 fue el año de la gran sequía, y los contratistas sufrieron la falta de trabajo por la escasa producción, hicieron que Fredy Simone, contratista de la zona de Chivilcoy, pero presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (FACMA) no recuerde con cariño aquellos meses de principio de año.
Partiendo el 2024 en dos, Simone los diferencia como de incertidumbre en la primera parte, y con mayor optimismo en la segunda mitad. El balance, es positivo para el especialista, sin dejar de estar exento de desafíos, especialmente en lo que respecta a rentabilidad y créditos disponibles para el sector.
“El resumen general es positivo, a pesar de las problemáticas que seguimos teniendo. Pero cuando lo miramos con optimismo, podemos decir que este año fue favorable. Desde lo climático, esperábamos otra seca y, afortunadamente, las lluvias han sido mejores de lo que esperábamos”, destacó Simone a Bichos de Campo, quien explicó que los contratistas en buen parte del país vieron resultados satisfactorios, con lluvias que superaron las expectativas.
A pesar de este panorama favorable en cuanto a clima y cosecha, Simone subrayó que persisten “problemas estructurales” en el sector. Un aspecto clave sigue siendo la falta de créditos accesibles para los contratistas, un tema que afecta de lleno a la maquinaria agrícola. “No se han puesto en marcha créditos acordes a la nueva economía del contratista. Los créditos que existen son caros, y la tasa de interés es inviable, sobre todo cuando las economías de los productores también están ajustadas”, señaló el presidente de FACMA.
La inflación y las tarifas siguen siendo un dolor de cabeza para los contratistas, que antes podían ajustar sus precios según la evolución de la inflación, pero ahora enfrentan un escenario económico complejo y en transición.
El “problema estructural” del sector, según Simone, es que los contratistas no cuentan con los mismos recursos que los productores para afrontar la compra de nueva maquinaria, debido a que su actividad está marcada por la dependencia de los pagos que hacen los productores. En este sentido, las retenciones y la baja rentabilidad del productor impactan directamente en la capacidad de los contratistas para renovar su flota de maquinaria.
Al respecto, Simone aclaró que los contratistas están preparados para innovar y adoptar nuevas tecnologías, pero faltan recursos. “Estamos preparados para recibir tecnología, pero para poder invertir necesitamos que el productor tenga suficiente rentabilidad, porque si no hay dinero en el sistema, no podemos seguir renovando el parque de maquinarias”, explicó.
“Si no hay ganancias para el productor, no hay rentabilidad para nosotros. Entonces, la rueda del negocio se frena. Esto también afecta la posibilidad de acceder a créditos, porque nuestras carpetas crediticias no son tan sólidas como las de otros sectores, son flaquitas”, afirmó.
Sin embargo, Simone mostró un enfoque optimista sobre el año 2024. Si bien la primera parte del año estuvo marcada por la incertidumbre económica, especialmente a raíz del cambio de gobierno y la situación financiera de los productores, los contratistas han logrado superar los obstáculos y proyectan un cierre positivo para el año.
“Arrancamos con incertidumbre, pero la segunda parte del año ha sido mucho más positiva. Las perspectivas climáticas, las cosechas y las nuevas políticas nos permiten ser optimistas, aunque todavía queda mucho por mejorar en términos de rentabilidad y acceso a crédito”, concluyó el presidente de FACMA.