Aunque el calendario lanero se extiende entre el comienzo de julio de un año y el final de junio del año siguiente, referentes del sector lanero ya califican al año 2024 como uno “para terminarlo lo antes posible y archivarlo”.
Con precios internacionales que estuvieron del promedio para abajo, y con costos internos en dólares que continúan subiendo, la ecuación de aquellos productores con menor espalda económica no es nada positiva.
“En líneas generales los precios internacionales están del promedio para abajo. La demanda está bastante floja. Eso responde a múltiples factores pero uno de los principales es la inflación en los siete principales países consumidores, que absorben el 70% de la manufactura de lana. Ellos son Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, China y Japón, que están en procesos recesivos. Al ser la lana un bien suntuario, en este contexto la gente destina sus ingresos a otras cosas, explicó a Bichos de Campo Marco Gallia, vicepresidente primero de la Federación Lanera Argentina.
El especialista aclaró que el precio no es del todo malo, teniendo en cuenta que ronda para la lana merino los 4 a 5 dólares, y que en la década de 1990 estuvo en torno a los 2 dólares. Sin embargo, se registra una merma productiva en torno al 10%, lo que hace que los productores no puedan afrontar los costos.
“La calidad de la lana en Argentina es espectacular pero la producción registra una merma, sobre todo en la región patagónica, por un tema climático. Eso es algo que se va a ver en la esquila del 2025. Y hay mucho productor chico y mediano, con una economía de subsistencia, que tiene un problema de rentabilidad”, señaló Gallia.
Para él, los más afectados son aquellos con menos de 3000 lanares, mientras que quienes superan esa cantidad tienen más espalda para sobrevivir. En ese panorama resultaba clave el fondo contemplado por la Ley Ovina, que este año fue desfinanciada.
“Era un fondo que ayudaba justamente a todo ese tejido de productores más vulnerables pero que se decidió discontinuar. Era una herramienta”, lamentó el vicepresidente.
-¿Hay algo que sí destaques del 2024?- le preguntamos.
-Lo bueno es que Argentina sigue manteniendo un liderazgo internacional en lo que es lanas certificadas, con protocolos de bienestar animal y de producción orgánica.
-¿Qué deseas para el 2025?
-Que llegue la tan ansiada y prometida baja de impuestos. La única política de estado que se vio fue la eliminación del fondo de la Ley Ovina, pero baja de impuestos no hubo. La lana todavía tiene retenciones, tiene impuestos altísimos nacionales, provinciales y municipales, y es una actividad que debería tener algún tipo de contemplación, sobre todo por la importancia geopolítica que tiene. Estamos todos esperando las promesas de la moto sierra profunda y la baja de impuestos.
A continuación, agregó: “Argentina tiene 168 impuestos, más retenciones, más el hecho de que la lana se produce en un 70% en la Patagonia, en una zona desfavorable, donde se paga un 20% de sobresueldo y al que se le cobran cargas sociales sin ninguna contraprestación. Recordemos que la obra social de los trabajadores rurales está intervenida. Eso es lo que nos gustaría ver para que el sufrimiento sea un poco compartido. En este momento recae 100% en los productores”.
-¿Hay chance de dar vuelta la tortilla el próximo año?
-Sí, el mundo se está acomodando y tengo fe de que habrá baja de impuestos. Creo que los precios van a mejorar y mi sensación es que lo peor ya paso. De ahora en más serán buenas noticias, el clima es bastante bueno, la producción desde el punto de vista climático va a repuntar, con lo cual creo que de ahora en adelante serán mejores noticias.
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