El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) consideró este viernes que el impacto de los inconvenientes climáticos registrados en las principales regiones agrícolas de esa nación no generarán un recorte productivo significativo.
El USDA ajustó a la baja la cosecha esperada de maíz de EE.UU. en poco más de 5,0 millones de toneladas, pero subió el stock final de la cosecha 2022/23 y redujo tanto el consumo interno como las exportaciones proyectadas para el ciclo 2023/24, lo que contribuyó a neutralizar la menor oferta ahora proyectada.
En lo que respecta a la cosecha de soja esperada en EE.UU., el USDA hizo un ajuste mínimo de 2,5 millones de toneladas, aunque en este caso cada tonelada perdida cuenta porque los stock finales de poroto en esa nación son muy bajos en términos históricos.
De hecho, el USDA sigue sin ajustar el número de la cosecha argentina de soja 2022/23 para así poder “cerrar en la planilla” la finalización de la campaña estadounidense de soja sin mayores complicaciones.
Mientras que en la Argentina todos saben hace meses que la cosecha argentina de soja 2022/23 no superó las 21,0 millones de toneladas, en el informe del USDA sigue apareciendo –increíblemente– la cifra de 25,0 millones.
Con ese “artilugio estadístico”, el informe del USDA puede justificar un stock final de soja estadounidense de 7,0 millones de toneladas, el cual, si bien es bajo, no resulta crítico (algo que sucedería al sincerar el número real presente en la Argentina).
En cualquier caso, si el informe del USDA está en lo correcto, entonces las restricciones hídricas extendidas por buena parte del Medio Oeste de EE.UU. no generaron un gran impacto productivo en la campaña de granos gruesos estadounidenses.
En ese marco, muchos administradores de fondos agrícolas que tenían posiciones “compradas” (alcistas) en contratos futuros de soja y maíz del CME Group (“Chicago”) pasaron a liquidarlos en la presente jornada para reducir las pérdidas provocadas por el impulso bajista promovido por el informe del USDA.