Desde la primera vez que me tocó entrevistar a Magalí Gutiérrez advertí que iba a ser una rockstar de la tecnología y el campo. ¿Por qué? Claridad conceptual, paciencia para explicar, simpleza para transmitirlo, calidez, fortaleza y decisión. Eso, tiempo después, me llevó a entrevistarla en el capítulo 11 de “El podcast de tu vida” hace casi tres años. Y no me equivoqué. La charla es imperdible, y a pesar de su ascendente carrera no ha perdido vigencia si quieren conocer la historia, pasión y sueños de esta agrónoma bahiense.
En 2014, apenas recibida, se convirtió en coordinadora técnica de la Chacra de los Valles Irrigados Norpatagónicos (VINPA) de AAPRESID. En 2021 se sumó a la coordinación técnica del Programa Sistema Chacras y, además hoy tiene a cargo cinco proyectos de desarrollo (entre otros, la chacra Latitud 28 en el norte argentino, con riego; otra en La Pampa, otra de bioeconomía en el sudeste y la VINPA tan querida por ella, aunque ya ahora desde otro rol).
Ah, en el camino (una experiencia que no van a encontrar en la charla porque aún no había ocurrido), también fue mamá de “Panchi”, y aprendió eso de ser madre agrónoma.
Además, junto a su marido, uno de sus hermanos y su cuñada, siguen produciendo en el campo de su madre, probando, tratando de mejorar los suelos, aportando conocimiento y tecnología. Todo cerquita de Bahía Blanca, donde se crió y creció. Pasen y lean…
Como bahiense que sos, y yo un apasionado del básquet, te lo tengo que preguntar: ¿Es verdad que, así como en otros lugares del país las personas se apasionan por el fútbol allí, en Bahía, a todos les gusta el básquet? ¿Jugabas de chica al básquet? ¿Te gusta? ¿Es cierto que en Bahía se respira básquet?
Acá se respira básquet, es cierto, acá mucha gente disfruta del deporte y de las figuras que exportamos al básquet mundial desde Bahía Blanca, como Manu Ginóbilli y tantos otros… pero yo (se ríe), para tu decepción, de básquet, nada de nada. Varios conocidos amigos basquetboleros me van a querer matar porque yo cero.
-¿Cómo es tu vínculo con el campo y la ruralidad?
-Yo soy nacida y criada en Bahía Blanca, la verdad que, de chica, tengo familia de campo por el lado materno, pero no sabía que iba a laburar de esto. Crecí disfrutando el contacto con mi familia, siempre lo tuve en el corazón, pero no sabía que iba a convertirse en mi profesión. El campo era de mi abuelo. Y siempre que podía de peque lo acompañaba y trataba de que me diera toda la bolilla posible porque siendo la única nieta mujer entre cinco nietos, yo quería que me preste atención a mí… pero era la que menos fe le tenían que se iba a dedicar al campo.
-¿Y de esos primeros recuerdos del campo que se te vienen al alma?
-Uff… ¡qué pregunta! En primer lugar, el olor a pelo de caballo. Eso lo tengo acá, arriba de la nariz y siempre que estoy en contacto con un caballo me remite a esa infancia. Mi abuelo laburaba la hacienda a caballo y es un recuerdo marcado a fuego. Y el segundo el olor a cordero al asador de mi familia, comiendo debajo de los tamariscos, al lado del galpón. Si se hacía al mediodía se comía afuera, y si era de noche adentro del galpón.
-¿Y por qué agronomía?
-Yo de chica estaba muy en contacto con el campo, en la adolescencia lo perdí un poco, de hecho, hice el secundario en una escuela de comercio. Pero al final de la secundaria empecé a tomar contacto fuerte con el campo de nuevo y me di cuenta de que no podía ser otra cosa. La naturaleza, laburar al aire libre, administrar los recursos naturales para generar riqueza y alimentos. Cuando arranqué fui inmensamente feliz. Tuve la suerte de dar en la tecla y me dio muchísima alegría poder dedicarme a esto.
-¿Está cumpliendo las expectativas ser agrónoma?
-¡Sí! ¡Por demás! Yo nunca pensé que iba a poder tener tantas satisfacciones. Particularmente, en la actualidad junto con mi marido, mi cuñada, y mi hermano le alquilamos el campo a mi madre y nos dedicamos a la producción. Pero por otro lado estoy en AAPRESID y los últimos años he ido descubriendo cosas increíbles. Uno piensa que está todo descubierto en Argentina. Pero no. Cuando empecé con la región Norpatagonia, yo pensé que iba a aprender cómo se hacen las cosas ahí y las iba a aplicar, pero la realidad es que hay que descubrir todo. Es un desafío permanente. Una alegría también estar involucrada en eso. Porque algún día esa zona va a estar desarrollada y yo voy a haber sido parte, poniendo mi granito de arena. Tengo muchísimas satisfacciones que no pensé que iba a tener.
-¿Qué hacen en lo familiar?
-Somos familia de campo de los alrededores de Bahía Blanca. Una zona complicada, donde llueven 500 milímetros al año, con muchísima variabilidad y los suelos son poco profundos. En algunos lugares tenemos “masetas” para producir. Entonces, dentro de esa zona, en San Germán, mi mamá se dedicó durante más de 10 años a producir un campo de 450 hectáreas, haciendo agricultura. Hoy familiarmente, con mi hermano, tomamos la decisión de asumir nosotros el riesgo y que la vieja no reniegue tanto. Un poco para continuar con el legado familiar, donde somos mayormente productores de trigo, pero también empezamos a implementar tecnologías, de insumos y procesos, para mejorar lo que recibimos.
-¿Y cómo te llegó la propuesta de hacerte cargo, en su momento, de la Chacra VINPA, de Valles Irrigados Norpatagónicos?
-Yo desde los 20 años, cuando estaba estudiando agronomía, ayudaba a mi mamá en el campo. Y empecé a ver que estaba inquieta, porque mucha diversidad productiva no tenía en esta zona árida. Quería conocer otras cosas y aprender. Me puse a buscar trabajo y me enteré entonces de que, en una zona que, para mí, desde Bahía, no era tan lejos, unos 300 kilómetros, buscaban un gerente técnico de desarrollo. No tenía muy claro qué se necesitaba, pero era una zona con riego, que me encanta, y dije bueno, me animo. Me fui a una entrevista a Rosario, a Aapresid. Y ahí me enteré de más cosas y me vine a casa fascinada. No sabía cómo iba a hacer, la zona que abarcaba era re grande, me iba a tener que mudar, pero después quedé y le metí para adelante.
-¿Y cómo describirías qué es una chacra AAPRESID y para qué sirven?
-Fácil. En un lugar determinado de Argentina, con ciertas características agroclimáticas similares, se juntan productores con problemáticas específicas y buscan respuestas. Entonces recurren a Aapresid y forman una chacra. Es un grupo en el que se trabaja para solucionar situaciones específicas de los productores en un lugar puntual. Ahí se pone un técnico, junto con los productores y expertos en la problemática, que trabajan para mejorar la situación.
-Dijiste que sería “grosero” perderse el potencial de una zona como norpatagonia. ¿Qué tiene y qué le falta a esa región?
-La zona específica, norpatagonia son los valles del Río Negro. Específicamente, valle medio e inferior. Entre Choele Choel, pasando por General Conesa y aguas abajo, hacia Carmen de Patagones y Viedma.
-¿Y qué tiene esa zona?
-Un clima increíble. Mucha radiación, mucha luz. Y a su vez temperaturas adecuadas, que permiten hacer cultivos. Y en una zona donde pasa un río de primera calidad y en muchísima cantidad que va rumbo al mar y se termina salinizando. Respetando un caudal mínimo sigue sobrando agua y se pueden hacer muchas cosas. Y además, donde hay mucha tierra disponible. Eso sí, heterogéneas, partes más buenas, otras complicadas, etc. Entonces, ¿Cómo desperdiciar ese potencial? Tenemos los potenciales de los más elevados de Argentina. En una zona donde no se produce nada. Y estamos dejando que el agua se vaya al mar a salinizarse.
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-¿Con qué dificultades se encontraron?
-Usar agua de un río puede generar sensibilidad en muchas personas porque no saben qué va a pasar. Pero lo que tienen que saber que el caudal del Río Negro ya está alterado por la represa de El Chocón que genera energía para Buenos Aires más que nada. Abren más o menos según esa necesidad. Pero respetando el mínimo ecológico que creo es de 500 metros cúbicos por segundo no pasa nada. Y el caudal es muy superior a eso. En segundo lugar, hoy todas las zonas aledañas al río están desarrolladas mayormente con riego por manto, que no es tan eficiente como otros tipos de riego por aspersión o mangueras. Sólo se aprovecha el 50% del agua que se usa. El resto se pierde. Entonces, la zona podría producir muchísima comida para Argentina y el mundo sin problemas. Sobra el agua. Te lo digo con seguridad.
-Si mirás para atrás, de lo que te contaron cuando llegaron los pioneros a producir commodities a la zona, ¿Qué cosas creían que iban a ser de una manera y no resultaron así? Y ¿Qué cosas han logrado?
-Los pioneros que vos decís eran todos de zona núcleo. Entonces, pensaron que con el maíz ya se iba a desarrollar el suelo, se iba a generar cobertura, y listo. Pero la dificultad que se encontró fue que los residuos no se degradan, hay temperaturas bajas, poca humedad relativa y los rastrojos se acumulan. Entonces, haciendo maíz sobre maíz se empezó a complicar. También los suelos, que requirieron más desarrollo del que pensaban. Y los requerimientos de agua, porque vos pensás que con 600-700 milímetros hago un maíz. Y no, porque el ambiente es súper demandante. Hubo que estudiar cuánta agua necesita cada cultivo. También hubo que encontrar las variedades de soja.
-¿Y lo bueno?
-Que hoy se han sorteado varios de esos problemas. Hoy tenemos información comprobada. Y el que quiera empezar ya tiene varios pasos ganados. Hoy ya hay certezas.
-¿Y a futuro qué esquema se imagina?
-Una de las grandes creencias es que con agricultura se iban a solucionar todos los problemas y empezamos a ver con los años que la ganadería es estratégica para solucionar problemas como los excesos de residuos que te mencionaba antes. A futuro no puedo saber bien el modelo cerrado. Porque la zona se está desarrollando. Pero te puedo decir que la ganadería es y será un aliado estratégico, que se pueden hacer muchos cultivos, sistemas integrados con commodities en rotación balanceada entre gramíneas y leguminosas, con vacunos, y especialities que te imagines, podés producir semillas, también pasturas, frutos secos. El tema es como ensamblar todas las piezas del rompecabezas para tener una empresa sustentable en lo económico, social y ambiental.
-Te saco de lo técnico y te hago la última de esta parte, ¿Alguna anécdota en norpatagonia?
-Uff… Sí. Muchas, pero te cuento dos. Una, que en el primer campo que me tocaba visitar, me bajé con mucha ansiedad y le pedí al encargado de acompañarlo a recorrer. El tenía que abrir unas canillas para el riego. Y en la primera, insisto en hacerlo yo para ayudar, me bajo, quiero abrir la canilla y como era un caño reseco por el sol le arranco de cuajo la canilla… no me daban las manos para parar el agua. Conclusión: no pudieron regar. Así arranqué. Y después, la segunda, que nunca me voy a olvidar, es que arranqué con un Peugeot 306 que era de mi abuelo. Así tenía que hacer 100 km de ripio sin señal y salía siempre nerviosa, pero bastante organizada. Con la mala suerte de que en una pega un panzazo y fisuro el filtro de combustible. Fui perdiendo nafta y me quedé a 7 kilómetros del campo sin combustible. Llegué caminando. Toda una aventura.
-¿Cuál creés o sentís que es el rol de la mujer en el campo?
-Entiendo que en otros lugares se sufre. Pero ya está bastante cambiado hoy el campo. A mi me ha tocado encontrarme con gente que valora mi conocimiento, no piensa en mi género.
-Llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida, y arrancamos con algún hobbie. ¿Tenés alguna actividad que te resetee?
-Tengo uno políticamente correcto y otro incorrecto (se ríe). Vamos a decir los dos. Hace poco no le daba bolilla, es difícil encontrar un hobbie, me costó encontrarlo, pero la huerta en casa me despertó una linda inquietud. “¡Al final soy agrónoma!”, le decía a mi mamá. Porque nunca me había interesado, pero cuando le pude empezar a poner cariño me gustó. Y el políticamente incorrecto, los videojuegos. Me encanta jugar, con mi marido.
-Aha… y ¿A qué juegan?
-Y juegos de a dos de los que se te ocurran. De plataforma. Que vas pasando niveles, de aventura. Le meto media hora de eso y es un reinicio mental increíble.
-¿Qué aprendiste de tu madre? ¿qué legado recibiste?
-De mi mamá y mis hermanos, destaco la perseverancia y los valores, la integridad. Desde que era chiquita la vi atravesar a mi madre momentos muy difíciles, salir intacta de situaciones muy bravas y metiéndole garra con integridad y dándonos un buen ejemplo a sus tres hijos.
-¿Vos sos la más chica de dos varones?
-Sí, somos tres hermanos. Me llevo doce años con el mayor y ocho con el del medio. Casi que me crié de hija única.
-¿Y ellos trabajan el campo también?
-Mi hermano mayor es juez en lo penal. Estudió libre, fue cajero de la cooperativa obrera, y hoy está trabajando de lo que le gusta. Toda una enseñanza. Y mi hermano del medio es agrónomo, trabajamos juntos en el campo que le alquilamos a mamá.
-¿Qué cosas te emocionan?
-La gente siendo buena con la gente. Eso me puede. Pequeños gestos que alguien tiene con otra persona, que capaz nadie sabe que lo están mirando. No sé… ayudar a una abuelita, tratarnos bien, eso me emociona y me hace restaurar la fe en la humanidad.
-Te tiro tres cortitas y al pie: ¿Siembra directa?
-Sistema de producción, filosofía.
-¿El campo de tu abuelo?
-Legado. Amor.
¿Magalí Gutiérrez?
-Aprendiz (se ríe).
-¿Algún tema musical de cierre?
-Muchos me gustan pero se me viene a la cabeza es “Feeling Good”, de Michael Bublé. Transmite el sentimiento de cuando viajo al valle y transmite lo que siento cuando llegó allá.
-¿Ese tema se canta sola en el auto?
-Sí. Con el volumen fuerte para no auto escucharse… esa es la clave. A los peajes llego afónica (se ríe).
Me encantó la entrevista, y Magali se ve una hermosa persona, con los pies en la tierra y con fe en el futuro.
Me gustaría seguí su camino de ingeniera agrónoma, pero dudo porque yo ya tengo más de 40…
¡Gracias por esta nota!