Arrancá este medianoche un paro agropecuario de cuatro días que, a mi juicio, no tiene demasiado de palaciego ni de opositor al gobierno sino que es más bien ha sido un acto reflejo de los dirigentes de la Mesa de Enlace para tratar de contener a las bases de productores, tanto los enrolados en cada unas de las entidades como de los sectores “autoconvocados”.
Entre los chacareros que siembran soja, pero también en el sector productivo en general, hay un clima de creciente fastidio no solo por la reciente y nueva suba de las retenciones a ese cultivo sino por la asfixiante presión fiscal en general. También molestan al productor de a pie, que suele estar lejos de la posibilidad de los lugares donde se deciden este tipo de cosas, los efectos del “desdoblamiento cambiario” que se inició en diciembre, y que provoca que el valor de sus productos se deprima mientras aumenta el costo de reponer insumos.
Me voy a apoyar en una nota que escribí a pedido del diario Perfil para explicar por qué no creo que este nuevo paro agropecuario sea producto de una decisión de la Mesa de Enlace, que más bien ha perdido por ahora el manejo de los tiempos y los ejes de la negociación con el gobierno de Alberto Fernández. El propio presidente se ocupó de devaluar el rol de los dirigentes tradicionales al hablar días atrás de los “autoconvocados” y vincularlos directamente con la oposición y el gobierno anterior.
Lo cierto es que solo tres meses de haber asumido, el gobierno de Alberto soportará desde esta noche (las 0 horas del lunes) su primer paro agropecuario, que en realidad promete ser una suerte de “parito” de poca intensidad. Las cuatro entidades del campo agrupadas en la Mesa de Enlace lo convocaron no sin haber mantenido múltiples discusiones internas, que reflejan con claridad que el bloque ya no es el mismo que en 2008 logró hacer retroceder al gobierno de Cristina Kichner. La mayoría de los dirigentes actuales, en rigor, reconoce en la intimidad que hubieran preferido evitar una protesta tan precipitada como ésta.
El jueves y viernes fueron días febriles dentro de las entidades rurales tradicionales. Tras la confirmación de que el Gobierno subiría otros tres puntos las retenciones a la soja (de 30 a 33%), los máximos dirigentes del sector comenzaron a sentir la respiración en la nuca de las llamadas “bases”, quienes reclamaban una dura reacción contra un gobierno que había vuelto a hacer el ajuste con el dinero de ellos, los productores.
¿Quiénes son esas bases? ¿Y quiénes las conducen? ¿Son realmente “opositores” enrolados en el macrismo, como sugirió el propio Alberto bajándoles el precio a los “autoconvocados” del campo?
Se repitió de inmediato una postal frecuente en el extenso conflicto agropecuario de 2008, donde los cuatro dirigentes de la Mesa de Enlace que negociaban con el gobierno (Buzzi, Miguens, Llambías y Garetto) tenían que mirar de inmediato la reacción de los productores en las rutas para saber si aquellos “piquetes de la abundancia” (como los definió Cristina) habían avalado sus decisiones. Miraban sobre todo hacia el piquete instalado en Ceibas, sobre la ruta 14, desde donde las cámaras de televisión transmitían en dúplex. Allí, un chacarero entrerriano llamado Alfredo De Angeli se había convertido en el ícono de aquella protesta agropecuaria y había acumulado un poder casi tan grande como el de la propia Mesa.
Cuando el miércoles los actuales dirigentes dejaron el despacho del ministro Luis Basterra, ninguno estaba convencido de que había que convocar a un cese de comercialización de granos y hacienda para faena como el que finalmente se lanzó 24 horas más tarde. Las cartas de múltiples economías regionales agradeciendo la baja de retenciones a ciertos productores del campo que acompañó la suba a las de la soja descansaban sobre el escritorio del titular de Agricultura, quien además, había esbozado en la reunión una primera propuesta para compensar a los productores sojeros más chicos.
¿Por qué habrían de protestar si el diálogo había avanzado? ¿Por qué forzar la relación con un gobierno que apenas arrancaba? El primer comunicado de la Mesa de Enlace frizó cualquier posibilidad de protesta.
Pero de inmediato Carbap (la confederación de rurales de Buenos Aires y La Pampa) y casi en simultáneo Cartez (la confederación cordobesa) insistieron con su reclamo de hacer un paro que ponga de manifiesto el malestar que sienten los productores de granos. Son las dos más numerosas filiales de CRA, y por eso las que más presión sienten desde los grupos de productores autoconvocados, que les disputan la representatividad directamente en el territorio.
A Jorge Chemes, el entrerriano que preside CRA, no le quedó más remedio que recoger el guante y comunicó a sus pares de la Mesa de Enlace la decisión de ir a un paro. O lo acompañaban o ellos se cortaban solos.
Daniel Pelegrina, de la Sociedad Rural Argentina (SRA), y Carlos Iannizzotto, de Coninagro, tragaron saliva: para “salvar la unidad” de la Mesa de Enlace no les quedó más remedio que seguir los pasos de CRA. Con la Federación Agraria de Carlos Achetoni las cosas fueron mucho más difíciles, pues esa entidad vive desde hace un año un cisma y muchos de sus dirigentes están jugando claramente a favor del Gobierno o por lo menos no quieren cortar lanzas. Es el caso de Omar Príncipe, el ex presidente de la FAA, quien reclamó que la decisión de ir a un paro fuera tomada por el consejo directivo.
Como era imposible, Achetoni dejó “en libertad de acción” a sus afiliados. Por eso nunca se emitió un comunicado formal de la Mesa de Enlace convocando al paro de cuatro días. Y así CRA, este sábado, la bajó los kilates a la protesta: informó que el paro no debe implicar ni aumentos de precios ni desabastecimiento, pues se limita a granos y ganado.
Y hasta flexibilizó las condiciones de protestas anteriores: “Dada la inminencia de estas medidas, pedimos que continúe el normal desarrollo de las actividades programadas con antelación tales como exposiciones, remates, etcétera”, aclararon los ruralistas. Toda una señal para llevar tranquilidad a los organizadores de la Expoagro. La muestra de los diarios La Nación y Clarín comienza el martes en San Nicolás y en su desarrollo tenía previstos varios remates ganaderos de envergadura que ahora podrán concretar sin sentir culpas.
“A esta protesta llegamos por presión de la bases y para mantener la unidad de la Mesa de Enlace”, confesó uno de los dirigentes nacionales, quien espera que las cosas transcurran con normalidad y mira de reojo –como antaño– la reacción de los piquetes. Allí ya no corta ni pincha De Angeli, que está muy cómodo en su banca de senador por el PRO. Pero hay varias caras nuevas que podrían reemplazarlo si el gobierno de Alberto no logra torcer la historia de desencuentros con los productores de granos:
Román Gutiérrez (Norte de Buenos Aires): Es un mediano productor de soja y ganado en la zona de Guerrico, en el partido de Pergamino, donde además tiene un local de venta de maquinaria agrícola. No tenía casi vínculo con la actividad gremial hasta que a principios de enero participó de las primeras asambleas de productores autoconvocados. Luego armó los grupos de WhatsApp donde en muy pocos días se organizó un contundente tractorazo por las calles de Pergamino. “Vinieron peor que en 2008. Yo creo que quieren a los productores arrodillados”, dice sobre Alberto y Cristina.
Enzo y Alejandro Dalmasso (Alta Gracia, Córdoba): En octubre de 2017, varios pequeños productores decidieron encadenarse frente a la municipalidad de Dique Chico, una apacible localidad cercana a Alta Gracia, porque el intendente local había decretado una exagerada prohibición para el uso de agroquímicos que los afectada. Ese fue el debut gremial de los hermanos Dalmasso, quienes hoy lideran la asamblea de Alto Fierro, una de las más combativas y la que la semana pasada encabezaron el tractorazo por la avenida Circunvalación de la capital cordobesa. “El papel de la Mesa de Enlace con el Gobierno es ridículo”, declaró Alejandro por estos días.
Ver Alejandro Dalmasso, autoconvocado: “El papel de la Mesa de Enlace con el Gobierno es ridículo”
Roberto Palomo (Ramada de Abajo, Tucumán): Cuarta generación de inmigrantes españoles que se instalaron en Tucumán, y que producen sobre campos relativamente chicos en la zona de La Ramada de Abajo, a unos 60 kilómetros de la capital provincial, Palomo es uno de los fundadores de la Asociación de Productores del Norte (Apronor), que nació el 10 de noviembre de 2015, luego de que productores autoconvocados permanecieran 25 días con tractores en la Plaza Independencia. Tras participar de algunas gestiones con el ministro Basterra para evitar que las nuevas retenciones impacten en la frágil agricultura norteña, Palomo sentenció que el ministro “no tiene el peso para gestionar nuestros pedidos”. Por eso lanzaron un paro agropecuario en su región que arrancó mucho antes que el de la Mesa de Enlace.
Juan Monín (Santiago del Estero y Chaco): Es el presidente de la Sociedad Rural de Sachayoj y uno de los promotores de la Mesa de Enlace en el NEA y NOA. En ese rol, en enero participó de algunas reuniones con autoridades nacionales para evitar la suba de las retenciones. A fin de ese mes apareció quemada su camioneta cuando estaba estacionada en su domicilio particular. Monín es ahora uno de los referentes que está organizando el “casillazo” que productores chaqueños y santiagueños realizarán la semana que viene en la Expoagro, una suerte de vigilia previa a la gran asamblea de productores que se planea hacer allí el próximo miércoles, en pleno paro. “El campo no da más; que el ajuste lo haga la clase política, los legisladores, los funcionarios y los sindicalistas”, reclamó en los últimos días.