La región vive momentos especiales respecto a la exportación de carne vacuna, ya que China, su principal comprador, apagó la aspiradora con la que se llevaba una enorme cantidad de cortes bovinos, y eso resultó en caídas significativas en el precio del novillo, donde Argentina quedó al tope del ranking con los valores más altos.
Según lo que informa el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), el precio de los novillos en Brasil bajó un 10%, ya que de 3,80 pasó a 3,40 dólares. En Uruguay, donde el negocio de la carne está orientado básicamente a la exportación, la caída fue mayor, de los 5 dólares por kilo en gancho se pasó a los 3,90. En Argentina el precio pasó de 4,40 dólares a 4,10 explicando una caída del 6%. El faltante de novillos y el retraso cambiario evitaron movimientos a la baja mayores.
Los analistas del mercado dicen que Brasil está teniendo una política muy agresiva de ventas a China, y que gracias a su alta productividad puede soportar momentos de baja en los valores con mayor entereza que sus vecinos. En el caso de Uruguay la baja fue del 22%, siendo la más pronunciada de la región.
Ante estos cambios, la ganadería local volvió a tener los precios en dólares oficiales más caros de la región, lo que resta competitividad a las empresas exportadoras, y limita la capacidad de pago a los ganaderos que cobran su mercadería en pesos al tipo de cambio del Banco Nación. Como si fuera poco, a estos valores hay que quitarle las retenciones, por lo que, inflación mediante, tienen menos ingresos en términos reales y nominales.
La baja en los valores de la carne y del ganado es consecuencia principalmente de la menor demanda de China, consecuencia de su crisis económica. Allí se destina el 75% de la carne que exporta Argentina. En segundo término, de la debilidad del mercado europeo donde los volúmenes de venta son mucho menores.
Como ya contamos desde Bichos de Campo, en el último mes los importadores chinos comenzaron a rechazar embarques con la clara intención de renegociar contratos porque tras la devaluación de su moneda, la merma en el consumo interno y la política de COVID cero que lleva al cierre de ciudades enteras, les hizo imposible sostener los precios de la carne.
En definitiva, todos pierden: frigoríficos y productores. Se pierden negocios y posibilidades de crecimiento. Es otra muestra más de cómo la política puso todo patas para arriba. En lugar de diseñar mecanismos para que el país crezca, usan las herramientas para perjudicar al sector privado con el argumento de pretender ayudar a los ciudadanos que, por el contrario, están cada día más empobrecidos.