Argentina es una nación –hoy más que nunca– que vive de las exportaciones agroindustriales. Pero existe una legumbre que, si bien representa un gran negocio en el mercado global, el país no logra producir para generar al menos el autoabastecimiento del producto.
Estamos hablando de la lenteja, que Argentina importa fundamentalmente de Canadá y EE.UU., cuando la nación tiene condiciones no solamente para generar una producción propia, sino también para participar en el mercado de exportación.
Con la pandemia de Covid-19, el consumo mundial de legumbres creció y la lenteja no fue la excepción: en 2020 las ventas globales de lenteja sumaron un total de 2600 millones de dólares , según indica un informe del USDA. En 2019 habían sido del orden de 1000 millones de dólares.
El comercio mundial de lentejas –tal como sucede con otras legumbres– está fuertemente influenciado por las políticas públicas y las condiciones de oferta y demanda presentes cada año en India.
La cuestión es que entre 2014 y 2016 malas condiciones climáticas redujeron la oferta interna y llevaron a India a importar un volumen creciente de lentejas. Eso redujo los stocks internos de la legumbre e incrementó desde entonces la dependencia de las importaciones por parte de India.
Si bien India aplica diversas restricciones para impedir el ingreso de productos agropecuarios con el propósito de proteger a los agricultores locales (poco competitivos), desde mediados de 2020 debió flexibilizar las barreras proteccionistas ante el considerable aumento de la demanda interna de la legumbre.
Canadá es el mayor productor exportador mundial de lentejas, aunque este año, debido a la sequía extrema registrada en la región agrícola de Saskatchewan, la oferta exportable de la legumbre se reducirá de manera significativa. Australia es el segundo gran exportador mundial de lentejas, seguido por Turquía (a fuerza de subsidios) y EE.UU.