Como sucede en todos los foros internacionales donde la conducción es rotatoria, el secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, entregó este miércoles la presidencia ‘pro témpore’ del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) a su par chileno. Antes de irse, la Argentina logró promover desde esta región agrícola una serie de declaraciones que tienen valor político. La más significativa es sin duda la que llama a no poner barreras paraarancelarias al comercio de cultivos transgénicos.
Para ser más claros: los países que integran esl CAS (Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay) hace rato que han incorporado a sus culturas agrícolas los cultivos modificados genéticamente (OGM). Pero en los últimos tiempos padecen algunas restricciones de mercado debido a que éstos son rechazados por los países importadores.
Peor todavía, lo que está sucediendo bastante últimamente es que los países que compran granos y derivados agrícolas del Mercosur se han puesto exigentes con los “rastros” de contaminación con OGM. ¿Qué quiere decir? Pues que un barco llega a Europa con maíz, por ejemplo, pero allí se confirma que tiene rastros de una contaminación accidental variedad transgénica no aprobada por el bloque. Esto puede motivar el rechazo de todo el embarque.
Por eso resulta muy significativa para el futuro del comercio agrícola la Declaración III del CAS: Presencia en bajos niveles de organismos genéticamente modificados no autorizados por el país importador (LLP: Low Level Presence).
En ese documento, los países del CAS advierten que como la velocidad de aprobación de cultivos transgénicos se ha acelerado notablemente en los últimos años “existe una creciente necesidad de abordar urgentemente el creciente riesgo para el comercio derivado de la presencia en bajo nivel (LPP, según la sigla en inglés) de productos de la biotecnología no aprobados por los países compradores”.
Esto es, el CAS reclama elevar los umbrales de tolerancia de la comunidad internacional para que un barco con rastros mínimos de contaminación con un OGM no pueda ser rechazado. Esto ya sucedió en varias ocasiones, por ejemplo cuando China rechazó partidas de cereal estadounidense contaminadas con el evento GA21, que todavía no había sido aprobado por Beijing.
Otra forma de mirarlo es decir que ya existen en el comercio definiciones respecto de la tolerancia o “presencia máxima” con medicamentos, residuso de agroquímicos o toxinas. Ahora se busca imponer que los rastros de transgénicos no sean restrictivos al comercio.
En este aspecto, al despedirse de su cargo internacional, Etchevehere remarcó que “Latinoamerica es el único lugar del planeta donde más se puede incrementar la producción de alimentos, frente al agotamiento de recursos que sufren otras partes del globo. Tenemos tierra, agua, y por sobre todo, el talento de nuestros productores que están a la altura del desafío de producir alimentos saludables e inocuos, de una manera amigable con el ambiente”.