No solo los productores comienzan a cuestionar los efectos de las políticas oficiales, también desde la industria frigorífica resaltan que se acumulan problemas y faltan soluciones.
Daniel Urcía, de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales de Argentina (FIFRA), dijo que “el resultado económico para la industria no es bueno”, y esto a pesar de la alta productividad del sector debido a la muy buena oferta ganadera de 2024 que además contó con una demanda renovada de carne desde el consumo en el último tramo del año.
Urcía afirmó: “El sector exportador opera con precios internacionales en baja. En el caso de China hay un procedimiento de salvaguarda en curso. Y los valores en dólares de la hacienda son los más caros de toda la región. Esto presenta implicará la puesta en marcha de planes de restructuración en las empresas”.
Para evitar un ajuste mayor, el directivo empresario consideró clave “la eliminación definitiva de los derechos de exportación remanentes, es una decisión de efecto inmediato en la mejora de la competitividad, más cuando ya se anunció la disminución de la devaluación del peso a un ritmo del 1% mensual”.
Esa devaluación controlada choca contra una importante suba de los costos industriales. “El incremento de los costos salariales, energéticos, logísticos, hacen que haya quebrantos que solo pueden compensarse con el cobro del servicio de faena”, explicó, dando por sentado que el famoso “recupero” (cueros y menudencias bovinas) ya no es suficiente pago para las plantas frigoríficas que prestan servicios a los matarifes.
Pero no todos optan por el mismo camino. Según Urcía, hay “frigoríficos que todavía no cobran por la faena y se subsidian con el no pago de impuestos, contribuciones, tasas, el aporte al IPCVA o simplemente incumpliendo con obligaciones sanitarias”.
Esto significa, según el dirigente de FIFRA, sacar “carne caliente que no demanda energía. Esas plantas ponen en riesgo la salud, faenan sin agua caliente, entre otras irregularidades que pueden ser nombradas. El final es claro, no son sostenibles”, agregó.
Respecto de la informalidad industria y comercial, destacó algunos ejemplos que se pueden rastrear en las estadísticas oficiales.
“Podemos observar que en 2024 informaron faena bovina 370 establecimientos, de los cuales 226 faenaron en promedio menos de 2.000 animales mensuales. De esos, el 84%, es decir 190 establecimientos (que a su vez representan el 50% del total nacional), faenaron menos de 1.000 y 147 establecimientos que representan el 65% menos de 500 animales al mes. Con dicha escala es absolutamente imposible asegurar las condiciones sanitarias, el pago de salarios de convenio, contribuciones y aportes”.
Luego agregó: “Un frigorífico para faenar un animal en condiciones sanitarias adecuadas necesita una dotación mínima de al menos 30 personas, con un costo laboral de 60 millones al mes. A eso hay que agregar otros 18 millones de pesos que se van en energía eléctrica, fuel oíl o combustible similar, reparaciones, desmalezado químico, etc. En definitiva, se necesitan 78 millones de pesos al mes para cubrir los costos, sin contemplar rentabilidad alguna y amortizaciones”.
Urcía dijo que esos costos no se reflejan en mayores precios de la carne vacuna de parte de esos operadores que tiene poca productividad en un negocio en el cual el volumen hace la diferencia, sobre todo en los que cumplen con la ley.
“El costo por kilo producido para los mataderos de menos de 500 animales al mes va de entre 700 a 1.000 pesos que deberían encarecer la media res. En la calle ese diferencial de precios no se ve sencillamente porque los evaden”.
Y aclaró lo siguiente. “Cuando seguimos analizando la composición de faena vemos situaciones de provincias como Corrientes, que representa el 0,91% del total nacional con 122.455 animales procesados en 31 establecimientos de los cuales tan solo uno representa el 35%. También podemos analizar el caso de Chaco que tiene el 1,6% de la faena nacional con 31 establecimientos de los cuales los dos principales representan el 34% del total provincial”.