Se inició en el periodismo en 1970 y uno de sus primeros trabajos fue en la redacción del servicio informativo de Radio Continental. En junio de 1971, el gobierno militar de Lanusse decretó la veda al consumo de carne vacuna. Era un tema relevante, que involucraba a toda la cadena, del productor al consumidor, entonces su jefe le pidió que elaborara un informe especial y sugirió comenzar por el Mercado de Hacienda de Liniers. Ese fue el primer paso, no solo de aquella crónica sino de la apertura de un vínculo que Antonio Monteagudo sigue hasta el día de hoy.
“Soy periodista. He trabajado y sigo trabajando con vocación de servicio. Siento que la verdadera causa de mi compromiso y de la orientación en este sector de la ganadería reside en la percepción de que la pasión e inquebrantable perseverancia del productor resume y simboliza la vida en evolución permanente, al tiempo que genera un natural y hondo fanatismo creador en el hombre, sin distinción de niveles culturales, sociales, geográficos y económicos. Y advierto que el criador, a través de su entrega y su trabajo cotidiano, jamás se rinde y convoca a la esperanza”, resume Antonio.
Y justamente eso, “el servicio” es el motor de todo su trabajo”. Recuerdo una experiencia que me tocó vivir durante la grabación de un programa de televisión con Simeón “Paco” Payba que estaba a punto de cumplir cien años de edad y ochenta de transportista, en su mayoría de animales”, cuenta Antonio. Don Paco accedió a responder todas las preguntas, reveló sus secretos y ofreció detalles inéditos de una vida impar, recorriendo prácticamente todos los caminos y campos del país e incluso algunos del exterior. Pero cuando llegó el momento de la despedida, me soltó: ‘Te dije casi todo, pero hay algo que me reservé hasta este momento: ¡no sé manejar!’. Tras semejante revelación, le consulté: ‘Paco, ¿cómo se explica que el eterno transportista no sepa manejar?’. ‘Muy fácil -respondió-, no importa no saber manejar; lo esencial es saber conducir, y conducirse’”.
“Mi anhelo está vinculado con la regla de oro de aquel genuino exponente de la conducta, el trabajo, la perseverancia y el espíritu innovador. A través de la tarea cotidiana he comprendido que el periodismo debe ser, ante todo, servicio. Servicio ejercido con respeto por la opinión pública en general y, por cada lector, oyente, televidente o internauta, en particular. Porque no concibo la comunicación despersonalizada: trato de ejercerla priorizando el derecho del prójimo a ser bien informado, para opinar y decidir por sí mismo. Es un compromiso asumido a conciencia, con responsabilidad ética, en la búsqueda y divulgación de la verdad. Porque solo ella nos hace dignos y libres”.
-En todos estos años de trabajar difundiendo la ganadería, ¿qué cambios ha visto en los productores? ¿Y en la sociedad respecto del consumo de carne?
-En cinco décadas de actividad, he tenido el privilegio de recorrer el país, buena parte de las Américas y Europa. En general, creo que los ganaderos argentinos se han caracterizado por su adhesión a métodos y prácticas “tradicionales”. Tal circunstancia, en ocasiones ha demorado el crecimiento del sector y no pocas veces ha conspirado contra la optimización del negocio para el productor. Además de las peripecias políticas y económicas derivadas de la gestión de no pocos gobiernos de turno, habitualmente enfrentados con el campo o indiferentes a la real situación de la actividad primaria. Sin embargo, a partir de la propia decisión de los productores, se verifica un sostenido avance hacia una ganadería más eficiente, rentable y sostenible. Las nuevas generaciones han puesto el foco en la gestión con criterio empresario. Los resultados obtenidos, aún en contextos difíciles o críticos, permiten avizorar mejores perspectivas. La Argentina sigue liderando el consumo de carne vacuna. Datos del Ministerio de Agricultura consignan que en 2021 alcanzó a 48 kilos anuales por habitante. No obstante, si se agregan las demandas de pollo y cerdo, el total llegó a 109 kilos. Resulta evidente que los requerimientos de proteína roja se sostienen, confirmando la tendencia que se detecta en casi todo el planeta.
-Usted dice que el Mercado de Liniers marcó una etapa. ¿Qué cambia ahora con la mudanza a Cañuelas?
-Durante sus 122 años de vida, el Mercado Nacional de Hacienda de Liniers fue un hito en la comercialización de ganado, en el país y en el mundo. Ha representado un genuino paradigma de la transparencia del mercado y un reaseguro para el productor. El libre juego de oferta y demanda, ayuda a convalidar con objetividad premios y castigos. El advenimiento del Mercado Agroganadero de Cañuelas constituye un nuevo y ambicioso emprendimiento, que reconoce la matriz y los fundamentos esenciales de Liniers, pero se propone ampliar el horizonte y los objetivos. El esfuerzo de consignatarios y empresarios propende a mejorar y fortalecer un polo de desarrollo que, con base en la ganadería, se proyecta al conjunto de la actividad agroindustrial y comercial.
-¿Sabe que mucha gente de CABA no creía que el Mercado siguiera en funcionamiento? Es decir, pensaban que había sido un mercado ganadero de “muuuchos años atrás”.
-Lamentablemente ha habido un marcado desconocimiento y desinterés del conjunto de la sociedad urbana sobre las cuestiones relacionadas con la producción y las actividades primarias. Desde el ámbito agroalimentario tampoco se ha realizado una eficaz tarea de concientización y divulgación. Son asignaturas pendientes, que también incumben al sistema educativo, en general, y a los medios de comunicación. Resulta esencial que los ciudadanos accedan a información sólida, confiable y actualizada acerca de qué, quiénes, cómo, cuándo y dónde se generan los alimentos que llegan a su mesa todos los días.
-Hoy se habla mucho de la ganadería sostenible. ¿Cuál es su visión?
-Resulta imprescindible el abordaje de esta prioridad. Los ganaderos son conscientes de su responsabilidad: producir con eficiencia, de modo sostenible, preservando el ambiente. En ese marco, el bienestar animal adquiere relevancia singular. Hoy rige en todas las latitudes una demanda excluyente: trabajar sin demora ni excepciones por Una Salud (se refiere al abordaje de la salud humana y animal como un conjunto y no como disciplinas separadas).
-¿Le tocó cubrir algún reclamo desde el sector del veganismo? ¿Qué opina sobre esta corriente?
-He leído y escuchado opiniones y manifestaciones de activistas, con posiciones irreductibles o críticas al sacrificio de animales y el consumo de ciertos alimentos. En tales campañas y expresiones, advierto una fuerte raíz ideológica o adhesión a una moda circunstancial. Creo que no resulta racional ni oportuno confrontar sobre esta materia. “Sobre gustos, no hay disgustos”, decía una profesora de música. Y con respecto a los “seres sintientes” y conceptos análogos, también en boga, resulta ilustrativo y concluyente la definición de los expertos internacionales acerca de la “imperiosa necesidad de consolidar y asegurar la tenencia responsable y la salud de los animales para preservar la salud pública”.
-Con respecto a las carnes, ¿ha tenido oportunidad de “catar” carne de feedlot y a pasto? ¿Nota diferencias en el sabor?
-No soy experto y mucho menos sommelier de carne. Sí puedo diferenciar y disfrutar un producto de calidad, proveniente de animales de confinamiento o alimentados a pasto. Aprecio y valoro en un buen corte su aspecto, olor, terneza, jugosidad, sabor y firmeza. Si el bovino fue producido exclusivamente a campo, mejor.
-En una entrevista usted dijo que el futuro de la ganadería es auspicioso porque hay una demanda internacional de proteínas. ¿Cómo se hace para que la Argentina no se pierda esta oportunidad?
-Me encantaría tener y aportar la fórmula para lograrlo. Solo me animo a proponer que nos animemos de una vez a ser “uno”, sin mezquindades. Uno y todos por el país. Desde el Gobierno y el criador hasta el último eslabón de la cadena de valor de la carne… Y, si esta utopía fuese posible, de todas las cadenas. La Argentina produce alimentos de excelencia. La carne vacuna es su abanderada. Pero no es suficiente. Hoy tenemos que trabajar y demostrarlo. Todos los días y en todos los mercados.
-También se habla de que el campo no sabe comunicar lo que hace. ¿Cómo ve esta afirmación?
-Salvo excepciones, el campo y las entidades que lo representan no saben, no quieren o no les interesa comunicar.
-¿Considera que hay una grieta también entre la gente del campo y la de ciudad? Si es así, ¿a qué la atribuye?
-A veces, esa grieta es un abismo. Salvo en 2008, a raíz del histórico conflicto derivado de la Resolución 125, cuando el campo fue noticia y su clamor tuvo eco citadino. Una excepción que confirma la regla…
-La última pregunta: el vacío, ¿al horno o a la parrilla?
-A la parrilla y a punto.
todos los periodistas agropecuarios afirman que las entidades “comunican mal” y las critican fuertemente x ese aspecto. no sera que se proponen para ser ellos los comunicadores??. como el campo no compra el mensaje los tipos cada vez critican mas.