La llegada de internet y los smartphones no fueron suficientes para hacer desaparecer a las palomas mensajeras, que por cierto existen fuera de los cuentos y los refranes. De mensajeras les quedó el mote solamente, ya que hoy en verdad se emplean para correr carreras de larga distancia, algo que se incluye dentro de la práctica de la colombofilia. La actividad en Argentina se organiza en torno a una federación nacional que reúne a casi 3000 aficionados en todo el país.
“La colombofilia consiste en la cría y la competición. Estas palomas tienen la particularidad de volver a donde nacen. Nosotros, más allá de adiestrarlas y acostumbrarlas a su lugar, las transportamos y soltamos para que puedan volver a su casa. De esa manera competimos”, explicó a Bichos de Campo Fabián Protsman, miembro de la Federación Colombófila Argentina (FECOAR), que por estos días dio su presente en la Exposición Ganadera de Palermo.
La actividad de las palomas mensajeras se remonta a tiempos inmemoriables, donde el hombre les sacó provecho para utilizarlas como medio de comunicación a través del transporte de pequeños mensajes en capsulas atadas a sus patas.
En Argentina se comenzaron a emplear a partir de 1886 y siempre prestaron un servicio efectivo. Tal es el caso de las Campañas Sanitarias del Norte en la década de 1950, en las inundaciones de 1962 e incluso en las elecciones de 1983 (con el retorno de la Democracia), para conocer los resultados de algunas zonas de difícil acceso. La raza más difundida es la Columbus, cuyos ejemplares pesan alrededor de los 400 gramos.
“Es algo biológico que tiene en sí la paloma y que hace la diferencia con las que vemos comúnmente en las plazas o en la calle. Genéticamente tiene el don de reconocer dónde vive. Hay muchísimos estudios realizados y nunca se pudo establecer cómo hacen para orientarse”, señaló Protsman.
Pero aún teniendo una predisposición genética, las palomas son entrenadas desde chicas para regresar a su palomar. A partir del mes de vida pueden alimentarse solas y es allí donde inician las prácticas deportivas que suponen sueltas diarias, para que reconozcan el territorio.
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“Ellas vuelven más allá del alimento. Vuelven porque quieren llegar lo más rápido posible a donde nacieron. Ese es el incentivo que ellas tienen, al que hay que sumarle el amor que le da el cuidador”, afirmó el criador.
Una vez preparadas las palomas pueden ingresar en los distintos circuitos de carrera a nivel nacional. Los calendarios colombófilos incluyen en cada temporada, que va de junio a noviembre, carreras que van de los 100 kilómetros a los 700, aunque algunas superan los 1.000 kilómetros. Las sueltas más significativas se realizan en Buenos Aires, Misiones, Tucumán, Mendoza, Santa Rosa, Curuzú Cuatiá y Zapala.
Las carreras están divididas por categorías que determinan un puntaje para cada paloma. Aquella que reúna la mayor cantidad de puntos es determinada como paloma campeona. Si bien todas pueden participar de las distintas carreras, según Protsman hay algunas razas que son más veloces que otras.
“La última importación se hizo en el 2018 de Bélgica y Holanda, donde se encuentra la cuna de la colombofilia. Aunque ahora está un poco parada la actividad por la situación del país y los costos, pueden ingresar palomas desde afuera”, sostuvo el criador.
-¿Qué los impulsar a seguir adelante con esta actividad?
-Todo arranca como un hobby porque se crea un vínculo con la paloma como una mascota. Es exactamente igual. Y es la satisfacción del cuidador de ver cuándo llega toda la semana. Uno las va viendo crecer de chiquitas, las va criando, les va enseñando. La mayoría de nosotros lo empezó como tema familiar. Se comparte mucho en familia cuando las vemos llegar. Por eso lo recomendamos como tema a difundir. Tratamos de estar en todos los eventos a nivel país para que la gente se acerque y pueda comenzar con esto.
-¿Y qué tiene que hacer alguien que quiera sumarse y empezar a practicar este deporte?
-El que se quiera sumar tiene muchos clubes para hacerlo. Hay que acercarse al club más cercanos de su domicilio, o bien comunicarse con la Federación y ahí los ubicamos, hacemos los contactos y tratamos de conseguirles familias para que empiecen con esta actividad. Hoy la actividad está golpeada por la parte económica como en un montón de actividades, pero se consigue todo lo que es semillas (para alimentarlas) y medicamentos. No estamos teniendo inconvenientes.
-¿Le ves futuro a esta pasión?
-Sí. Yo creo que la gente que se ha acercado y que ha empezado después no lo puede dejar. Lo que uno siente cuando las ves llegar, después de todo el trabajo en la semana y haberla visto crecer desde chiquita, es algo impagable.