Alicia Bustos es productora de duraznos en la localidad de Mercedes, sobre la ruta 5, en la provincia de Buenos Aires. Como casi todos los de su condición, cada vez tenía más problemas en colocar su fruta en el mercado, pues todos se arremolinaban para vender en el momento de la cosecha, bajaban los precios, perdían plata y algunos hasta terminaban entregando el durazno a precio regalado al costado de la ruta.
Había que lograr transformar esa producción de frutas en otra cosa cosa, dulces y conservas, para evitar malvenderla. Esa era la obsesión de Alicia.
Con los años, esta mujer terminó siendo una de las fundadoras de la cooperativa Alma Mercedina. Es curioso el caso de esta empresa de la economía social, porque se trata de una cooperativa que terminó asociándose con una cooperadora. ¿Cómo? Y sí. Con aval de las autoridades provinciales y municipales, la sala de elaboración de Alma Mercedina fue ubicada en un edificio dentro del predio de la Estación Experimental Agropecuaria Mercedes, que depende del ministerio de Desarrollo Agrario del gobierno bonaerense. Y parte de la fruta que procesan proviene de la propia experimental, cuando se cosechan las frutas de los diferentes ensayos que se realizan allí.
En ese caso, la cooperativa compra la producción a la cooperadora que se ocupa de gestionar recursos para sostener ese lugar.
“No somos socios del gobierno sino que éste nos compró la idea porque es un proyecto viable que trasciende la gestión que esté en ese momento. Si el proyecto es viable no importa la ideología sino el bien común y el desarrollo local en Mercedes, que tiene como fruta emblema el durazno”, aclaró Bustos a Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa a Alicia Bustos:
En Alma Mercedina fabrican dulces sin conservantes ni colorantes, mermeladas, néctar y frutas en almíbar. “Hacemos todo tipo de variedades con todo tipo de frutas para poder conservarlas mejor y agregarle valor comercial”, explicó la productora.
Bustos y otras mujeres que crearon la cooperativa y trabajan en el lugar no solo consiguieron que la experimental cediera el edificio ocupado por un laboratorio para funcionar. También obtuvieron un subsidio del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para comprar la maquinaria.
“Hablamos con el director del lugar, le presentamos un proyecto, el cual luego se elevó a la provincia y luego surgió la propuesta de Desarrollo Social para conseguir un subsidio y comprar maquinaria. La gestión se dio de forma conjunta: Nación que aportó algunas maquinarias y Provincia que permitió el uso del espacio”, contó Alicia a Bichos de Campo.
¿Y por qué agregar valor?
“Cuando el productor es chico se le vuelve difícil llegar con su fruta al Mercado Central. Cuando la zona es productora de cierta fruta también hay mucha competencia y entonces se vuelve difícil llegar a las verdulerías. Por eso debimos generar ese valor agregado. Al mismo tiempo necesitábamos asegurarnos producción en el invierno porque la cosecha de durazno por ejemplo, sólo dura dos meses. ¿Y el resto del año de qué vivimos? La fruta fresca que no se vende se pone fea y se tira”, describió Bustos.
En Alma Mercedina se consideran “atrevidos” porque al conseguir un espacio dentro de la Experimental para montar su sala de elaboración de dulces accedieron al mismo tiempo a los frutales del lugar. “La mayor parte de la producción viene de la experimental. Nosotros elegimos según la fruta y estado de maduración y es un privilegio. Creo que somos iluminados y agradecemos que la gente de la cooperadora de acá nos acompañe de modo permanente en el proyecto”, resaltó Bustos.
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¿Y cuál es el proyecto a futuro? Alicia describió que “la visión es seguir creciendo e ir incorporando a los chicos que se reciben de una escuela técnica de la zona bajo el título de técnicos en Alimentos, y darles la posibilidad de que realicen acá sus pasantías. Además es dar el ejemplo como mercedinos, porque esta fruta no muere acá sino que al darle valor agregado puede trascender las fronteras de Mercedes y llegar a otras partes del país. Para nosotros el ingreso debe ser continuo”.
Bustos aclaró que la cooperativa no solo procesa la fruta propia y la de la experimental sino que ofrece servicios a otros productores de la zona, para evitar que deban tirar la fruta. La tarea dentro del edificio siempre queda bajo su responsabilidad: “Estamos hablando de alimentos que deben ser inocuos y que deben recibir la menor cantidad de químicos posibles. En esta sala se cuidan todos los aspectos para que salgan alimentos de excelencia y con una inocuidad a toda prueba”, destacó.
¿Dónde se pueden conseguir los productos de Alma Mercedina?
“En Buenos Aires tenemos una cooperativa de consumo llamada Sumak donde se venden. También tenemos a Alimentos Cooperativos donde pueden encontrarlos y del mismo modo los pueden adquirir en algunos de los nodos que tiene la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT)”, respondió la dirigente.
Como productora de frutas, Bustos aseguró que le mejoró la ecuación de agregar valor. “Aún seguimos conformando la cooperativa y eso lleva mucho capital a cuestas; si digo que vivo de la cooperativa miento, pero sí se ven adelantos y se vislumbra un buen futuro. El proyecto es viable y sustentable porque estamos agregando valor local”, enfatizó.
Todos los fines de semana, y sobre todo en invierno, poco o mucho, en Alma Mercedina hay un ingreso. Al estar habilitada la sala todo el año, eso les permite varias bocas de expendio para colocar sus productos, los cuales ya se encuentran registrados, de modo tal que pueden ser vendidos en Mercedes y en todo el país.