Por su trasfondo familiar, el ruralista Juan Pablo Karnatz no puede evitar hablar de economía. No sólo porque lo siente en su ADN sino porque lo aplica en el día a día como productor de Santiago del Estero, una región agrícola que acumula varias campañas de malas noticias.
Karnatz es secretario de la Federación de Asociaciones Agropecuarias de su provincia, y miembro de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) desde hace más de 30 años. Que aprendió mucho en el camino no quedan dudas, pero aún así considera que eso le ha servido poco al ver cómo el sector discute una y otra vez sobre los mismos temas.
“Algunos son demasiado optimistas”, fue lo que dijo junto a Bichos de Campo al evaluar cómo se posiciona el agro en este nuevo escenario político, frente a un gobierno que considera amigable pero que a la vez posterga medidas largamente reclamadas. Por eso el dirigente transmite un baño de realidad de lo que pasa en Santiago del Estero, sobre todo luego de una extensa sequía: Grandes pérdidas económicas, problemas de competitividad y crisis en las economías regionales.
En términos productivos, las lluvias registradas a principios del otoño aliviaron la situación de la ganadería, que espera tener buenas pasturas y deberá sumar reservas hasta pasado el invierno. Pero ese agua llegó tarde para la agricultura, que no soportó un verano de muy altas temperaturas y déficit hídrico. En algunas zonas del norte de la provincia se llegaron a registrar pérdidas del 100% de los cultivos.
Esta pésima campaña de verano llega justo después de los estragos en el maíz tardío que causó la chicharrita el año pasado. No es sorpresa, entonces, que el ruralista asegure que muchas empresas de insumos “están refinanciando a rolete” porque los productores se quedaron sin espalda.
La situación de las economías regionales no es más alentadora. Santiago del Estero es la principal productora a nivel nacional de algodón, un cultivo de por sí muy complejo en cuanto al manejo, pero además tiene mucha tradición en las hortalizas “Los precios no son los ideales y encima hay importación”, lamentó Karnatz.
Esto que relata se ha visto, sobre todo, en el caso de la cebolla. Los productores han tenido un año muy malo por la baja en los precios y la llegada de bolsones desde Brasil, y han reclamado por garantías para seguir trabajando. En ese sentido, el ruralista observó que no debe confundirse el pedido de reglas de juego claras con renuencia a la importación, ya que afirma que están “dispuestos a competir”, siempre y cuando la cancha no esté inclinada.
Y para que no lo esté, más que sólo una reforma tributaria, hacen falta cambios estructurales muy grandes. Que un sector tenga competitividad depende de los costos del flete, del estado de las rutas, de la lejanía con el puerto y no sólo de los impuestos que paga mes a mes. A fin de cuentas, las economías regionales no tienen retenciones pero aún así, en muchos casos, adolecen de competitividad.
Mirá la entrevista completa con Juan Pablo Karnatz:
“La logística hoy está destruida”, lamentó el dirigente, que, al igual que otros productores del norte, alertó por el estado de la RN 34. La misma atraviesa desde Jujuy hasta Santa Fe y, a duras penas, Vialidad Nacional sólo va a cortar el pasto. El sector ya ni siquiera pide nueva obra pública o mantenimiento estatal, sino que simplemente se abran las licitaciones para la privatización de esas arterias, porque está claro que el Palacio de Hacienda no les inyectará recursos.
“Dijeron que iban a usar el método chileno, que es público-privado, pero no entiendo por qué no llamaron a licitación después de un año y medio de gobierno”, apuntó Karnatz.
Entretanto, sin la infraestructura garantizada, lo que les queda es pedir por algunos paliativos, y es allí donde se cuela la discusión económica.
“Muchos dicen que pedimos devaluación. Yo digo que en una economía en la cual vos no hacés las reformas estructurales, y no tenés tiempo para hacerlas, el tipo de cambio es una parte importante de la competitividad”, señaló el dirigente santiagueño, que sostiene que este precio del dólar no es viable para la producción.
Lo que más suele jugarle en contra al diálogo entre el agro y la política no es sólo la falta de federalismo, que obliga a los ruralistas del interior a hacer el doble de esfuerzo para ser escuchados. Es también el “triunfalismo” que muchas veces impermeabiliza a los gobiernos junto a los diagnósticos poco certeros que confunde a las entidades.
“El Banco Central hoy tiene poder de fuego, pero con dólares prestados”, observó el productor, que ha visto varias veces esa misma película y sabe que siempre se destrata al agro como proveedor de reservas genuinas.
Para que la historia que escucha hace décadas deje de repetirse, Karnatz considera que el punto de partida es no creer que está todo solucionado. Eso va a permitir, dice, que “se acepten las críticas constructivas” que acerca el sector agropecuario y se construya finalmente una relación sana entre la producción y el Estado.